Pedro Rosemblat: "Es imposible transitar por las redes sin que te puteen"
Cuando desde El Planeta Urbano decidimos abrir las puertas de la redacción para mostrar el detrás de escena de la producción de nuestras portadas, Pedro Rosemblat no lo dudó ni un segundo: “Me copa”, escribió a través de un mensaje de WhatsApp. “Me sorprende, pero me copa”.
La invitación formal era el jueves 2 de junio de 15 a 20 horas, y así fue que el comunicador, humorista e influencer se acercó a nuestras oficinas para ser uno de los protagonistas de la primera #EPUPERFO. Pasó por spots de vestuario, make up y peinado para terminar en el estudio con shooting de fotos y una entrevista registrada en video en la que habló de su arriesgada transición a la comunicación digital.
La última vez que charlamos con él, allá por agosto de 2021, todavía ocupaba un lugar “medio fronterizo” entre los nuevos medios y los más tradicionales. Pero el inicio de este año lo encontró en una nueva faceta: alejado de la radio y la televisión, y enfocado cien por ciento en su canal de YouTube (y en Twitch, por qué no).
¿Cómo? A través de dos proyectos: Gelatina, un medio digital sobre actualidad política que transmite en vivo todos los días; y Saliendo que es eléctrica, un programa de entretenimientos que conduce junto a su amigo y colega Martín Rechimuzzi los domingos a la noche. Así, Pedro aprendió a sobrevolar el sólido pero inestable mundo de las redes sociales, con algunas dudas, pero con la certeza de que va por el camino correcto.
−¿Por qué tomaste la decisión de enfocarte a pleno en el mundo digital?
−Me lo pregunto todos los días (se ríe). Lo hice porque sentí que mi discurso tenía un límite muy importante de audiencia, sobre todo en términos generacionales. Creo que las audiencias que todavía miran la tele o escuchan la radio, son de mi generación para arriba, y a mí me interesa conversar con las generaciones que recién se están incorporando a la discusión pública. También entendí que en YouTube y en Twitch había un vacío muy grande para la discusión política, y me interesaba jugarme una fichita ahí. Creo que estoy en otra etapa de la transición, pero todavía estoy transicionando. Uno no se desprende tan rápido de los modismos y del lenguaje de los medios tradicionales.
−¿Qué tan difícil es ese cambio?
−Me doy cuenta de que todavía soy como un chabón de la radio en YouTube, o por lo menos así me siento ejerciendo la conducción de Gelatina. Mando a la tanda, saludo como saludaba en la radio: “40 minutos pasaron de las 3 de la tarde” (se ríe). Y la gente no lo ve en vivo, ¿viste? La transición sigue y creo que me queda un largo recorrido todavía.
−¿Y qué es lo que más extrañás de los medios tradicionales?
−La estructura de trabajo. En la radio, para arrancar un programa chico, necesitás entre siete y ocho personas. Ni hablar en la tele, en donde antes de salir al aire entrás en contacto con una estructura de trabajo enorme. A los medios digitales todavía les falta eso, porque obviamente el capital humano hace que las cosas salgan mejor. Las plataformas como Twitch y YouTube son estructuras muy individuales. Hay muchos youtubers que se editan a ellos mismos, se graban a ellos mismos, se guionan. Si bien eso agiliza el proceso de trabajo y probablemente para el mercado de trabajo sea mejor, en términos de producción hay una falta muy grande. A mí no me gusta trabajar así.

−Pareciera que uno tiene que saber hacer todo.
−Sí, es como la flexibilización llevada al máximo: uno se edita, se graba, se maquilla, sube su contenido a YouTube. Una persona concentra las tareas que antes hacían cinco o seis. Es más rápido, pero en términos laborales es peor. Eso es algo que yo no advertía tanto, y ahora que estoy transicionando hacia los medios digitales digo: “Che, qué difícil hacer un programa de tele”. Con camarógrafos, con productores, con editores, con conductores, con sonidistas, con iluminadores. Esa calidad en el producto se nota. Igualmente, las plataformas digitales tienen cosas buenas también: la intimidad, el nivel de relación con la audiencia es mucho más cercano, por ejemplo. Hay muchos beneficios, pero lo que más extraño tiene que ver con la estructura de trabajo.
“Entendí que en YouTube y en Twitch había un vacío muy grande para la discusión política, y me interesaba jugarme una fichita ahí.”
−Hoy estás al frente de dos proyectos en YouTube, Gelatina y Saliendo que es eléctrica. ¿Me contás cómo es el detrás de escena, esa cocina de YouTube?
−Tanto en Gelatina como en Saliendo que es eléctrica tenemos la voluntad de que el equipo de trabajo sea lo más amplio posible. En Saliendo… somos ocho personas, y en Gelatina somos como quince. En ambos proyectos tengo compañeros y compañeras que se sumaron con muchísima ilusión, y también con las dudas que tenemos todos, porque las redes son un terreno inexplorado todavía. Uno podría pensar: el streamer más experimentado no tiene más de diez años, cuando cualquier conductor de radio o de televisión con experiencia acumula 30 años al aire. Todos estamos aprendiendo y hay algo del algoritmo que siempre se te escapa, es como una zanahoria que nunca terminás de alcanzar. Hay otros youtubers que la tienen más clara y conocen mejor a su audiencia, pero yo todavía estoy en un proceso de aprendizaje, de entender cuáles son las dinámicas de producción, cuáles son los tiempos, los contenidos, los lenguajes.

−¿Y cómo te llevás con las críticas en las redes sociales? Porque a ningún conductor de radio o de televisión le pasa eso de tener un chat en vivo en el que el público esté opinando sobre el contenido.
−La verdad es que me llevo bastante bien, por dos cosas: primero, porque no lo tomo como algo personal. En internet, en redes sociales, en Twitter, en YouTube, hay una cantidad de mierda dando vueltas que un poco te salpica. Hay que ser muy ególatra para suponer que uno puede transitar por las redes sin que lo puteen. En el peronismo pasa lo mismo (se ríe). Es imposible transitar el peronismo sin que alguno te diga que sos peronista, y es imposible transitar las redes sin que alguno te putee un poco. Lo pienso también como usuario, digamos, yo también he puteado en redes sociales. Y en términos personales, me viene bien en la mayoría de los casos. Vuelvo a esto de la distancia: cuando los conductores de radio o de televisión llegaron a Twitter, se encontraron con que cualquiera podía rebatir sus argumentos. Se preguntaban: “¡¿Cómo puede ser?!”. Eran como vacas sagradas. Los que venimos de las redes, estamos más curtidos: ya sabemos que todo lo que decimos vuelve con alguna crítica.
−¿Entonces no te afecta?
−No subordino mi propia percepción de lo que soy a lo que piense un desconocido, porque eso sería muy injusto conmigo mismo. A mí me importa mucho lo que piensen los demás, pero lo que piensen mis amigos, mi familia, mis compañeros de trabajo, la gente que tengo cerca. Después, el que me putea… Bueno, es parte de mi trabajo y lo recibo bastante bien.

CRÉDITOS
Fotos: Guido Adler
Producción: Camila Mariani
Coordinación general: Gimena Bugallo
Make up: @kahlemakeup
Pelo: @macu.atauri y @avhairstyle
Agradecimientos: @roparevolver