Nahuel Pennisi, entre la música y una nueva apuesta por la actuación: “Aprendí a tomar con normalidad todo lo que vivo”
En este preciso momento, Nahuel Pennisi podría estar de gira presentando el exitoso álbum que lanzó en 2020, “Renacer”, o alguno de sus últimos hits: la versión cuartetera de “Universo paralelo”, con La K’onga, o su novedosa cumbia “La noche”, grabada con La Delio Valdez. Sin embargo, decidió ir en busca de nuevos desafíos y se subió al escenario de la mano de Fernando Dente y Franco Masini para protagonizar “Regreso en Patagonia”, un musical con orquesta en vivo y más de cuarenta artistas en escena.
“Es raro decir que soy actor, pero hoy estoy experimentando eso y me siento muy cómodo. Cuando me llamó el productor Alberto Raimundo, la idea me entusiasmó, sobre todo por la confianza que pusieron en mí a pesar de no tener experiencia actoral. Hace muchos años participé en una ópera de mitología griega, El mito de Orfeo, pero ahí solo tenía que cantar, que era lo que ya venía haciendo. “Regreso en Patagonia” es distinta, tengo que recorrer un escenario, dialogar, interactuar con otros actores, pero me encanta salir de mi zona de confort”, confiesa.
–¿Cómo preparaste tu personaje?
–La obra está basada en “El regreso del joven príncipe”, de Alejandro Roemmers, que es una especie de secuela de “El Principito”, un libro que todos amamos. Mi personaje se llama Rafael, es el amigo de Guillermo, el protagonista, interpretado por Fer Dente, a quien no se cruza desde hace mucho tiempo.
Guillermo es un escritor frustrado que está viajando por la Patagonia buscando su horizonte y necesita apoyo. Me puse a pensar en cuántas veces me tocó a mí necesitar la mano de un amigo para ordenar un poco las cosas. A mí me gusta ayudar a la gente, ser cercano, y desde ese lugar fui preparando al personaje.

–La obra tiene una canción tuya que parece haber sido escrita especialmente para esta historia, y, sin embargo, es de tu último álbum. ¿Cómo se terminó incorporando en el guion?
–Fue una casualidad hermosa. Cuando me junté por primera vez con Sebastián Irigo, el director de la obra, me preguntó si conocía alguna canción que hablara de un amigo lejano para acompañar nuestra primera escena juntos, y yo le hablé de “¿Dónde estás, amigo?”.
Increíblemente, yo nunca la había tocado en vivo, y cuando la escucharon me dijeron que no podía ser mejor. Esta versión es la primera que hago y agradezco que sea parte de la obra porque va perfecta con la historia. Estoy muy contento de haber aportado un poquito de música al espectáculo.

–Dijiste que te gusta salir de tu zona de confort. Eso se ve en el escenario, pero también en tu música. Grabaste con Kapanga, con La Delio Valdez; la versión cuartetera de “Universo paralelo” con La K’onga se llevó un Gardel. ¿Te estás abriendo a nuevos géneros musicales?
–Me sorprende mucho lo que me está regalando la música. Acepté grabar con Kapanga, que son mis amigos, porque tenía ganas de incursionar en el rock y mi corazón también es rockero. Yo crecí con Pink Floyd, Creedence, Vox Dei, Spinetta… El Flaco todo el tiempo está ahí, es un universo que amo.
Con el tiempo fui entendiendo que está bueno no encerrarse. Yo escucho de todo, desde flamenco hasta jazz, y entre todo eso voy construyendo un camino musical. Todo lo que hago tiene mi impronta y lo único que espero es nunca perder esa identidad. Todavía sigo con ganas de seguir aprendiendo y andá a saber hasta dónde me llevará la música.
–¿Te ves colaborando con un artista del trap?
–Sí, claro. Fui descubriendo la música urbana con el tiempo. Entiendo que es como una payada, pero más moderna. Me gustan mucho Wos, Trueno, Nicki Nicole, Ca7riel y Acru. Son artistas que escucho, ¿por qué no animarme a grabar con ellos? También es una forma de experimentar nuevos universos, encarar nuevos desafíos y al mismo tiempo compartir con otros músicos. Los feats me interesan mucho y estoy seguro de que se van a dar, porque la música está para animarse y jugar.
–Este año te consagraste en Jesús María y en Cosquín. Desde 2015 que un artista no lograba esto en ambos festivales al mismo tiempo. ¿Cómo ves al folklore argentino actual?
–Estamos en un momento donde lo popular está cambiando mucho. Las redes sociales tienen un poder muy grande y no sé si ahí entra tanto el folklore, porque las manejan más que nada los jóvenes, que escuchan otra cosa. El folklore suena menos y quizá sea una música un poco más cerrada que el rock y el pop. Por eso creo que tenemos que darle una cuota de renovación, buscarle la vuelta como para seducir al público que no lo escucha con algo distinto.
Creo que, en este caso, las colaboraciones con artistas de otro palo pueden ayudar. Más allá de esto, hay que amar nuestras raíces. Mi misión es poder ayudar al folklore desde mi lugar, porque fue el género que me abrió la puerta. Por más que hoy me acerque a otra música o al teatro, el folklore siempre está conmigo, en especial en mis conciertos.

Nahuel nació con el don del oído absoluto. A pesar de ser no vidente, empezó a tocar el teclado a los 4 años. Después, pasó por el bajo y la guitarra, con la que desarrolló su propia técnica. “Me gusta quedarme a la noche tocando y escribiendo, siempre aprendiendo algo nuevo y tratando de evolucionar. Tengo varias guitarras y me gusta sumergirme en las distintas sonoridades de cada una”, cuenta el músico, que debutó en público a los 16 años, cuando se convirtió en artista callejero.
En 2012 grabó su primer álbum de forma independiente, “El sueño de la canción”,un trabajo que reivindica y al que le gustaría dar mayor difusión. “Cuando aparecí en los medios, para mí lo importante era demostrar a través de los hechos que yo podía estar ahí. No quería que me dieran el lugar porque, ‘bueno, vamos a dejarlo’. Uno con el tiempo se tiene que ir ganando el lugar.”
Una década más tarde, consagrado como uno de los artistas más importantes del pop actual, recorrerá todos sus éxitos el próximo 17 de diciembre en el teatro Ópera. “Estoy armando el recital de a poquito. Voy a presentar algunos temas nuevos, como el que grabé con La Delio Valdez, y otros que están por salir este año. Será un show distinto, dinámico. Me gustaría desarrollar otra puesta en escena aprovechando toda esta experiencia teatral que tengo ahora, pero sin que se vaya el corazón del show, que es la música.”

–Siempre destacás la importancia de tu mujer y de tus hijos (Mateo, de 3 años, y Alma, de 8 meses). ¿Cómo llevás la vida familiar con tantos proyectos?
–Es un desafío muy grande. Mis hijos y mi esposa son lo más valioso, el motor de mi vida. Estoy haciendo carrera gracias a ellos, por eso intento equilibrar lo artístico y lo humano. A veces los chicos reclaman que papá no está en casa y tienen razón, pero también trato de darme el tiempo para estar con ellos, jugar y ayudarlos. Cuando uno tiene hijos, todo el tiempo está escribiendo canciones. Más allá de no escribirlas realmente, uno siempre está aprendiendo y emocionándose, y eso trato de transmitirlo en mi música.
–La obra deja el mensaje de que uno puede lograr todo lo que se proponga, y vos sos un ejemplo para mucha gente. ¿Qué reflexión te dejó a vos?
–Cuando hablamos de “El Principito” y de que “lo esencial es invisible a los ojos”, a mí me toca de cerca. Yo a veces no me doy cuenta de todo lo que hago y de lo que eso le genera a la gente. Cuando era más pibe, iba a la escuela común y en paralelo a un colegio especial para ciegos. Ahí aprendí mucho, me dieron muchas herramientas, por eso creo que la tarea de los padres es clave. Mis viejos siempre tuvieron mucha libertad conmigo, me dejaron hacer lo que me gustaba y no me evitaron los golpes sino que me dejaron aprender. Ellos se manejaron con mucha naturalidad conmigo, entonces yo aprendí a tomar con normalidad todo lo que vivo.
Todavía tengo mucho para dar, para hacer, para aprender. Soy consciente de mis errores, soy autocrítico, pero agradezco a la gente que me toma como referencia. Para mí es muy emocionante, pero no me detengo a pensarlo. Si lo hiciera, dejaría de ser natural.
Fotos: Guido Adler