Fer Dente: "El oficio de la actuación es solo para el que tiene la vocación de hacerlo"

Es el mayor exponente joven de la comedia musical de habla hispana. Dispuesto siempre a tomar grandes desafíos, convierte en éxito rotundo cada obra que protagoniza y afianza su carrera como director y formador de nuevos talentos. La clave de su presente, asegura, está en cultivar la disciplina y entregarse a la vocación.

El escenario del Metropolitan se ilumina con pequeñas luces que parecen infinitas y una nube de humo que nos transporta a un mundo de fantasía. Allí, literalmente volando, Fernando Dente canta en un registro vocal de notas perfectas y da inicio a Regreso en Patagonia, la superproducción teatral del año que nada tiene que envidiarle a un gran musical de Broadway.

Su performance también está a la altura de los escenarios de la Gran Manzana: allí, el protagonista de la exitosa Kinky Boots completó una formación técnica que fue el broche de oro de años de trabajo y disciplina en nuestro país.

Como se desprende de esta nota, el virtuosismo de Dente no proviene de la suerte o de la intuición (tampoco de su belleza física y de su carisma, que los tiene de sobra), sino de horas interminables de estudio, una pasión única por el trabajo y su vocación, insoslayable.

Fer Dente protagoniza, junto a Franco Masini y Nahuel Pennisi, "Regreso en Patagonia", la superproducción teatral del año que nada tiene que envidiarle a un gran musical de Broadway.

–En el último tiempo te convertiste en un gran gestor cultural, además de tu trabajo como cantante y actor. ¿De dónde viene esa nueva faceta?

–En los últimos dos años, desde que empezó la pandemia, arranqué a hacer todo lo que alguna vez soñé. Dije: “Es ahora”.

Junto a Ricky Pashkus fundamos la escuela de teatro musical más grande de Latinoamérica, el Instituto Argentino de Musicales (IAM), y empecé a dirigir, que era algo que tenía muchas ganas de hacer. Pero no solamente dirigir, sino generar un movimiento alrededor de los espectáculos.

–¿Vas dirigir Heathers el año que viene en el Ópera?

–Sí, abrimos las audiciones y hay 4.500 personas inscritas solo para la de Buenos Aires. Desde Drácula en el año 90 que no se anota tanta gente para una audición.

–Sos el nuevo Pepito Cibrián.

–(Se ríe) Es mucho lo que me decís, no sé cómo reaccionar. Hablando en serio, estamos girando por Mar del Plata, Rosario y Córdoba, haciendo audiciones también para traer gente a hacer el show en Buenos Aires. Es una locura, es hermoso.

Es una obra que tiene actores de entre 18 y 30 años, y yo tenía muchas ganas de poder generar un proyecto con gente nueva, y sobre todo preparada.

–Últimamente se elige mucho en función de la fama mediática o de la cantidad de seguidores en redes sociales.

–A mí me da igual si el artista es conocido o no. Tampoco me parece que alguien que sea muy popular va a estar necesariamente menos preparado que un desconocido talentoso. Yo no me fijo en si alguien tiene 100 mil o cero seguidores; en este proyecto nos podemos tomar la licencia de no fijarnos en eso.

Entiendo que muchas veces es importante ser popular para estar encabezando un título, pero este proyecto tiene otro color, y al estar yo liderando desde la dirección, apostamos desde otro lugar.

–¿Cómo manejás el temperamento en tu rol de mentor, director y profesor?

–Yo doy clases desde muy chico, desde los veinte años, y siempre desde afuera cuando miro a un otro me siento muy crítico. Pero cuando se genera ese momento real de la audición, de estar cara a cara, me nace una empatía absoluta, porque descubrí que solamente se puede construir hablando de lo bueno que está haciendo el otro.

Una vez, un director al que yo quiero mucho dijo: “Si vos tenés un actor que está todo enyesado y solo puede mover un dedito, le tenés que hablar de ese dedito que puede mover, porque todo el resto lo tiene enyesado”.

Entonces, en algún momento se va a curar esa fractura, pero hay que empezar por agarrarle algún lado. Y me pasa en las audiciones, que cuando tengo a alguien enfrente pongo toda mi atención y mi imaginario en esa persona. Es la única manera de que el otro pueda hacer un trabajo y pelear con justicia lo que está haciendo, que tenga un espacio real para defenderlo.

–¿Cómo ves al talento argentino?

Hay mucho talento en la Argentina, pero hay poco talento profesionalizado. Y esto anula lo primero que te dije, porque el talento solo no sirve. Es como un ladrillo: necesita que alguien lo arme, lo pegue, lo pinte, y ahí se construye una pared.

 “Cuando se genera ese momento real de la audición, me nace una empatía absoluta, porque descubrí que solamente se puede construir hablando de lo bueno que está haciendo el otro.”

–¿Y eso por qué creés que se da?

–Yo creo que es un mal generacional que se da a nivel mundial, y es que se toma el arte como algo distinto a la medicina, por ejemplo. Con esto me refiero a que vos no te imaginás a un médico que aprenda a ser médico operando, y sin embargo acá decimos: “Ah, se puede aprender a actuar actuando, subiéndose al escenario, grabando”.

Y sí, se puede, es probable a veces, pero ¿qué se construye?, ¿qué podés construir a largo plazo si no tenés una formación, herramientas y conceptos técnicos? Lo que hacemos nosotros, sobre todo en el teatro musical, es muy específico: la nota está afinada o desafinada; la pirueta es doble o te caíste, y eso implica horas y horas y horas de trabajo.

–¿Sentís que falta disciplina en las nuevas generaciones?

–Es una generación que no está preparada para frustrarse, entonces hay una tendencia a evitar todo tipo de proceso que lleve tiempo. Se evita el esfuerzo y la repetición, pero en los alumnos de tercero de la escuela noto una construcción más fuerte que en los de primero.

Nuestro trabajo es como la gota sobre la piedra, que cae y cae hasta que la rompe. Bancarse esa fe infinita de saber que todos los días hay que intentarlo para que “hoy pueda ser que te salga” es el gran desafío.

–¿Cómo se lleva la inmediatez de las redes con tu oficio?

A este oficio solo lo resiste el que tiene la vocación de ejercerlo. Y la vocación es como una bendición y una maldición, porque de eso no se puede escapar. Es lo que vas a terminar haciendo, sea como sea, en algún momento de tu vida. Alguien que esté destinado a que este sea su camino y se ocupe de eso no sabe de momentos, no sabe de redes sociales, porque la vocación es más fuerte que vos.

“El talento solo no sirve, es como un ladrillo: necesita que alguien lo arme, lo pegue, lo pinte, y ahí se construye una pared.”

–Te vemos espléndido en el trabajo, ¿y tu vida personal?

–Muy bien, ¡enamoradísimo!

–¿Seguís casado con Nico Di Pace?

–¡Yo no estoy casado!

–Bueno, yo le digo “casado” a cualquiera que tenga una relación de más de dos días.

–Entonces estoy re casado, y muy feliz.

–Pero no conviven.

–Nosotros decimos que convivimos en casas separadas. Vivimos a seis cuadras el uno del otro, y hacemos más base en lo de Nico, porque su departamento es mucho más cómodo y lindo que el mío (se ríe).

Fotos: Karim Fortunato Pereda

Dirección de producción: @gimebugallo
Producción y styling: @camilagmariani
Asistente de Producción @lulidelacruz
Coordinación general: @srtamaliboo
Realizador Audiovisual: @chanascigliotti
Agradecimientos @lacoste

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