Fernando Hitzig y Leonardo Militello, arquitectos del detalle: "El mundo pide espacios instagrameables"

Son arquitectos, socios creativos y fundadores del Estudio HMA, elegido por los bares y restaurantes del momento para diseñar sus espacios. En esta nota, explican cómo cambió su trabajo con la llegada de Instagram, revelan cómo crear experiencias inmersivas y proyectan expandirse a nivel internacional gracias a herramientas como la inteligencia artificial.

Por Silvina Baldino

La primera vez que Fernando Hitzig y Leonardo Militello se cruzaron, fue en los pasillos de la universidad, en su época de estudiantes de Arquitectura. Pero el destino hizo que sus vidas siguieran por caminos diferentes, hasta que años más tarde ambos se mudaron a Madrid. Ahí mismo se produjo el reencuentro: los dos tenían ganas de volver a la Argentina y de emprender un proyecto propio, así que se unieron y decidieron hacerlo juntos. Al poco tiempo, instalados nuevamente en Buenos Aires, le dieron vida a Estudio HMA, uno de los estudios de arquitectura más reconocidos del país dedicados al nicho de la hospitalidad: gastronomía y hotelería.

“Estábamos convencidos de que podíamos llegar a hacer algo bueno juntos”, dicen los creadores de proyectos icónicos como los bares Victoria Brown, Mamba, The Nim Bar, el hotel Osten Tower en Puerto Madero, el nuevo Benedetta, y otros populares como Tostado, Fresco y el paseo gastronómico Manduca, recientemente inaugurado en Paseo La Plaza.

Varios de ellos han sido distinguidos con premios internacionales (incluso fueron finalistas de la 18ª Bienal Internacional de Arquitectura que se celebró el año pasado en Buenos Aires) por la sofisticación y la decoración creativa. ¿Su verdadero fuerte? Generar atmósferas emotivas para que los clientes vivan experiencias únicas.

Victoria Brown puertas adentro.

-¿Cómo comenzó esta aventura por el mundo de la arquitectura comercial?

-Leonardo Militello: La profesión y la actividad nos fue llevando. En 2006 hubo un boom inmobiliario, muchos inversores extranjeros compraron propiedades, y se nos dio la oportunidad de acompañar una obra de hotelería. Así empezamos a obtener ciertas herramientas, y poco a poco a desarrollar nuestra propia filosofía.

Fue recién en 2013 cuando tuvimos nuestro primer encargo gastronómico, y lo hicimos con algo novedoso: un bar temático a puerta cerradas, Victoria Brown. El proyecto fue premiado y se convirtió en un hito gastronómico en nuestra carrera, ya que nos puso en el mapa. Desde ahí, encaramos una catarata de proyectos gastronómicos en los que pudimos aportar nuestra identidad como marca, como emprendedores, y nuestra filosofía de trabajo.

-Hablan de una filosofía de trabajo, ¿cómo la definen?

-Fernando Hitzig: Generamos nuestra hoja de ruta para cada uno de los trabajos, siempre desde el pensamiento del diseño y de la arquitectura holística, pensada como parte de un todo. Nosotros no somos decoradores de interiores, nuestra formación es de arquitectura, y la pisada fuerte tiene que ver por ese lado. Pero tenemos un equipo que alimenta nuestro proceso proyectual arquitectónico desde el arte, e inspiraciones que vienen por fuera de la disciplina concretamente. Ese bagaje cultural de imágenes, de inspiraciones, es el enfoque que le damos a cada uno de nuestros proyectos.

En Fresco, el dúo optó por una ambientación natural rodeada de helechos,
potus y calatheas, entre otras especies, para acercar al comensal a la
experiencia natural que el restaurante ofrece.

-L.M.: Inventamos nuestro propio nicho. Sin querer, estamos en un lugar donde podemos aportar un conocimiento proyectual de la arquitectura, que tiene que ver con los interiores, vestirlos. Y esa vestimenta que, casi siempre un arquitecto lo hace en el afuera, nosotros también lo hacemos en el adentro. Entonces creo que autodenominarnos “arquitectos” nos limita un poco, porque trabajamos con muchas otras disciplinas del universo estético. Y ese es nuestro diferencial.

-¿Cómo logran que los espacios gastronómicos generen un diálogo con la comida o con lo que la carta de un lugar propone? 

-L.M.: Hay dos formas de entenderlo. A veces el cliente nos pide que hagamos referencia a un producto específico, o que vinculemos la ambientación con lo que el lugar ofrece. Por ejemplo, en el caso de Fresco, incorporamos la vegetación para generar una estética que tenga que ver con la comida natural que allí se ofrece, y de alguna manera reforzar la experiencia del comensal.

Otro caso es el de El Yaki, la antesala del hidden bar Victoria Brown. Hicimos un invernadero hidropónico con diferentes especies que forman parte de la carta de coctelería. Allí las personas se sientan a tomar un trago o a comer algo con los insumos de esos preparados. Es invitar al público a sumergirse en una experiencia inmersiva, en un espacio cargado de elementos sugerentes y que insinúan una experimentación; sumergirse en una cápsula donde pasan cosas, y que esas cosas tengan que ver con lo que vas a probar en el lugar.

-El estudio como generador de experiencias…

-L.M.: Es que nosotros vendemos experiencias. Si bien apuntamos a lo que es hotelería y gastronomía, nos convocan también de otros espacios comerciales que requieran una experiencia para el usuario, como los espacios de trabajo, boliches, espacios de retails. Cada proyecto es muy distinto y buscamos que tenga una identidad, que no sea sólo un elemento decorativo. Que haya interacción y que se refleje la experiencia de inmersión.

-En época de redes sociales y de espacios “instagrameables”, ¿qué peso tiene esto al momento de proyectar?

-L.M.: La tecnología ha modificado nuestra forma de pensar y nuestros hábitos. Esa interacción que tiene la gente con el celular, de alguna forma requiere de un escenario de fondo, un escenario que se arma con uno mismo mirándose en el dispositivo y mirando qué hay detrás. Esa experiencia visual es lo que ocurre en todo tipo de lugares, incluso en espacios públicos, galerías de arte, museos. El mundo pide espacios instagrameables, y a la gastronomía se le suman los sentidos, que tienen que ver con experimentar sabores. Ahí es cuando entra en juego lo holístico, ocurre en todos los proyectos donde ponemos pie.

-F.H.: Claramente el usuario tiene un alto nivel de exigencia con disfrutar de estos espacios, más allá de la experiencia culinaria, por lo que ahí la arquitectura tiene mucho para dar. Los clientes nos piden rincones instagrameables para que su identidad trascienda por las redes.

-Y esto potencia el proceso creativo…

-F.H.: Con el tema de la tecnología y las redes ahora es muy fácil acceder a las tendencias de moda. Entonces muchas veces tenemos que reeducar al cliente y hacerles entender que necesitamos hacer un proceso de pensamiento, porque justamente para lograr identidad de marca se debe hacer una puesta creativa desde cero.

-L.M.: A nosotros nos gusta trabajar con una identidad generada por nosotros mismos. Siempre buscamos que haya una pieza como elemento determinante, no un rincón.

-¿Qué tanto influyen los materiales en la cabeza creativa de sus proyectos?

-F.H.: Intentamos que la visión integral sea lo que genere interés; y en casi todos nuestros proyectos tenemos solamente uno o dos materiales como protagonistas, que de alguna manera resuelven todo el espacio. Entonces, la elección del material para nosotros es crucial y conforma en gran parte la identidad de cada proyecto. Buscamos que el material sea el elemento resolutivo, y que el proyecto hable por sí mismo.

“En El Yaki, la antesala del bar Victoria Brown, hicimos un invernadero hidropónico con diferentes
especies que forman parte de la carta de coctelería”, explican los arquitectos.

Primero se piensa cuál es la historia que queremos contar; eso arroja como resultado el material y el recurso morfológico que va a determinar el proyecto. Por ejemplo, en Manduca, el desafío fue detectar el caos de morfología y de colores que tenía el lugar. Elegimos la chapa blanca trabajada de distintas maneras, porque queríamos lograr un paseo gastronómico con una identidad de continuidad, orden y monocromía. En este caso la chapa blanca hablaba de eso, un espacio contemporáneo en contraposición a todo lo ecléctico y antiguo que existía.

-Recibieron numerosas distinciones internacionales. En 2020, por ejemplo, fueron finalistas del International Restaurant and Bar Design Awards en la categoría Mejor Diseño de Restaurant de Medio Oriente y África por el proyecto Fogón, ubicado en Arabia Saudita. ¿Como se llevan con los Premios?

-L.M.: Este tipo de premios internacionales te abre a la región y al mundo. Ahora, por ejemplo, estamos trabajando para la cadena Hyatt en Centroamérica, y en parte tuvo que ver esa repercusión mediática. Llegamos a desarrolladores del exterior y eso nos permitió acceder a este tipo de proyectos.

-¿Cuál es el próximo reto de HMA? ¿Qué proyectan a futuro?

-F.H.: Pasar la frontera siempre fue uno de nuestros objetivos, y nos empieza a pasar ahora. Con la tecnología disponible uno puede desde proyectar hasta dirigir obras a distancia. Y la expansión del estudio en ese sentido es interesante.

-L.M.: Nosotros tenemos una oficina de representación en Miami y comenzamos a trabajar con proyectos ahí. Así que nuestra idea de posicionarnos regionalmente es clave, y siempre hay que estar haciendo fuerza. Estar a la vanguardia requiere un esfuerzo. Ahora, por ejemplo, nos estamos capacitando en todo lo que es inteligencia artificial. Creamos un laboratorio interno para poder entender esta nueva herramienta e incorporarla a nuestro trabajo. Porque lo que buscamos es tener nuevas herramientas a disposición.

Fotos: Alejandro Peral, Federico Kulekdjian, Andrés Martinelli

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