Dillom: "No quería morirme siendo uno que pudo haber sido algo"

Un pibe que fue señalado como un outsider y que hoy está dispuesto a cambiarlo todo. Así es la historia de Dylan León Masa, el rapero de 21 años que lanzó su primer álbum por miedo a morirse y dejar su obra inconclusa.

“Nunca llego a horario, no me rompan las pelotas”, canta Dillom en “Piso 13”, la octava canción de su disco Post Mortem. Por eso, cuando llega unos minutos tarde a la cita con El Planeta Urbano, lo hace con total impunidad. Es lunes al mediodía y Dylan León Masa tiene cara de dormido. Algo normal teniendo en cuenta que desde su debut en el Lollapalooza su vida se volvió una vorágine. 

Apenas unos días después de esa noche consagratoria, el rapero de 21 años que tocó en horario central del festival más concurrido de 2022 anunció dos fechas en el teatro Vorterix y las entradas se agotaron en apenas cuatro minutos. Sí, cuatro. Sold out en tiempo récord y la decisión de sumar dos nuevas funciones que también se vendieron a sala llena. “Todo esto nos dio la espalda para hacer cosas mucho más ambiciosas. Te diría que el 90 por ciento de todo lo que gano lo vuelvo a invertir, porque esto es lo que me gusta y quiero que cada vez salga mejor”, lanza apenas comenzada la entrevista, y tiene razón. 

Al igual que su álbum juega con el concepto de su propia muerte, su presentación en vivo fue la puesta en escena de su velorio ficticio y la producción se hizo notar: hubo un coche fúnebre en la entrada del teatro, santuario con velas encendidas y algunas lápidas sobre el escenario. Otro detalle: entre el público se colaron algunos actores vestidos de luto para llorar durante los cuatro shows. “Me gusta transmitir emociones con lo que hago. Si eso significa incomodar, emocionar, angustiar, hacer enojar o reír, me gusta, sea cual sea el sentimiento. Lo peor que te puede pasar es producir indiferencia”, dice Dillom con el hambre de un pibe que hace algunos años, cuando la plata no alcanzaba y la vida se ponía difícil, ni siquiera soñaba con este presente. 

“Si me muero, no va a quedar tan inconclusa mi obra, porque hay algo de lo que yo ya me siento orgulloso. Ese era el miedo principal que tenía, morirme siendo uno que pudo haber sido algo.”

–Más allá de la estética de tus últimos shows, cuando presentaste Post Mortem entraste en el escenario en un ataúd. Contame por qué. 

–Yo hace mucho venía trabajando en el disco y soñaba con fingir mi propia muerte el día que saliera. Era la movida de marketing que quería encarar, que la gente pensara realmente que me había muerto. Iba a pedirles a mis amigos que subieran fotos conmigo y escribieran cosas como “te vamos a extrañar”. Pero había que encararlo de una manera piola para que no se me enojara la gente. Fui desarrollando el concepto con el equipo y pensamos que la presentación del disco tenía que ser un funeral, entonces se disparó: “Che, ¿y si entro al show en un ataúd?”.

–El nombre del disco surgió porque en plena cuarentena te agarró mucho miedo a morir. ¿Todavía le tenés miedo a la muerte?

–No, no es algo que tenga muy presente ni que me atormente. Quizás puede ser porque me siento muy realizado con la salida del disco, todo salió diez veces mejor de lo que yo pensaba. En ese sentido, si me muero, no va a quedar tan inconclusa mi obra. Hay algo de lo que yo ya me siento orgulloso, con lo que puedo dejar una mancha grande en la cultura. Ese era el miedo principal que tenía, morirme siendo uno que pudo haber sido algo. Obviamente que ahora tengo muchas más ambiciones, pero estoy más tranquilo. 

–Tenés un público muy amplio: te escuchan los pibes fanáticos de la música urbana y también gente más grande. ¿A quién te interesa llegar?

–No sé si me interesa llegar al público por una cuestión de edades, sino por una cuestión de madurez musical. Hay mucha gente que me debe de escuchar de forma más casual y eso también es bienvenido, porque ese público suele ser el más masivo y de algo tengo que comer (se ríe). Están buenas las dos cosas, pero me interesa llegar a un público más crítico. 

“Yo creo que la gente ya está hinchada las bolas de tanta corrección política, entonces un poco me aprovecho de eso.” @agustindusserre

–¿Te sentís representado por la escena actual de la música urbana?

–¿La escena más mainstream? No, me encantaría que me gustara esa música, sería mucho más feliz, pero no es algo que me interpele. Todo bien, igual, me encanta que les vaya bien porque eso no solo me hace bien a mí y a todos como industria, sino que también le da trabajo a muchísima gente, les da de comer a muchas familias. Entonces, yo no soy nadie para decir que Miami está mal. Quizás yo no tengo la cantidad de números que podría tener haciendo esa música, pero hago lo que me gusta hacer. Que a mí no me conmueva es otra cosa.

–¿En qué andabas vos cuando fue el boom de El Quinto Escalón? ¿Qué te acordás de eso?

–No me gustaba, no me representaba lo que hacían. Lo mismo que me pasa ahora, pero porque tengo otros gustos musicales. No te voy a mentir, en ese momento mi vida era bastante complicada y me daba un poco de bronca. Pensaba: “La puta madre, lo que yo hago es mejor, deberían escucharme a mí”. Pero eso nace de la envidia, cuando no te va bien. Hoy te lo puedo decir porque estoy contento conmigo y no miro para los costados. Además, si hacés las cosas bien, hay público para todos. 

@agustindusserre

Escuchar el disco de Dillom es como sentarse a hablar con él. “Mi mamá tomando merca, todo enfrente de mi cara/ Y mi viejo después de eso me echó fuera de la casa”, canta en “Opa”, acaso su mayor hit. Y a eso mismo se refiere cuando dice que su vida era un tanto difícil. Algunos de los golpes que bateó: cuando tenía 15 años, un allanamiento en su casa terminó con su mamá presa e involucrada en un caso de drogas justo un día antes de dar su primer show. La policía secuestró su celular, su computadora y se llevó toda la música que tenía grabada, excepto por un pendrive que pidió por favor que le dejaran para poder presentarse en vivo. Ya en ese entonces, Dillom frecuentaba un estudio de grabación en la Villa 31 y producía beats para una crew de raperos llamada La 31. Pero su futuro estaba arriba del escenario. 

Mientras tanto, su papá formó una nueva familia con una mujer judía ortodoxa y se convirtió a la religión. Ahí fue a parar Dillom cuando su mamá cayó presa, pero él no encajaba (“no me sentía en casa”, dice) y al poco tiempo su papá lo echó. Las opciones fueron dos: irse a vivir al sur o a Misiones con otra parte de la familia. Eligió la tercera: dormir una noche en la plaza Lima de Núñez y pedirle ayuda a un amigo. Si quería dedicarse a la música, tenía que quedarse acá. 

–Cuando hablás de los puestos de laburo que genera la música, se nota que tenés un nivel de conciencia social muy grande. ¿Esto te lo dio la experiencia de moverte en barrios más humildes y ver que había otra realidad?

–Sí, totalmente, cuando yo vivía con mi vieja no nos sobraba la plata. Ella vendía ropa en parque Centenario, llegábamos muy justos a fin de mes y a veces la pasábamos mal. Yo siempre me manejé en entornos de gente muy humilde y a mí también me tocó pasar… no te digo hambre, pero más o menos. Cuando me fui de casa a vivir con un amigo y la familia de él, ninguno tenía un mango tampoco. Éramos cuatro en un dos ambientes, dormíamos dos en el living y dos en un cuarto re chico, con plaga de cucarachas, en condiciones horribles. Entonces, como me tocó vivir esas situaciones y sentí esa frustración de ir al colegio y tener que comer 400 viandas horribles porque no podía comprarme algo para morfar, puedo tener una perspectiva mucho más empática de la situación. 

“Gran concierto del pibe Dillom en Saldías. Inapelable”, escribió Fito Páez en Instagram luego de ver su show en el festival Argenta Ft. 

–¿Qué te pasa cuando los medios titulan “De vivir en la calle a tener millones de reproducciones”?

–Un poco de bronca me da, porque me hacen quedar como un boludo. Parece que yo ando diciendo que viví en la calle, que soy de la villa, y nada que ver. Yo no quiero aparentar algo que no soy, me abstengo a contar lo que me pasó, ni mucho menos orgulloso. Lo cuento narrativamente, porque aporta a quien soy. 

–Vos usás mucho el humor y en tu perfil de Instagram tenés una foto de Ana Frank. ¿Hay algo de reírte de tu propia historia en eso?

–Por ahí tiene un tinte a eso. Justo se da la casualidad de que me parezco mucho y me lo dicen desde que voy al colegio. Cada vez que pasa alguien por una librería y ve el libro de Ana Frank me etiqueta en redes, entonces un día me hinché las bolas y dije: “Listo, me voy a poner la foto de perfil”. Y quedó ahí. Por ahí algunos se pueden llegar a ofender, sin conocer tanto el contexto. Parece que me estoy riendo de Ana Frank, pero todo lo contrario. 

–¿Te da miedo esta cultura de la cancelación? ¿Maquinás con un día decir algo y cagarla?

Sí, a veces lo pienso, eventualmente va a pasar (se ríe). Pero yo creo que la gente ya está hinchada las bolas de tanta corrección política, entonces un poco me aprovecho de eso. 

Tras la cancelación del show de C. Tangana, Dillom tocó en horario central del Lollapalooza 2022 y fue el gran campeón de la noche. 

CRÉDITOS

Fotos: Agustín Dusserre

Dirección de producción: Gimena Bugallo

Estilismo: Camila Mariani

Make up: @macu.atauri

Realizador audiovisual: Chanas Scigliotti

Agradecimientos: Saldías Polo Cultural, Caras y Caretas Cocina, JT, Tramando, Panni Margot, Limido Joyas y PUMA

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