Franco Masini: Me verás volver
Googleá Franco Masini: los resultados de la búsqueda van a pasearte por el cine, el teatro, la tele y la música. Formó parte de películas como El clan, junto a Guillermo Francella y Peter Lanzani; Betibú, al lado de Mercedes Morán, o Inseparables, con Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna. En teatro fue el Nico del título en Y un día Nico se fue; Henry, en el musical de culto Casi normales, y Alex, el protagonista de La naranja mecánica. ¿Televisión? Fue chico Disney en Peter Punk y Violetta, Pedro en Esperanza mía, la rompió en ADDA.
Lo que Wikipedia no podrá contarte es cómo entra semejante currículum en un actor y músico de sólo 27 años. Ni cómo decidió recorrer caminos internacionales que lo llevaron a tener un rol destacado en la serie inglesa Riviera y a ser uno de los protagonistas de Rebelde, el reboot de Rebelde Way rodado en México que se estrenó en Netflix el 5 de enero. Su personaje, Luka Colucci, es un argentino pendenciero y frágil, irónico y tierno. Este año empieza bien para Franco. Después de un par de años en el exterior, lo veremos volver.
“Yo extrañé un montón, ahora por suerte pude estar en la Argentina visitando a todos mis colegas, mi familia, a toda la gente que quiero”, dice feliz por el retorno, y agrega: “Realmente disfruté mucho de la experiencia de Rebelde, fue muy linda. Trabajar en otro país y vivir en México, un lugar que no conocía, fue una doble experiencia: hacer lo que me gusta, porque creo que Rebelde va a estar muy buena, y encima vivir en otro lugar, con una cultura diferente, otra comida… fue superinteresante”.

–Rebelde, en un punto, tiene ese toque internacional de la serie joven que manejan otros títulos, como Élite, pero no debe de ser fácil hacer un reboot de un programa que está tan inserto en la cultura pop argentina como Rebelde Way. ¿Cómo lo llevaste?
–Tal cual, Rebelde Way es un producto que conoce todo el mundo, ha marcado a muchas generaciones, incluso a la mía. ¡Te cuento que yo veía Rebelde Way cuando era chico! Y creo que también el desafío de haber hecho esta serie con Netflix fue crear una historia original dentro de un universo conocido por todos. Con nuevos personajes e historias que conviven en un mundo muy identificable para quien vio Rebelde Way. Y para el que no la vio también, porque lo interesante es cómo capta el espíritu de esta época. Se trata de lograr enganchar a ese nuevo público que no sabe nada de Rebelde Way y también a los que años atrás vivieron su experiencia y ahora pueden acercarse desde otro lugar. Con personajes distintos, vínculos diferentes y hasta con otra música, pero formando parte de un universo conocido.
–Justamente, la música es una parte fundamental de la historia. Desde la versión original hasta hoy la escena musical se reformuló totalmente. Los consumos cambiaron, hoy las redes, que están muy presentes en Rebelde, mueven gran parte de la industria. ¿Cómo trabajaron eso?
–Lo interesante no fue sólo hacer esta nueva música con canciones originales sino darles una impronta distinta y actual a los temas que todo el mundo ya conocía. Aportarles algo tanto en cómo lo canto yo como en la interpretación que hace el personaje. Y creo que esa fusión está buena, porque vos, por ejemplo, escuchás “Y soy rebelde” en una versión muy distinta, bien 2.0, en 2022. Es un nuevo sonido, con toques electrónicos, voces por todos lados. Ese es un punto muy lindo de la serie: te puede atrapar por la música y, a la vez, como tiene una presencia fundamental, la vas haciendo tuya.
–En la serie vos sos Luka Colucci, casi la realeza del pop errewayero (no olvidemos que Mía Colucci era el personaje que hacía Luisana Lopilato). Pero Lukita es un pibe polémico, picante, proud gay y a veces tierno que, sospechamos, está un poco roto por dentro. Dicen por ahí que sos muy obsesivo a la hora de componer tus roles, ¿cómo lo armaste?
–Y eso que recién viste el principio de todo, que es cuando Luka aún tiene una coraza puesta, pero creo que se trasluce esa sensibilidad que realmente tiene, la empezás a notar. No quiero spoilear nada, pero todo eso va creciendo y esa lucha interna también se va agigantando. Desde la búsqueda actoral, la verdad es que sí, confieso que soy muy obsesivo cuando encaro un personaje, me gusta buscarle los detalles. Sobre todo con Luka, que es un argentino fuera de su hábitat y debe pelear para que lo respeten. Le iba encontrando cositas. Igual me parece que ya te fuiste dando cuenta de cómo es. Toda esa canchereada no es más que una defensa y podrán ir empatizando con Luka a medida que lo acompañen. Siento que cada persona que vea la serie va a poder identificarse con algún personaje, porque cada uno representa un mundo con su propio conflicto y sus luchas personales.

–En Rebelde, el matón del colegio es gordo, y me pareció una decisión arriesgada teniendo en cuenta que en estos momentos se habla mucho, por suerte, de la gordofobia. Si bien en la serie alguien dice “el que hace bullying es porque lo recibió”, y creo que la cosa irá por ahí, ¿ustedes sintieron el peso de la agenda actual a la hora de delinear los personajes?
–Todos tuvimos mucha libertad para aportarles características a nuestros personajes, incluso para sumar en los diálogos. Yo creo que esto transcurre en un colegio y que ciertos temas pasan en la realidad, a eso no hay que escaparle. En cualquier escuela siempre está el que hace bullying, en algún conflicto siempre uno le dice algo desagradable a otro; son cosas que suceden. Rebelde se propuso abordar también lo que ocurre en esta realidad, las dinámicas actuales, el tema de tener la energía en un lado y, quizás en dos minutos, en otro. Esa velocidad en todo. También los vínculos se reflejan mucho en pantalla.
–Nombraste la velocidad, y en Rebelde, cuando un personaje nombra a Lady Gaga, vos le decís “refrescame la referencia”. Las referencias cambian con una rapidez asombrosa. ¿Cuáles son las tuyas?
–Franco es una cosa y Luka es otra. Él siempre quiere hacer un chiste, molestar, rebatir las palabras del otro, aunque no sea necesariamente lo que él piensa. Lo hace solamente para ser pícaro y dar vuelta la jugada. El tema está cuando esa estrategia se le empieza a mezclar con lo que él realmente cree y quiere. En mi caso, dentro del universo musical tengo una apertura que me fue dando el componer y hacer canciones, por eso respeto cada uno de los géneros. Escucho de todo, me gusta el jazz y también Justin Bieber, ¡tengo ganas de ir a verlo! Pero me encanta Tony Bennett o incluso te puedo escuchar una balada romántica de Pablo Alborán. Me gusta enfrentarme a un artista y ver qué tiene para proponerle a su público. A algunos los admiro por sus letras, a otros más por su música, a muchos por su personalidad. Siento que cada uno aporta algo y por eso llegaron ahí.

–¿Y en el mundo de la actuación también sos tan amplio o decís “mato por trabajar con…”? Completá la frase.
–Me gusta mucho el cine, sobre todo Pedro Almodóvar. Amo lo que hace, y olvidate, ¡si un día apareciera un personaje para mí no lo dudaría ni un segundo!
–Hagamos de cuenta que estamos en un café y recomendanos las series que más te coparon. Sincerate, si no son de Netflix, no se enojan.
–(Risas) Sí, claro, aunque justamente me gustó mucho Gambito de dama, que es de esta plataforma y me pareció increíble. También me fascinó Poco ortodoxa. Otra que me gustó muchísimo fue Normal People. Veo muchas cosas, pero realmente Shira Haas, la protagonista de Poco ortodoxa, me pareció brillante y el modo en el que cuenta esa historia también. Me gusta mirar, estoy todo el tiempo absorbiendo, curioseando cómo aborda cada intérprete su personaje. Porque un poco el trabajo del actor es también poder adaptarse al universo que te proponen, lograr que el código funcione. Y para eso la formación tiene muchísima importancia; yo constantemente necesito estar aprendiendo, comencé a formarme desde muy chico y sigo haciéndolo. Tomo clases de canto desde hace nueve años, por ejemplo, ahora que estuve en México también seguí estudiando, es algo que no me gusta cortar, siempre hay posibilidad de hacer algún seminario o estar en alguna escuela. El oficio te da una experiencia grande y uno va decidiendo sus instrumentos. Te vas dando cuenta dónde necesitás meterle más garra para poder crecer. Un actor tiene que formarse, si no, actuar es como ir a un gimnasio y no tener músculos. Es importante estudiar y también aprender de tus experiencias.
Fotos: Beatriz Sokol