Las cuatro esquinas
En esta segunda entrega de sus columnas mensuales, Lulu viajó a la Gran Manzana para vivir in situ la semana de la moda más famosa del mundo.
Hace algunos días fui anfitriona de un gran grupo de mujeres que eligieron viajar junto al blog Chicas en New York para transitar, vivir y ver cómo se comporta la Gran Manzana durante la semana de la moda. ¿Quién no está siempre dispuesto a tomarse unos días en NYC? Nunca te vas a cansar de ir, porque dependiendo de la época, la ciudad va mutando, suceden un montón de eventos y, así, sus calles van tomando diferentes formas.
Para todos aquellos que trabajamos o tenemos alguna relación con la moda, visitar una de las mecas del fashion business en la semana en donde se presentan las próximas colecciones de las marcas consagradas a nivel internacional se transforma en un hecho inolvidable, digno de transitar.
Con la suerte de ser reincidente, preparé mis sentidos y afilé la mirada para observarlo todo. Para esta tercera vuelta, aprendí que el “mainstream” no radica en la pasarela y que lo mejor de estos días en NY es pararse y transitar las diferentes caras de la ciudad, a las que apodé “cuatro esquinas”: tan solo una experiencia en cada esquina basta para percibir una visión 360 del auténtico Fashion Week.
La primera esquina es la más esperada; hablo de poner el pie en la pasarela, de acceder al show como tantas otras estilistas, editoras, blogueras y celebridades que llegaron al mismo sitio y con las mismas intenciones: conocer antes que se haga luz verde en redes sociales todo lo que se viene para esa marca. Como influencer, no hay nada como estar ahí para contarlo. Así fue que viví, entre otros, el desfile del gran Felipe Oliveira Baptista para Lacoste.
Además del show, en ciudades como Nueva York todas las marcas de moda cuentan con showrooms donde se exhibe lo que se vio en pasarela. Es aquí en donde se atienden los pedidos de clientes de todo el mundo, es aquí donde tenés la posibilidad de probar, tocar y recorrer todo aquello que durante el desfile sucedió frente a tus ojos. Esta es la segunda esquina, ya que completa el circuito de exposición y es necesaria para sentir en primera persona la prueba de calidad de las tremendas prendas realizadas para cada colección.
En la tercera esquina se encuentra ¡la calle! Como pasarela itinerante en donde nadie da un paso en falso, la intención es clara y los objetivos a la hora de vestir son precisos: no pasar inadvertidos. En la calle se mezcla lo que se viene con lo que se usa con el estilo personal de cada quien.
Las calles de NY no son las mismas durante una semana de la moda: en estos días están cargadas de estilo y vale la pena transitarlas, simplemente observando. Hay barrios donde esto se concentra y es genial.
Por último, elijo pararme en la cuarta esquina, la mirada vintage, la obligación sine qua non que nos descoloca del statu quo de las vidrieras de lujo.
La visita a las ferias de ropa usada los fines de semana en la city nos anticipan que todo vuelve y nos invitan al ‘revolvé y encontrá joyas’. ¡Imposible salirse de esta esquina con las manos vacías! Hasta la próxima.