Claudia Piñeiro, nominada al Booker Prize por 'Elena sabe': "Es una novela que quiero mucho"

La autora más leída de la Argentina es finalista del premio International Booker por una novela publicada hace quince años, atravesada por intereses y conflictos de una actualidad cada vez más antigua.

Claudia Piñeiro suma y sigue, su literatura trepa por las bibliotecas y salta las fronteras. Cada narración arranca con una imagen, trasluce verdades entrelineadas y expone visiones del mundo. Hilvanándose con el tiempo, libros tan distintos se reordenan, dentro de la propia obra, sobre la marcha.

Contadora de base, tributa el don de la palabra escrita con la exactitud de quien trabaja para que el mensaje salga tal cual se quiere transmitir. Y sin proponérselo, rescata una joya publicada en 2007: es finalista del Booker Prize 2022 a la mejor novela extranjera traducida al inglés por Elena sabe, una historia que, escrita hace quince años, parece fogonera del estallido; una voz, la de Elena, que retoma su lucha mucho mejor acompañada. 

Elena sabe la escribí en 2007, y lo que me parece interesante es que esta novela termina de explotar ahora. Hay algunos textos que necesitan el momento y el tiempo adecuados.”

–¿Sabés por qué Elena sabe es finalista de un premio tan prestigioso?

–Por qué eligieron esa novela no lo sé. Es una novela que yo quiero mucho, a la que le puse mucho empeño en el momento que la escribí. Se publicó en 2007 y lo que me parece interesante es que termina de explotar ahora. Hay algunos textos que necesitan el momento y el tiempo adecuados. A lo mejor, cuando salió, sobre todo porque yo venía de tener un éxito muy grande en cantidad de lectores con Las viudas de los jueves, no era la novela esperada, todo el mundo estaba esperando Las viudas de los jueves 2, un poco más de Las viudas de los jueves. Y esta era una novela totalmente diferente. De todos modos, la leyó muchísima gente, en su momento hizo su recorrido, pero ahora es como si fuera una revancha, como si el texto hubiera estado ahí esperando que más adelante se lo redescubriera, y es lo que está pasando ahora con el premio, quince años después. 

–¿Creés que pesó más la prosa, la historia o lo que representa la historia en el marco actual?

–En cada premio puede ser diferente lo que se busque. Hay que pensar que el Booker Prize es un galardón muy reconocido y con mucha historia que apunta a la calidad literaria. Qué pesa más, qué pesa menos, no tengo idea, habría que preguntárselo al jurado. Sí sé que es una selección muy rigurosa. Me contaban que se reúnen todo un año leyendo todos los libros que llegaron. No hay un jurado de preselección y otro de selección, todos van leyendo todo. Se reúnen cada veinticinco días y discuten sobre los libros que leyeron. Hay un proceso muy riguroso.

–¿Te alimenta como autora una premiación?

–Siempre hay una primera cosa que tiene que ver con la caricia y la alegría que te produce que alguien te reconozca, eso es del orden de lo personal y le puede pasar a un escritor o a cualquiera. Tengo distintos premios y todos significan una cosa distinta. Este premio significa, por un lado, que el libro sea leído en el mundo anglosajón. La traducción de libros extranjeros en Gran Bretaña es un cuatro por ciento de lo que se publica. En ese porcentaje están Vargas Llosa, García Márquez, Murakami… el que se te ocurra está ahí. Ya ser traducido al inglés es difícil, y además, dentro de ese cuatro por ciento, que te lean también. El hecho de estar en la long list ya implicó que lectores de otros países llamaran a mi agente para preguntarle si les podía mandar el libro en inglés, porque a lo mejor están en un país donde los lectores de una editorial no leen castellano, entonces se enteran de que está ese libro en inglés y que ha sido valorado por un jurado y dicen “vamos a leerlo a ver si nos interesa traducirlo”. Entonces se empieza a hacer un movimiento desde el punto de vista de las editoriales y también de los lectores. A mí me empezaron a llegar, por las redes, mensajes como “estoy leyendo los libros finalistas de la long list del Booker Prize y empecé por Elena sabe y me pasó tal y tal cosa”. Ese lector que me escribe diciendo eso me descubrió porque estaba en la lista del Booker.

–¿A partir de qué novela se produjo tu entrada internacional?

–Fue con Las viudas de los jueves, aunque en realidad la primera novela que me tradujeron fue Tuya, que se tradujo al alemán. A mí no me conocía nadie cuando saqué Tuya, y en “Radar” habían hecho una reseña que leyó un scouter alemán. Todavía no tenía agente y se comunicó conmigo. Ese scouter alemán conoció el libro a través de una reseña de Página/12, y por esa reseña le consultó a una editorial si le interesaba, la editorial lo quiso traducir y se tradujo. Pero el gran conocimiento fue a partir de Las viudas de los jueves.

–Cuando se leen autores argentinos en el extranjero, ¿cuál creés que es la sustancia, el secreto o el ingrediente que los hace interesantes y atractivos?

–No lo sé, creo que todos los casos son distintos. Hay traducciones que se hacen por SUR, el programa de Cancillería que les da fondos a las editoriales del extranjero para publicar libros, y fijate que los escritores que estaban más traducidos eran Cortázar, Borges, Piglia, Ana María Shua, Guillermo Martínez, yo… Somos todos autores muy distintos y estamos requeridos para traducciones. Habrá quien busca clásicos y habrá quien busca autores que tienen muchos lectores. Habrá quien busca microrrelatos. Pero seguramente esas editoriales buscan algo que saben que van a vender, ya sea una editorial que venda masivamente o una que su nicho sea otro, también va a buscar lo que va a poder ofrecerles a sus lectores. En los últimos años, todo lo que tiene que ver con Latinoamérica pasó de moda. Ya no importa más el paquete latinoamericano, solo algunos autores. Latinoamérica como zona no interesa. 

–Pero en este último tiempo sí parece haber un interés muy grande, al menos en reconocimientos y publicaciones, en mujeres escritoras argentinas y latinoamericanas. 

–Las obras de Gabriela Cabezón Cámara, Selva Almada, Samanta Schweblin, Mariana Enriquez, Fernanda Melchor y Fernanda Trías se abren camino por prosa, por literatura y por texto. De ninguna de las que te nombré leés su obra y es un texto feminista, en el sentido de que esté hablando de la lucha de las mujeres, sí es una mirada del mundo de una escritora mujer. Gabriela Cabezón Cámara, cuando hace una reescritura del Martín Fierro, toma lo que nota en el Martín Fierro, que son las figuras femeninas de aquella época, y las lleva a la enésima potencia con ese libro. ¿Lo hubiera podido escribir un hombre? Me imagino que no. Seguramente habrá muchos otros textos escritos por mujeres que no van a llegar adonde llega ella con Las aventuras de la China Iron

“En los últimos años, todo lo que tiene que ver con Latinoamérica pasó de moda, como zona no interesa, solo algunos autores.”

En 2021, la escritora postergó los libros para revolver su costado guionista, y junto al cineasta Marcelo Piñeyro le dieron vida a El reino, la serie argentina más vista del año pasado en Netflix, que contó con un elenco estelar (Diego Peretti, Chino Darín, Mercedes Morán, Peter Lanzani, Nancy Dupláa y Joaquín Furriel, entre otros) y que por su temática, un thriller dramático centrado en las relaciones de poder entre el Estado y la Iglesia, rápidamente recibió críticas –y hasta amenazas– por parte de Aciera, que acusó a la escritora de “comportamiento fascista” y de tener “un encono contra la cultura evangélica de la Argentina derivada de su militancia feminista durante el debate de la ley del aborto”.

Ante estas acusaciones y para darle un cierre a la cuestión, Piñeiro respondió en una entrevista con Canal 9 que le llamó la atención que las críticas se centraran únicamente en su persona, a pesar de que el guion fue coescrito junto a Marcelo Piñeyro en partes iguales. En ese mismo sentido, la autora señaló que los detractores de su trabajo “se ponen a hablar de las iglesias porque no quieren hablar del poder”, que es de lo que verdaderamente trata la serie.

Finalmente, agradeció el apoyo recibido, especialmente, por parte de colegas y referentes del mundo artístico. “La respuesta de los pares fue muy calurosa y para nosotros eso fue hermoso. A veces hay una imagen de que hay envidia en el medio, pero nosotros sentimos que todos estaban contentos cuando empezamos a desarrollar la serie.”

Ahora es otro el cantar y, con el barullo en silencio, por estos días también se confirmó que Elena sabe será adaptada para una película de Netflix bajo la dirección de Anahí Berneri y la producción de Vanessa Ragone. 

–¿Cómo es tu participación en la película? ¿Estás al frente del guion? 

–No. Anahí Berneri hace el guion con su equipo. Luego sí voy a leer los guiones y hacer mis aportes. En todas mis películas tuve mis momentos para hacer comentarios, pero nunca tuve nada grave para decir. En los contratos figura que además de leer el guion podés ver el último corte de la película y ahí definís si va a decir “basada en una novela de Claudia Piñeiro”, si va a decir “versión libre” o si no va a decir nada. Eso les da libertad al director y al productor de hacer lo que quieran con el texto.

–¿Ahora estás escribiendo?

–Estoy embarcada en una continuación de Tuya. Nunca hice una continuación de ninguno de mis personajes, y en algún momento pensaba hacerlo con Betibú. Lo empecé y justo el tema que estaba pensando tocar coincidía con un hecho de la realidad que pasó después, pero que me frenó porque dije “no voy a escribir algo que va a parecer que lo hice por este hecho”. Guillermo Martínez, que es amigo mío, iba a los Estados Unidos a dar un curso y les daba a sus alumnos cuatro novelas, una era Tuya. Lo tenía muy leído y me dijo: “Vos tendrías que hacer una vuelta de esta mujer”. Ese personaje terminó en la cárcel por haber matado a la amante del marido. Lo gracioso, porque es un libro con humor, es la cabeza de esa mujer pensando todo el tiempo en términos muy machistas y conservadores. Era todo un desafío traer al mundo de hoy a esa persona cambiada, porque si pasó quince años en la cárcel seguramente no salió la misma mujer, se tiene que adaptar a un nuevo mundo. Me pareció interesante y estoy trabajando en eso. 

–¿Escribís diarios?

–No, pero hoy justo estaba mirando una serie en Netflix, Los diarios de Andy Warhol, y pensé “qué lindo escribir esto”. Me dio unas ganas terribles esa cosa de poner pastillas de lo que va pasando en el día. Nunca lo hice, pero me pasó hoy y me dieron ganas. 

Fotos: Nora Lezano 

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