Valeria Lois: " Hay un discurso muy sórdido que la gente repite como monigotes, que es esto de que los artistas vivimos del Estado"

Con la experiencia y el talento siempre al servicio de otros espacios de expresión, la reconocida actriz regresó al teatro con Esperando la carroza después de un año intenso dedicado a las tablas. En esta nota, cuenta cómo manejó la hiperactividad en su ajetreado 2023, reflexiona sobre la situación actual del país y explica por qué le resultó irresistible aceptar la propuesta de sumarse a un clásico de clásicos.

Valeria Lois no tiene clones, por ahora, pero en 2023 se la ha visto –incluso en un mismo fin de semana– pisando varios escenarios y a bordo de proyectos completamente diferentes entre sí. Fue un año absolutamente prolífico para ella, marcado también por su presencia en televisión –aire y plataformas– y cine. Esa dinámica entre pantallas la hizo ser Virginia en la película uruguaya "Temas propios", Delia en "ATAV 2", la delirante ministra de Seguridad de "División Palermo" y Valeria en la miniserie "Parte de una religión". En las tablas, su otro lugar en el mundo, se destacó en "La vida extraordinaria", "Precoz" y "La mujer puerca", su obra más longeva y donde ha demostrado un ADN actoral imprescriptible.

El Planeta Urbano dialogó con la actriz en un descanso de sus agitados días, repartidos entre los ensayos de la versión teatral de "Esperando la carroza" –que acaba de estrenarse en el Teatro Broadway, con funciones los viernes, sábados y domingos– y una producción cinematográfica independiente.

–¿Cómo estás viviendo este año después de un 2023 con tanto trabajo, en un momento en que lo que vendrá plantea dudas constantes?

–Es un momento de mucha incertidumbre. El año pasado lo terminé muy cansada, hice mucho teatro, lo cual es hermoso pero también agotador. Es verdad que el mío es un trabajo muy ligado al placer y que todas las cosas que hice tenía ganas de hacerlas. Pero fue difícil poner el freno.

–En ese sentido, ¿cómo hacés para organizarte?

–Me parece que ya es parte de un funcionamiento en general. A veces mejor, a veces peor, pero creo que los trabajos aprendieron a convivir. Estás haciendo una peli y ya sabés que jueves y viernes tenés que estar a tal hora en el teatro, ahí hay un diálogo entre trabajos.

En general, muchos actores hoy hacemos más de una cosa, ya no hay tanto encasillamiento, no es que los que trabajan en cine y los que trabajan en televisión están divididos, todos hacemos todo. Lo que sí me pasó el año pasado fue que a las dos obras que ya tenía como “en sangre”, que son La mujer puerca y La vida extraordinaria, se sumaron dos que tuve que ensayar de cero, que fueron Precoz y Las tres edades.

–Un maratón…

–En un momento volvimos a hacer La vida extraordinaria por única vez y sentía que no me venía la letra. Es más, cuando la empecé a pasar, estaba en blanco. Entré en una especie de preocupación, pero por suerte salió, y salió bien. Fue raro, nunca había tenido problemas, pero apareció mucha gente preguntándome cómo hacía para que no se me mezclaran los textos y por primera vez sentí que algo en mí estaba tambaleante.

–En "División Palermo" encarnaste a la particular ministra de Seguridad Carolina Pozzo. ¿Sabés si Patricia Bullrich la llamó para preguntarle algo?

–No lo sé (risas). Te digo sí algo muy loco, en algún momento me dije: “Si llegara a haber una segunda temporada de División Palermo la ministra ya fue”. Y ahora pienso que no: está más viva que nunca y va a seguir ahí, buscando.

–¿Cómo estás viviendo desde tu lugar este momento de transición de la Argentina?

–Preocupada y con miedo por la gente. Angustiada, asustada y con poca esperanza. Por supuesto que si todo sale bien o las cosas se encaminan voy a estar muy contenta, básicamente por la gente y por todos. Después del balotaje sentí un poco la necesidad de resguardarme de tanto análisis y de tantas idas y venidas de cosas innecesarias de leer y de consumir. Ahora realmente necesito respirar y leer libros, dejar el teléfono un poco más lejos, hasta que la realidad haga lo tenga que hacer; tengo esa sensación.

Ya las primeras manifestaciones del gobierno en la previa tenían que ver con acortar o atacar al grupo donde una está, que tiene que ver con la cultura, con el arte, que en realidad es también lo que en estos momentos de incertidumbre, de ansiedad, de miedo y demás nos termina salvando… Se armó un discurso muy sórdido, oscuro y horrible que la gente repite como monigotes, que es esto de que los artistas vivimos del Estado, de la pauta; algo que es desesperante, sobre todo porque es mentira. Eso también es muy desgastante.

Yo siento que tengo la suerte de estar contenida por una cantidad de gente, personas que consumen lo que hago, que me siguen en redes y que son bastante afines a mí. Aprovecho un poco eso y digo: “Bueno, es acá, es con la gente que está cerca”.

–¿Qué sentiste cuando te llegó la oportunidad de hacer "Esperando la carroza", siendo que la obra y la película son íconos y tienen millones de fanáticos y seguidores?

–Yo, que ya tengo 51 años, a veces reacciono muy impulsivamente a las cosas y por eso mismo pensaba que este año no iba a hacer teatro. Que iba a tratar de descansar de la actividad, porque realmente es un modo de vida un poco sacrificado, en el sentido de que te perdés los cumpleaños y las fiestas de todo el mundo, los recitales, las obras de otros amigos, etcétera.

Mi intención era esa: descansar un poco del teatro o hacer temporadas cortas. Pero cuando Ciro Zorzoli (N. de la R.: productor de la obra) me llamó, escuché la propuesta y le pedí que me la dejara pensar. Corté y al rato les escribí a mis dos mejores amigas, con las que tengo un chat. Les digo: “Chicas, me ofrecieron esto, pero me parece que no da”. Enseguida me respondieron: “¿Pero vos te vas a ir de este mundo sin decir ‘yo un domingo así no paso’? (N. de la R.: una de las frases icónicas de Nora, su personaje en la obra), ¡no podés!” Ahí supe que no me lo tenía que perder, y más sabiendo con quiénes iba a tener que compartir escenario, además de la posibilidad de volver a trabajar con Ciro.

Estar con Ana Katz, con Paola Barrientos, Campi, Pablo Rago, Seba Presta, es un lujo. Desde el principio supimos que queríamos pasarla bien. Siempre tenemos como premisa el hecho de que queremos estar en el escenario con la gente enfrente, cagándonos de risa por dentro de lo que estamos haciendo. Si conseguimos eso, que se produzca la fiesta, ya está; después se comparará con la película, a algunos le gustará, a otros no, pero eso es lo que más quiero.

Fotos: Sebastián Freire

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