Pía Slapka: "Todo lo que nos sucede nos deja huellas"
La conductora de "La tarde del Nueve" y "El Planeta Urbano" en IP revisita el complejo mundo del modelaje en el que dio sus primeros pasos por necesidad, repasa las heridas que la fortalecieron y cuenta cómo, al criar a sus hijos, sublima su dura infancia: “Son un reflejo de mi historia y por eso no repetí”.
“El balance que hago de mi año es positivo. Es el resultado de mucho trabajo, constancia y responsabilidad”, asegura Pía Slapka, algo que conoce muy bien desde pequeña. Al recordar cómo de adolescente encaró su primer trabajo como modelo para ayudar económicamente a su familia, dispara: “Ni siquiera lo recuerdo como un juego”.
Es por eso que, sin dudar, al recorrer su duro periplo desde hallar en la salida laboral un refugio para “salir adelante” hasta convertirse en quién es hoy, la conductora de "La tarde del Nueve" (El Nueve) y "El Planeta Urbano" (IP) analiza: “Ahora disfruto más de mi profesión que cuando empecé”.
–Hace un tiempo dijiste que en tus comienzos en el mundo del modelaje te habías topado con personas poco empáticas. ¿Cómo fueron esos momentos difíciles?
–Es que no puedo ser hipócrita. Me ha pasado de cruzarme en la tele con personas poco empáticas, hombres y mujeres, que se han aprovechado cuando no tenía el carácter forjado, y la verdad es que eso fue algo choto. Creo que lo más interesante que uno puede hacer es ayudar, hacer crecer, potenciar al otro. Pero cuando pasa lo contrario… A la distancia, hoy que estoy plantada y ya sé quién soy, lo veo y es una guachada. De esas cosas salí fortalecida.

–¿La terapia fue un pilar en tu vida?
–Hace veinte años que hago. Creo que todos deberíamos ir a terapia: es un espacio de reflexión que tiene mala fama porque la gente lo asocia con tener problemas, y la verdad es que todos tenemos cosas para reflexionar. Es muy necesario para repensar nuestra historia.
–También has contado que te tuviste que hacer adulta tempranamente (N. de la R: terminó criando al más pequeño de sus cinco hermanos, producto de la conflictiva relación entre sus padres), ¿cómo impactó eso en el modo de acompañar el crecimiento de tus hijos?
–Mis hijos son un reflejo constante respecto de mi historia. Por eso es que no repetí. En mi caso, pude fortalecerme gracias a terapia, pero siempre digo que las heridas y las cicatrices son algo que quedan. Todo lo que nos sucede nos deja huellas y están ahí, y estoy muy atenta a cuidarlas.
–¿Y cómo se traduce en la crianza eso que no querías repetir con tus hijos?
–En la crianza de mis hijos me parece muy importante, por ejemplo, el peso que tienen las palabras. Es algo de lo que soy muy consciente, y por eso intento ser muy cuidadosa con lo que digo.

–Claro, sobre todo porque uno inscribe muchas cosas psíquicamente.
–Tal cual. Uno de los valores primarios en la maternidad para mí es la comunicación y el diálogo en la diaria, es un momento de unión que es muy importante y también se da en conjunción con la escuela. Obvio que el amor también se los transmito desde lo físico, soy una mamá muy lúdica.
–¿Qué cosas compartís con cada uno?
–Con Benjamín, que tiene 14 años, claro que ya no juego tanto pero lo estoy acompañando en esta etapa en la que le gusta más estar con amigos. Está muy interesado en el tema de las bitcoins y parece gustarle la administración de empresas, pero a la vez yo le veo mucho sentido de la estética.
Con Gerónimo, que tiene 10, jugamos hasta al fútbol. Mi idea de la maternidad es darles libertad pero con contención.
–Hace un tiempo entrevistaste a Laura Esquivel y hablaban de la ansiedad que generaba la fama. ¿Qué lugar ocupa para vos la exposición, salvando las distancias?
–Yo no palpé la popularidad como ella, que es una mujer superconocida. Yo puedo transitar por la calle. Pero te puedo decir que en los últimos siete años registré un poco más eso: siempre viví muy sencilla y no me creo ningún personaje, pero debo decir que me pesa la mirada, la expectativa y la exigencia ajenas. Claro que no dejo de hacer cosas y aprendí a lidiar. Pero a veces me pregunto cómo sería si nadie supiera quién soy.

–¿Te gusta el anonimato? ¿Es una idea que te da cierta calma?
–Aunque soy muy social, me encanta mi soledad y estar en mi casa. Además, como trabajo tanto con el afuera y con la exposición, es como volver a mi refugio y estar conectada con mi origen. Yo hago mi trabajo y después necesito guardarme.
–Y durante los comienzos, ¿qué recordás de ese romance con la vanidad que propone el mundo de la moda?
–Cuando arranqué, cero vanidad: era tomarme bondis para ir a los castings y que siempre me quede un peso con cincuenta. Después, con los estereotipos, sin duda es una profesión muy demandante.
–¿Era cruel tener que encajar en un estándar en un ambiente en el que afectan mucho los trastornos alimenticios?
–Al laburar como modelo, más allá del aspecto físico, tenés que tener mucha disciplina, carácter e impronta. Toda la vida me cuidé y me mantuve en cierto peso sin ningún trastorno alimenticio. Pero claro que me han bajado de desfiles.
Cuando recién empezaba, que me estaba desarrollando, me ha pasado que desde una agencia me dijeran “estás un poco rechonchona”. No seamos hipócritas: vivíamos otro momento y si una modelo no cumplía con los estereotipos, la primera que veía si había celulitis era la sociedad.
–¿Sentís que es genuina la diversidad que proponen las marcas hoy?
–Creo que hay más diversidad y se muestran imágenes más variadas; gracias a eso todos somos parte y nos sentimos representados. Pero aún hay que romper más con los estereotipos.

–¿De niña tenías referentes que te marcaron?
–No era fan de nadie en particular, así que no podría mencionar a ninguno. Eso sí: en el modo en el que me hice camino siempre supe que no me gustaba copiar a nadie.
–¿Qué lugar ocupan las redes para vos?
–Las redes se convirtieron en otra parte de mi trabajo, sobre todo porque encontré un canal para comunicar cosas interesantes. Mi comunidad está compuesta en un ochenta por ciento por mujeres y es muy linda la interacción que tenemos.
–¿Cómo se dio ese enganche con tus seguidoras?
–Es algo que comenzó más fuerte antes de la pandemia. Ahí fue que empecé a compartir mis entrenamientos, hábitos saludables y temáticas relacionadas al bienestar. Como siempre les digo a los que me siguen, “no soy profesional, consulten con uno”.
Yo siempre aclaro que lo que hago es compartir mi experiencia. Siento que hay mucho chanta en las redes, mucha gente sin títulos diciendo lo que hay que hacer.
–¿Y qué mensajes recibís de tu público?
–Según los mensajes que me llegan, me dicen que las inspiro y que les doy fuerzas. Siento que ven a una mina que labura y que disfruta de la vida. Uno a veces no se da cuenta de lo que genera en el otro. Por eso sigo prefiriendo no meterme en quilombos.

–¿Cómo espantás a los haters?
–En mi audiencia por suerte no hay haters. Además, yo soy cero belicosa: siempre trato de buscar la armonía y la paz, así que no doy mucha chance. A veces veo cosas que suceden y, en lugar de responder, me digo: “Pará, estás tranquila”.
En las redes la gente opina sobre todos y hasta se mete en tu trabajo, entonces en ese momento en que me tiento, pienso en la importancia de ser inteligente para que no me joda la respuesta después.
–Lo que se llama “reducción de daños”.
–Es que sí. Además, las opiniones son muy subjetivas, sin contar con que la gente solo ve un cuarto de mi vida.
–¿Profesionalmente hay algo más a lo que aspires?
–En este momento de mi vida disfruto mucho del combo divino que tengo: me encanta hacer entrevistas y que me abran su corazón en "El Planeta Urbano" y también estoy feliz de conducir "La tarde del Nueve" (producido por Mandarina), en el que hacemos cuatro horas de corrido, dos cosas increíbles que logré.
Siento que el noticiero diario me dio muchas horas de vuelo, una experiencia con la que estoy muy agradecida. Yo voy paso a paso, así que solo me dedico a gozar de este presente.
Fotos: Karim Fortunato
Dirección de producción: Gimena Bugallo
Producción y estilismo: Camila Mariani
Make up: Shuli Juarez
Pelo: Cristian Rey
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