LOS CUERPOS QUE HABITAMOS

Con lx escritorx neerlandesx Marieke Lucas Rijneveld como flamante ganadorx del premio literario Internacional Boooker 2020 se reabre un debate que, aunque suene antiguo, tiene cuentas pendientes: por qué no respetamos sin prejuicios la autopercepción.


Las vacas eran sus mejores amigas. Rumiaban mirando al infinito, con ojos sin preguntas. Esas vacas no iban a la iglesia ni creían en un mundo biologicista; tampoco condenaban a la fantasía como un escape inadmisible ni la mandaban a leer la Biblia como sus padres, devotos reformistas.

Por eso, Marieke se sentía acompañada por las vacas mientras tipeaba a escondidas. Había visitado la biblioteca del pueblo para pedir un ejemplar de Harry Potter y la piedra filosofal. Copiaba el libro durante las noches y lo guardaba en ese archivo oculto que releyó mil veces. Un mundo de quidditch, sombreros seleccionadores, rayos en la frente y magia que contrastaba con la crudeza rural, el castigo divino y la muerte de su hermano atropellado por un colectivo.

Marieke Lucas Rijneveld sigue viviendo en una granja neerlandesa, pero no es aquella de su infancia sino otra que compró con el fruto de su éxito editorial The Discomfort of Evening (La Inquietud de la noche, aún no publicado en la Argentina), su debut como novelista con el que acaba de ganar el premio Booker International 2020, un galardón que otorga 50 mil libras a obras traducidas al inglés y que se comparte entre autor/a y traductor/a. O autorx, porque Marieke es la primera persona no binarix en obtenerlo. Y la prensa, al enterarse, enloqueció.

Lx llamaron “autora vestida con traje de varón”, “personalidad ‘no binaria’” (con comillas incluidas) e, incluso, “una chica/chico”. Y Marieke, que se agregó el Lucas a los 20 años, dice ahora, a sus 29: “No soy mujer ni soy varón, voy por el medio”. Marieke no quiere dar explicaciones, por eso sigue viviendo con sus vacas. Y mientras escribe un libro feroz que ni su padre se anima a leer, pega un cartel sobre su escritorio con la frase “Sé implacable”, y dice: “Hoy, cuando el mundo está dado vuelta y muestra su lado más oscuro, recuerdo frecuentemente esas palabras. Escriban, lean, ganen, pierdan, quiéranse lxs unxs a lxs otrxs, pero sean implacables siempre”.

El cuerpo

Ámbar Vega es artista, su experimentación performática abarca desde la actuación hasta la poesía. A lo largo de nuestra charla, Ámbar contará que es técnicx electomecánicx recibidx en un colegio de curas y que su familia lx expulsó a raíz de su orientación de género. Vivió en la calle, en un albergue, y hoy, desde su trabajo en la marca de indumentaria WTTJ, dice: “Yo me autopercibo trans queer no binarix porque no soy ninguna de esas categorías en estado puro. Lo que hago es generar una identidad nueva a partir de sentirme identificadx con distintos aspectos de estos colectivos”.

La conversación nos lleva por los caminos de la discriminación, la definición y el cuerpo como campo de batalla. “La persona no binarix no se siente ni hombre ni mujer, es de género neutro aunque puede tener aspectos femeninos y masculinos. El cuerpo es otro tema; no ser el imaginario de la trans rubia, alta y con tetas también es un desafío para la representación, hay que habitar ese cuerpo no binarix”, dice Ámbar mientras se acomoda la melena pink que cae sobre su pecho liso, como una escena robada de alguna película de Gus Van Sant.

“La persona no binarix no se siente ni hombre ni mujer, es de género neutro aunque puede tener aspectos femeninos y masculinos.” (Ámbar Vega)

La lengua

SaSa Testa es becarix doctoral del Conicet; doctorandx en Ciencias Sociales (UBA), con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani; Magíster en Estudios y Políticas de Género; coordinarx del Área Diversidades del Centro Metropolitano de Estudios Sociales (Cemes) y activista trans no binarix.

SaSa también es esta voz hipnótica que dispara pensamientos vivos y mutantes como la lengua. Le pregunto por la irritación que causa la utilización de la E y la X, esa amenaza que sienten algunxs nuevxs puristas del diccionario. “Las sociedades entraman determinadas relaciones entre las personas que la conforman. En la Argentina el debate está abierto y hay un sector muy proclive al lenguaje llamado ‘inclusivo’, al que prefiero llamar ‘lenguaje no sexista’.” SaSa aclara esta denominación que devela los mecanismos de poder escondidos en la lengua. “El lenguaje es sexista, binario y dicotómico. A la sombra de eso se construyeron estereotipos de género para perpetuar la epistemología del hétero cis patriarcado y generar la falsa idea de un sexo fuerte versus un sexo débil y de un espacio público destinado a determinadas personas versus un espacio privado destinado para otrxs. El lenguaje entendido en esos términos tradicionales es efectivamente segregacionista. Los movimientos de las sociedades se reflejan en la lengua y muchos de ellos vienen de la mano de los transfeminismos. Yo avalo el lenguaje no sexista y lo utilizo, es la radiografía del cambio social que se está produciendo.”

El cambio perturba la ilusión de orden, esa falsa seguridad de los casilleros. Pienso en esos raros títulos que anunciaron a Marieke como “la chica ganadora del Booker” y le pregunto a SaSa cuán importante es que una persona no binarix haya logrado semejante galardón: “Me parece un hecho de absoluta relevancia que unx escritxr no binarix haya ganado este premio literario tan importante, porque en primer lugar se visibiliza la existencia de las personas no binarixs y también ratifica que nosotrxs podemos ser productorxs de literatura, desempeñarnos en un área de nuestra competencia y hacerlo definitivamente bien. Me parece que el Booker contribuye a abonar un debate que aún no he visto en demasía”, dice.

“Yo avalo el lenguaje no sexista y lo utilizo, es la radiografía del cambio social que se está produciendo.” (SaSa Testa)

La transformación

Torta. Charlie. Lesba.

“Yo me crié en un sistema hétero católico normativo muy conservador donde no había otras posibilidades que los roles asignados: mujer y hombre. Y en este contexto tuve parejas heterosexuales con rasgos muy machistas. A los 20 empecé a explorar mi identidad de género, pero siempre la identidad era dada por lx otrx: si me vestía con ropa masculina y usaba el pelo corto automáticamente pasaba a ser leída como la torta, me llamaban con apodos masculinos, y siempre estaba la risa. Porque no era un código de representación, sino una burla”, dice Ani, dejando entrever cuánto dolió su transformación hacia un género no binario.

Cuando conocí a Anabella Bergero era la joven diseñadora que había causado sensación en BAFWeek con una colección que no se parecía a nada ni a nadie. Se hizo notar, pisó fuerte, y después una pausa, el silencio que incubó su viaje. Se esfumó del mundo de la moda local.

“Decidí apostar a mí. Me fui a Londres, comencé a entender y a participar en espacios de creación identitaria dentro de mí. Esa mudanza resignificó quién soy y me encontré en otros espacios”, recuerda. Fue el inicio de un periplo interior. “Después de dos años me mudé a Nueva York y ahí comencé activamente a tomar clases de teoría queer, me abrí a la exploración y a la experimentación usando mi propia identidad como material de creación. Fue un reiniciar para deconstruirme y reconstruirme”, dice Ani, con su tonada cordobesa intacta.

Le pregunto por los cimientos de esa construcción, cómo habitó su espacio, de qué modo algunas dudas operaron como ladrillos y otras ideas como ventanas. “En esta experiencia de tener un pie en la heterosexualidad y otro en un universo desconocido siempre me veía como una impostora, porque no sentía que perteneciera ni al mundo cis ni al colectivo LGBTIQ. Entonces empecé a entender que mi identidad permeaba las categorías y se movía en otro espacio, lo queer se encuentra ahí. No soy ni hétero ni gay, es algo mucho más abarcativo, una manera nueva de pensar el sexo, el género y el sistema cultural que recrea estas categorías de identidad.”

Le cuento a Ani sobre Marieke y The Discomfort of Evening mientras googlea dónde conseguir el libro en Nueva York. Hablamos del poder liberador que espera ser descubierto en la profundidad de la noche. “Quiero empezar a escribir”, me dice. Un mugido muta en grito y se hace cuerpa, palabra, consonante. Se hace X.

“No soy ni hétero ni gay, es algo mucho más abarcativo, una manera nueva de pensar el sexo, el género y el sistema cultural que recrea estas categorías de identidad.” (Ani Bergero)


Lx mejor escritorx del mundo

Así se coronó Marieke Lucas Rijneveld tras ganar el premio International Booker 2020 con su novela La inquietud de la noche, un crudo relato con tintes autobiográficos en donde la protagonista (Jas, una niña de 10 años) pierde a su hermano de 12 en un accidente cuando va a patinar sobre hielo. El entorno apacible de una granja en donde vive esta familia, de férreas convicciones religiosas y atada a los dictados de la Biblia, conforma el marco de un relato en donde el dolor del luto de la protagonista se suma a los desafíos que representa para ella enfrentarse con la adultez. “Es la lucha de una niña por comprender la muerte, nunca nombrada pero presente en cada rincón, porque sólo así podrá superarla. Un relato desde dentro de la piel en el que es imposible no sentir cada escalofrío, cada arrebato, cada herida. Un debut incómodo y hermoso de quien ya es una de las voces más importantes de los Países Bajos. Excepcional”, describe el Financial Times.

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