"Enlazando": mujeres que tejen sueños
Cuando la vida de Basilio terminó en un accidente en medio del campo, su mamá, Agustina Micheo, tuvo que reinventarse. Un dolor profundo atravesó su cuerpo, pero lejos de detenerse, se dejó llevar por las señales que su hijo más pequeño le fue dando.
“Yo me encontraba en una situación de mucho dolor y cansancio, entonces volví a mis viejas actividades, a esas cosas que hacía cuando mis hijos eran más chicos. Empecé a tejer y me di cuenta de que mis manos no podían parar. En ese momento supe que tenía que hacer algo con eso”.
Aquel impulso creativo la llevó a Agustina a comenzar un camino de sanación. “Viendo lo terapéutico que era para mí el tejido, pensé que eso también podía ayudar a otras personas que estaban necesitando mover sus manos. Me di cuenta de que mucha gente necesitaba ocupar su tiempo, entonces lancé una convocatoria a través de mis redes sociales”, recuerda, dos años más tarde.
Así, Agustina pasó de tejer prendas, a enlazar corazones. Consiguió una profesora de crochet y comenzó a organizar los primeros encuentros en el patio de su casa. “Algunas chicas no sabían tejer, pero lo más importante era juntarnos. Hoy nos reunimos una vez por semana y cada una teje a su ritmo. El objetivo principal es disfrutar de lo que hacemos”.

Aunque Agustina tiene su taller en Trenque Lauquen, mucha gente decide conectarse desde otros puntos del mapa: hay mujeres que tejen en Capital Federal, en Madariaga, en Colonia Suárez, en Córdoba y hasta en Neuquén. Reciben sus agujas, sus ovillos de lana, y devuelven una prenda fabricada.
Pero además, hay quienes se enlazaron al proyecto con otras tareas. “Una amiga hace las fotos de los productos, mi tía cose los delantales con sobrantes de tela, otras mujeres tejen las bolsas. Estos gestos de amor fueron generando una nueva realidad en mi vida, y enlazada a los corazones de mucha gente, estoy aprendiendo a vivir de nuevo”.
—Empezaste tejiendo mantas. ¿Por qué?
—Las mantas significan un abrazo a la distancia, por eso las elegí. Cuando empecé a tejer, todo lo que hacía era para regalar. Tejía pensando en la gente que quería y regalaba todo como un acto de amor. Como mis manos no paraban, entonces surgió la idea de dar un paso más: donar todo lo recaudado a distintas instituciones.

—¿Cómo tomaste esta decisión?
—Hubo mucha gente que se acercó a nosotros en un momento muy difícil y ni siquiera nos conocía, por eso necesitaba devolver un poquito de todo ese cariño. Nosotros empezamos ayudando al hospital donde la vida de Bachi terminó, y lo hicimos para darle una continuidad a ese ciclo. Consultamos qué era lo que necesitaban y nos pidieron un sacaleches para hacer un lactario, entonces nos pusimos ese primer objetivo. La idea es ir ayudando a distintas instituciones.
—El proyecto fue avanzando y hoy tienen un montón de prendas: bolsos, alfombras, almohadones. ¿Cómo fue esa evolución?
—El proyecto empezó como algo chiquito, mío, y hoy ya somos un grupo de 50 tejedoras que disfruta el compartir. Cada vez me parece más increíble la generosidad de la gente, es como una red que me contiene cuando los días no son tan buenos. Disfruto mucho de formar nuevos vínculos, nuevos lazos, y hoy tengo la seguridad de que con pequeñas cosas podemos lograr grandes cambios.

—Elegiste un nombre muy particular: “Enlazando”. ¿Qué significa esa palabra para vos?
—El nombre lo elegimos porque el juguete favorito de Bachi era un lazo. Él era un paisano de ley, entonces lo pensamos así. La palabra “enlazando” indica una continuidad, es la acción de seguir con ese lazo invisible que yo tengo con mi hijo. Yo voy agarrando esas sogas que Bachi me tira para seguir día a día. No sé hasta dónde va a llegar el proyecto, pero esperemos que siga creciendo y que más gente se pueda enlazar con nosotras.
Todas las prendas se pueden adquirir a través de la página web www.enlazando.com.ar o la cuenta de Instagram del proyecto.
