Nicolás Artusi: comunicador serial
Escuchar o leer al “sommelier de café” es lo más parecido a ese despertar que se siente al recibir una inyección de cafeína cuando más se necesita. El hilo de su conversación nunca se detiene. Brotan de su mente ideas e historias que quedaron plasmadas en sus mil y una notas en los diarios y revistas más importantes del país, en sus cuatro libros dedicados a la cultura del café o en el aire de la radio, en programas como Su atención por favor y Brunch. Hoy está al frente, junto a Paloma Bokser, de Imagen positiva, el noticiero diario de la segunda mañana de IP (de 9 a 12), que aborda la actualidad desde una perspectiva muy vinculada con su estilo, haciendo foco en el ambiente cultural, el arte y la coyuntura ambiental en el mundo.
Pero a pesar de estar en muchas partes al mismo tiempo, Nicolás Artusi confiesa que no es multitasking: hace una cosa a la vez. En un mismo día, conduce un programa de televisión de tres horas, saca a pasear a la perra, almuerza con dibujitos de Batman, duerme la siesta, sale a correr, escribe una nota y graba un podcast. De eso y mucho más habla el periodista, sentado en el escritorio de su estudio, en un departamento plagado de libros, películas, juguetes y revistas.

–Hace poco escribiste una nota relacionada con el apocalipsis. ¿Desde qué lugar lo ves vos?
–La primera pregunta que se me plantea es si es nuevo en la historia de la humanidad pensar que el mundo se termina. Cuando fue el tránsito del año 999 al 1000, se generó una psicosis colectiva parecida a la que hubo cuando llegaba el 2000 y se decía que se iban a apagar todas las computadoras. Creo que es una tara común de una raza fallida como la nuestra pensar que el mundo está por terminarse. Esta raza es muy vulnerable con respecto a otras del reino animal y vegetal; entonces la reacción que tuvo la humanidad ante todo esto fue destruir el hábitat y someter al resto de las razas para conjurar su trauma original de impotencia o inadaptabilidad. En las historietas de Astérix, el jefe de la tribu gala vive con miedo de que se le caiga el cielo encima. Me gusta pensar que ya desde la época de los romanos la gente pensaba que todo tiempo pasado fue mejor y que el futuro era sombrío y apocalíptico.
–¿Recordás cuál fue ese café que te inspiró a dedicarte al tema?
–Siempre se tomó café en mi casa, nunca existió el prejuicio de no darles café a los chicos; me malcriaron con café. Recuerdo un café que fue un antes y un después, en la Plaza Roja de Moscú, un domingo a la noche. Fui a hacer una nota a una banda de rock; volvía de visitar el Mausoleo con el cuerpo embalsamado de Lenin. Estaba tomando un café en la noche del domingo, con frío, y saliendo al aire por teléfono en mi programa de radio, Brunch, en Buenos Aires, pero el domingo a la mañana, mientras acá hacía calor. Esa idea de algo tan banal de la vida cotidiana como puede ser tomar un espresso se resignifica cuando uno está en un entorno especial para uno, y cuando además del lugar, lo cruza el tiempo. Yo con un café y un vaso de tiramisú con una vainilla, caminando entre los rusos, con un gorro de piel; además hacer un programa de radio y decir algo coherente: por supuesto nunca logré decir nada coherente.
–Siempre decís cosas coherentes; tu cabeza está siempre despierta.
–Nunca perdí el hilo de la conversación; a veces fallo y me equivoco, pero trato de pensar antes de hablar. Soy muy cuidadoso en eso. Aun así, sobre todo en la radio, con esa sensación de falsa intimidad, me ha pasado de hacer un chiste y ofender a alguien. Y ahí sí pensé: “Qué boludez que dije”. Muchas veces me ha tocado citar al Hombre Araña y su frase de cabecera, “Un gran poder implica una gran responsabilidad”. El poder de hablar por la tele o por la radio hace que uno tenga que ser muy responsable por lo que dice. Sobre todo porque la palabra de uno, que no es ninguna luminaria, se potencia y se magnifica como si lo fuera.

–¿En tu programa de noticias en vivo te imponen temas que no te interesan o vos seteás la agenda?
–Cuando me llamaron para hacer este programa, les dije: “¿Un programa de la mañana en un canal de noticias? Esto es el teleteatro de la vida”; y creo que es así. Trato de abordarlo desde esa óptica. Pasamos del precio de la carne a un choque que dejó diez muertos, y de ahí al éxito de la campaña de vacunación, al estreno de cine del jueves, a las elecciones en Bulgaria; después yo recomiendo un libro. Es una conjugación entre momentos de mucha angustia, mucho drama, y el comic relief, el alivio cómico. Ese es mi secreto para hacerlo soportable y soportarlo, porque a veces la realidad es insoportable.
–Tenías una columna sobre recuerdos viajeros, ¿cuáles son el mejor y el peor recuerdo?
–Yo había ido a Cartagena a presentar mi primer libro en el festival Hay. Estaba en la gloria: un mar hermoso, el agua tibia, la playa paradisíaca; todo era sinónimo de éxito. Mientras estaba en el agua disfrutando y vanagloriándome de mi propia fortuna, vino por detrás de mí, sin que yo lo notara, una moto de agua; me llevó puesto y casi me desnuca. Felizmente, el accidente terminó en la nada, pero dije: “Qué metáfora tan poderosa”. Nunca hay que mirar hacia la playa, siempre hay que mirar hacia adelante, y uno debe saber que cualquier idea de éxito rotundo que pueda suponer o regalarse termina con un mazazo. Ahora cambié por una columna sobre falsos impostores de la historia. Creo que me identifica también porque, con respecto a lo de los viajes, soy un gran impostor. La gente cree que a mí me encanta viajar, pero me angustia mucho salir de mi casa; no soy un viajero, soy un gran fanático de la civilización humana. Necesito saber que hay una farmacia a una cuadra, un kiosco, un lugar donde tomar café.

–Pasaste una velada con Verónica Castro e Ivana Trump, y te volviste enemigo de Robert Smith. ¿Me ampliás?
–En esto me debo a la confidencialidad, pero sí te voy a decir que pasé una noche con Ivana Trump, Ivanka, su hija, Faye Dunaway, Verónica Castro y su hermana, todas juntas a la vez, en el mismo sitio, y yo. Como Las rubias + uno, pero sin Marcela Tinayre. Y lo de Robert Smith fue en 2007. Yo estaba trabajando en MTV, en una alfombra roja, y por instrucciones de la producción le pregunté muy insistentemente por el look dark; estaban de moda los emo, entonces hablamos mucho de eso. Él se molestó tremendamente, y en una fiesta después de los premios me tiró un vaso de trago largo por la cabeza, que me pegó en la espalda. Me pudo haber matado. Yo creía que era un delirio mío, pero al otro día, en el diario Reforma de México, apareció un reportaje a Robert Smith donde decía que la experiencia de la alfombra roja había sido lo peor que le había pasado en la vida, que “el reportero era un auténtico idiota”. Siempre dije que cuando escribiera mi autobiografía le iba a poner Robert Smith me quiso matar. Pero viendo mis modestos éxitos profesionales, decidí que el título va a ser Nunca en prime time. Y estoy a la noche en la radio y a la mañana en la tele, imaginate. Sí me considero un exitoso en el sentido de que puedo elegir, hago lo que me gusta. Simplemente, el personaje del fracasado es mucho más gracioso que el exitoso, rinde más. Y yo hago todo para que me quieran.
–Coleccionás muchas cosas de Hitchcock. ¿Qué te atrae de él?
–Tengo todas sus películas, las bandas de sonido, una biblioteca infinita sobre él. Todos sus héroes son tipos comunes que, de golpe, se ven inmersos en una intriga internacional. El hombre de a pie que tiene que sacar valor o coraje de algún lado, porque está superado por las circunstancias. Ese tipo de historia se me hace muy atractiva, tal vez porque veo peligros por todos lados, o porque me ofrece esa metáfora que, a pesar de lo oscuro de las historias de él, es muy positiva: la posibilidad de encontrar un héroe en el lugar inesperado o de que uno pueda convertirse en un héroe.
–¿Alguna vez te sentiste un héroe?
–Cuando me levanté para acercarle una servilleta a Ivanka Trump, porque le habían volcado un vaso de bebida encima. Pero no te puedo contar más.

CRÉDITOS:
Fotos: Alejandro Calderone Caviglia @accphoto / Producción: Gimena Bugallo @gimebugallo / Estilismo: Camila Mariani @camilagmariani / Filmmaker: Chanas Scigliotti @chanascigliotti / Agradecimientos: @boliviaonline y @garciadejalon