Así es 'La edad dorada', la nueva serie del creador de 'Downton Abbey'
Yorkshire, no. Nueva York. Tampoco aristócratas ingleses, sino acaudalados miembros de la alta sociedad de una ciudad que a fines del 1800 no era llamada todavía “La gran manzana”. Y sí, y por supuesto, la opulencia que da la riqueza y todo el ejército de sirvientes que a ella corresponden.
Estas son, a grandes rasgos, las señas de identidad de La edad dorada (HBO), la nueva serie de Julian Fellowes, creador de Downton Abbey, el period drama que durante 6 temporadas (más dos filmes adicionales de los cuales Downton Abbey: A New Era, se estrenará en marzo) enfervorizó a medio planeta con la saga de la familia Crowley y la interacción con los complejos y atractivos miembros de su servidumbre.
Fellowes nos mete a fuerza de una gran producción y despliegue (garantizan todo el diseñador Bob Shaw y la vestuarista Kasia Walicka-Maimone) en la Nueva York floreciente tras la Guerra de Secesión. Y también en una sociedad donde aparecen nuevos jugadores a mezclarse con lo más granado de la vieja aristocracia, aquella que llegó hace más de dos siglos a las costas de los Estados Unidos proveniente de Europa y ve cómo los nuevos ricos aspiran –con el impulso que da el dinero- a un ascenso social que les es negado. Por ahora.

Entre las exponentes de esa estirpe “fundadora” están las hermanas Agnes van Rhijn (Christine Baranski) y Ada Brook (Cynthia Nixon), quienes reciben en su casa a su sobrina, Marian Brook (Louisa Jacobson, hija menor de Meryl Streep). Marian arriba a Nueva York desde Pensilvania tras la muerte de su padre y con lo puesto, acompañada por Peggy Scott (Denée Benton), una muchacha afroamericana que conoce en el tren y de quien se siente agradecida por haberla ayudado tras el robo de su cartera.
La joven llega justo cuando las cosas empiezan a cambiar: los flamantes vecinos de sus tías son George (Morgan Spector, de The PLot Against America) y Bertha Russell (Carrie Coon, de The Leftovers). Él es un magnate ferroviario, representante por todo lo alto de esa nueva fuerza monetaria que empieza a dominar la economía norteamericana; ella una mujer de fuerte carácter que usa –o intenta usar, como se vio en el primer episodio- todo el poder del dinero para meterse en la alta sociedad. Para Agnes y Bertha, el horror.
Un primer capítulo prometedor
El primer capítulo (de un total de 9) tiró el anzuelo y los espectadores mordieron: Marian no será una espectadora más de la guerra sorda entre sus tías (sobre todo la intransigente Agnes -genial Baranski), ya que hay una chispa de atracción entre ella y Larry, el mayor de los hijos de los Russell; Peggy se muestra mucho más ambiciosa y escondedora de lo que parece; y hay de nuevo todo un mundo desarrollado entre los personajes de upstairs y downstairs.
Es decir, un puro Fellowes, que además no escatimó en gastos de producción, utilizando varias mansiones sobrevivientes de la verdadera era dorada, muchas de ellas ubicadas en Newport, Rhode Island. Y que suma apuntes del hoy a la trama: un personaje gay (Oscar, el mimado hijo de Agnes), que por supuesto debe ocultar su condición, la rebeldía de Peggy ante el racismo latente, y el desafío que encarna el personaje de Marian, rebelde ante las imposiciones de sus tías. Signos de una época que, indefectiblemente, está quedando en el pasado.
