Julia Olcese, un viaje de introspección: "El mundo está tan acelerado, que buscamos prácticas que nos lleven a una escucha interior"

Es argentina, y desde 2015 organiza clases y retiros de yoga en destinos paradisíacos de todo el mundo. Desde la Isla de Formentera, en España, hasta el último rincón de la Patagonia. De qué se tratan estos encuentros que buscan conectar con la naturaleza y con uno mismo. Además, por qué el turismo wellness es la última tendencia y cómo encontrar prácticas que nos lleven a una escucha interior.

Por Silvina Baldino

Para Julia Olcese, el yoga siempre fue el gran motor de su vida. Desde pequeña vio a sus padres practicar esta disciplina, y se enamoró por completo cuando a los 15 años tuvo su primera clase. Hoy tiene 28 y logró unir su pasión con el turismo wellness, una forma de viajar para quienes buscan cuidar su mente y su cuerpo, mientras exploran nuevas culturas.

“Hace cuatro años me fui a vivir a la Patagonia, pasé un tiempo en Bariloche y luego en San Martín de los Andes. Y ya en mayo de este año me vine a España para instalarme en Formentera. Siempre me gustó viajar; y generar experiencias de yoga en los lugares en los que vivo, es la forma más sensible de vincularme con el territorio”, asegura sobre su proyecto, que consiste en organizar retiros en medio de la naturaleza en destinos paradisíacos de todo el mundo.

Sus programas están diseñados para desconectar del estrés cotidiano y explorar las bellezas naturales locales, mientras se perfecciona la práctica del yoga: “Creo que hoy en día las personas les dan más valor al esfuerzo y al trabajo duro, considerando al disfrute como algo secundario. Yo siento que las experiencias de placer y bienestar dejan una huella muy profunda en las personas, como la han dejado en mí”, expone.

En esta charla con EPU, la instructora especializada en yoga iyengar, un método que tiene como objetivo alinear la postura y lograr una respiración y atención perfectas, revela por qué el turismo de bienestar es la última tendencia y sostiene que el yoga puede ser una herramienta poderosa para mejorar la calidad de vida de las personas, tanto a nivel físico como emocional.

–Organizás retiros en playas como las de Formentera, una isla pequeña en frente de Ibiza, y también en José Ignacio, Uruguay. Pero otro de los destinos elegidos es la Patagonia argentina. Sea en la montaña o en el mar, ¿qué proporciona el paisaje en la práctica de yoga?

–Los paisajes te llevan a una dimensión contemplativa, donde los sonidos, como el ruido del mar o ese gran silencio que se genera en un bosque, te transportan a otras profundidades a la hora de practicar. Pero también, lo que hace que sea una práctica aún más interesante, son los factores que tienen que ver con la incomodidad. Estamos acostumbrados a practicar yoga en espacios interiores, sobre una superficie plana, y es divino practicar a pasos del mar pero la arena es un terreno irregular. Ahí está lo interesante, eso de incluir al paisaje con toda su imponencia y su belleza, incluso con la parte no tan cómoda.

–Hay desafíos adicionales entonces.

–Yo hago yoga arriba de veleros, por ejemplo. La experiencia de hacer una invertida (cualquier postura en la que la cabeza quede por debajo del corazón) es muy compleja, porque de repente se está moviendo el mar y vos estás haciendo equilibrio. Es un gran desafío, y también lo que me vuelve a conectar con mi entusiasmo.

–¿Qué tenés en cuenta al momento de elegir los destinos?

La elección no es algo que premedito tanto. A mí, por lo general, me gustan los lugares con paisajes solitarios, porque busco un espacio íntimo. Formentera es un destino muy concurrido, pero te alejás un poquito de las playas principales y encontrás un lugar ideal.

–¿En qué consisten tus encuentros?

–Por lo general hago un formato que tiene que ver con salir a navegar, ir a lugares a los que solo se llega en barco. En el caso de Formentera, viajamos hasta una reserva natural que se llama Espalmador, donde doy la clase de yoga al atardecer. Como plus, hay un catering de comida saludable con preparaciones basadas en plantas.

Otra de las experiencias consiste en salir a andar en kayak y luego una clase de yoga en la playa o en el bosque, más reparado del sol. Cada experiencia es singular porque depende mucho de las personas que participan. Por acá pasaron familias, grupos de mujeres, amigas de despedida de soltera, personas que no se conocían entre sí… Hay un formato que repito pero hay otro que es más espontáneo y que surge de acuerdo a la energía que tiene el grupo ese día.

–Y para estas experiencias tenés que formar equipo.

–Sí, siempre trato de que sean amigos o gente de mi confianza. Lo hice en la Patagonia, en Uruguay y ahora en Formentera. Es difícil, porque son lugares a los que la gente va por temporada, entonces tenés que renovar el equipo constantemente. Aunque eso es interesante, es parte de la nueva cultura de trabajo a la que tenemos que acostumbrarnos.

–Tu proyecto está vinculado al turismo de bienestar, una tendencia en alza. Según estimaciones del Global Wellness Institute, esta industria mueve alrededor de 4,4 trillones de dólares por año. ¿Qué creés que necesita el mundo?

–Es una tendencia mundial, aunque no tanto en Sudamérica, donde la gente tiene más resistencia en pagar este servicio. En Europa la gente sabe que este tipo de experiencias son valiosas y se consumen más. Eso es algo que puedo ver comparando mis viajes en la Patagonia y en Formentera. Siento que hay una necesidad real de tener espacios de silencio y de conexión. El mundo está tan acelerado, que buscamos prácticas que nos lleven a una escucha interior. Es una práctica que debe hacerse todos los días, y en mis experiencias comparto las herramientas para hacerlo.

–Vacaciones y yoga como un camino a la introspección…

–Son tiempos en los que se necesita mucho volver a uno. Es tanto el estímulo exterior que muy fácilmente nos vamos. El yoga vuelve a calibrarnos y nos permite estar atentos a lo que nos hace bien. Mucha gente viene concretamente porque tiene dolencias físicas, que quizás tienen que ver con trabajos muy sedentarios. Además el yoga te conecta con la fe, siento que la gente busca estas experiencias porque también hay un deseo muy grande de conexión con algo superior.

–Ahora que termina el verano en España, ¿cómo proyectás el resto del año? ¿Y el 2024?

Ahora empecé con clases para residentes de España. A principios de diciembre viajo a la Patagonia y luego a Punta del Este. Pensaba quedarme haciendo temporada allá, pero en enero vuelvo a Formentera porque me ofrecieron propuestas relacionadas al yoga, así que estaré haciendo retiros en la temporada baja en la isla. Tomé la decisión de apostar por quedarme y aprovechar para pensar el 2024. Definitivamente, me quedo a vivir acá.

Fotos: Flavia Radici

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