Diego Velázquez, la resistencia: "Yo jamás voy a creer que lo único que tiene sentido hacer es aquello que da dinero"
El versátil intérprete reflexiona sobre el trabajo creativo, el poder de la cultura y la producción de ficciones en un momento difícil de la Argentina. A medio camino entre el romanticismo de una forma en extinción y la realidad más dura y palpable, construye una mirada de la profesión lúcida y abarcativa de otras artes y disciplinas.
Dos producciones cinematográficas recientes y muy diferentes entre sí, como El agrónomo, de Martín Turnes, y Hombre muerto, de Andrés Tambornino y Alejandro Gruz, lo tuvieron a Diego Velázquez participando del Bafici, cuya edición número 25 acaba de terminar. A la vez, el plan de El Trece de sumar ficción de plataformas en la TV abierta hizo que su rol en Santa Evita se diera a conocer a un público aún más amplio.
Dueño de un carisma y ductilidad únicos, pero también con un compromiso político, social y artístico igual de férreo, el actor dialogó con El Planeta Urbano sobre sus personajes emblemáticos, el duro e incierto presente que vive el mundo de la cultura en la Argentina y mucho más.
–Siempre que hablamos estamos ante un contexto complicado.
–Siempre. Pero complicado a este nivel creo que no, yo no tengo recuerdos de haber estado tan en peligro, de verdad. No se entiende qué está pasando. Lo que están haciendo con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) es una aberración. Bajo ese concepto publicitario del uso de la motosierra y todo lo que lograron inculcar en la gente en cuanto al trabajo que hacemos, esto de que somos todos unos vagos que no agarramos la pala, es muy desesperante.
Si bien en la profesión estamos acostumbrados a que de repente estés trabajando un montón y después nada, esto ya es medio pandémico. A mí lo que más me duele es que tenga el apoyo de una parte de la sociedad, que se hable de lo que hacemos desde la ignorancia.
–¿Y cómo se hace para, dentro de esta gran ficción que supera a la realidad, actuar?
–Es complejo. Yo estoy viendo qué se hace, qué tiene sentido. Porque una cosa es lo que uno hace claramente por trabajo cuando es convocado –una película, una serie–, y otra cosa tiene que ver con lo que es producción propia, o el poder juntarte con otros colegas y armar algo para teatro. Siento que ese es el espacio más habilitado en este momento porque requiere muchísimo menos dinero que el cine o la tele. Pero la cosa es, insisto, ver qué y para quién, y no tiene que ver con que las cosas tengan que ser masivas o populares. Tengo predilección por los formatos que están medio por fuera.
–En el caso del teatro, vos siempre te manejaste de manera independiente o en el circuito oficial, que de última también sigue siendo accesible, un fenómeno que hay que celebrar.
–Sí, el teatro alternativo no es caro y siempre hay promociones. Yo jamás voy a creer que lo único que tiene sentido hacer es aquello que da dinero. No es así, y más si estamos hablando de arte. Pero a veces parece que fuera el único objetivo, que no tuviese otros beneficios. Que también sea un negocio está bien, no digo que no, pero no tiene que ser la base, no puede ser que lo único que exista sean el teatro o el cine comercial. Al menos no es algo que yo quiera para nosotros. Y no lo digo solo como parte de esos circuitos –trabajo allí, es lo que me da de comer– sino como espectador: el cine a mí me salvó, fue un refugio en la adolescencia, un lugar donde poder compartir cosas que no podías compartir con otros seres humanos.
–Un antídoto.
–El cine ayuda a acompañar dolores, a superar cosas, a hacer más amena esta vida que de por sí es dolorosa. Y yo necesito que ese cine siga existiendo. Sí, está bien, siempre nos van a llegar películas de otros lados, pero tenemos que tener la posibilidad de poder hacerlas nosotros. Obviamente que hay cosas que se han hecho mal en estos años dentro del Incaa y que tienen que ver con su funcionamiento. Es necesario ampliar la mirada, sacarla del porteñocentrismo: el país es tan amplio, tan grande. Y no hablo de geografía o de películas turísticas, hablo de contar lo que pasa en cada lugar. Cine que muestre otros colores, otras problemáticas.
Mi experiencia personal de ir con mi trabajo de actor a vivir a una localidad un mes y poder ver esa otra realidad es maravilloso, pero si además eso después se refleja en una película y lo podés compartir con otras personas que no tienen acceso a verlo, mejor. Veremos cómo se reorganiza todo esto, pero la cultura no se va a morir.
–Sería imposible, por más que quisieran.
–A los trabajadores de la cultura y del arte no nos pueden matar. Somos personas que hemos conseguido vivir de lo que amamos y no vamos a renunciar a eso. Encontraremos el modo de poder seguir haciéndolo, aunque tengamos que conseguir el dinero en otro lado. Uno hace las cosas porque las quiere hacer, no todo se hace por la plata.
–¿Notás que hay nuevas generaciones que solo quieren ser exitosas, arrancar y pegarla?
–Es que esas personas no quieren ser actores o actrices, quieren ganar plata. Yo confío en que hay jóvenes que no, que les interesa otra cosa. Pero sé que ese discurso está –incluso en jóvenes y en personas que yo considero interesantes y que me gustan–, porque los escucho hablar de “producto cultural” o de “industrias culturales”, como si lo que hicieran fuera un producto que tiene que dar algún tipo de rédito.
El concepto de pegarla es muy argentino: en Los siete locos (N. de la R.: la segunda novela de Roberto Arlt), el protagonista, Erdosain, es alguien que está deseando pegarla con sus inventos. Está en nuestro ADN, porque tiene que ver también con una cultura, con discursos que se instalan y que dicen que no hay nada que te certifique que estudiando y trabajando vas a conseguir lo que querés. Es más piola el que encontró los atajos, el que la pegó. De ahí la infinidad de influencers millonarios que hay en Instagram, tiene que ver con eso.
–Ahora están sucediendo casos donde se cruzan los procesos y antes de hacer un casting debés mostrar cuántos seguidores tenés en redes.
–Pero es gente que está haciendo negocios. Igual creo que eso es algo más local que extranjero. A mí me han contratado en plataformas y no tengo muchos seguidores, creo que en ese sentido (las plataformas) vinieron a democratizar algo, porque para ellos éramos todos desconocidos: una productora de acá no me hubiera dado un protagónico en Santa Evita. Igual, mientras podamos convivir está bien.
En la música, por ejemplo, hay tanta gente nueva que ha aparecido y no sé quién es. Claro que hay muchos que me encantan y me parecen muy valiosos, con Wos obviamente a la cabeza, pero después están los que le cantan a toda esta cosa de haberla pegado y lo usan en sus letras: “Mirá dónde estoy, mirá quién soy ahora, mirá los millones que tengo, lo que me costó este reloj”. Es algo que está ahí, el ansia de pegarla por el camino más corto, y no es muy interesante.
Fotos: GENTILEZA PRENSA STAR+, EL AGRÓNOMO FILM Y HOMBRE MUERTO FILM