Fer Dente, un paso al frente: "Ahora como director, la exposición la siento para con el elenco y con el equipo, como si ellos fueran mi público"

El actor, bailarín y conductor acaba de estrenar su apuesta mayor como director, Heathers, un musical de culto que apenas fue anunciado se convirtió en suceso. El responsable de la puesta que desborda las localidades del teatro Ópera en cada función adjudica el éxito al talento que lo rodea. “Una de las mejores cosas que hice fue armar este equipo y confiar en eso”, asegura.

“El creer viene del corazón, de la cabeza, de las entrañas (...). Creer en uno mismo, creer en los demás, es fundamental para estar vivo. Si cada uno de ustedes puede hacer eso, nadie se los puede quitar.” Las palabras las pronunció Jason Sudeikis en la piel de Ted Lasso, el personaje que interpretó durante tres temporadas en la serie homónima. Pero perfectamente se las podría haber dicho Fernando Dente al elenco de Heathers, el musical que acaba de estrenar en el teatro Ópera.

Cuando Ted Lasso llegó al club de fútbol inglés AFC Richmond para convertirse en su director técnico, su pasado como entrenador de fútbol americano en los Estados Unidos generó algo más que inseguridad entre los jugadores. Su falta de experiencia en el cargo suscitó inquietudes que solo se fueron disipando con el correr de los entrenamientos y con ir entendiendo esa filosofía del “creer”, como se los recordaba cada día el cartel que veían pegado en el vestuario.

Si bien Fer Dente se formó y destacó en el teatro musical desde chico, el desafío de dirigir lo coloca en otro lugar: el de impartir su sabiduría para liderar un grupo humano. “Para mí es muy importante que la gente esté bien, pero no desde un lugar romántico, porque por otro lado también soy superconcreto y claro. Me parece importante que la gente esté bien para poder hacer bien lo que tiene que hacer. Creo que nos empezamos a poner mal cuando uno está haciendo lo que tendría que estar haciendo el otro, ¿viste? Por eso llevó todo un proceso el armar un buen equipo. Una de las mejores cosas que hice fue armar este equipo y confiar en eso”, dice, ahora sí, Dente.

“Para mí hay una manera de trabajar: lo hacés o no lo hacés. Me cuesta imaginarme a alguien que haga lo que hacemos nosotros, que es teatro musical, y que lo pueda hacer con atajos. Es raro.”

–¿Qué te interesó de la historia de "Heathers"?

–A mí lo que me pasa con Heathers... (piensa). Lo digo siempre con el elenco y por ahí no es lo más políticamente correcto de decir: a mí me gusta el proyecto. En El fantasma de la ópera, la estrella es el título; en un musical con una figura, la estrella es la figura, y acá la estrella son el proyecto y el elenco.

Nosotros podríamos estar haciendo Heathers o Mamma Mia! El proceso, la historia que hay detrás de este proyecto, van de la mano con el corazón que tiene. Es una obra que habla de celebrar lo único de cada uno a pesar de todo. Hoy, ya habiendo masticado mucho la historia y dirigiendo la obra y la puesta, entiendo que una de las mejores cosas que tiene es el tono en el que está contada, porque es cien por ciento empático y cero bajalínea.

Venimos de unos años donde, con toda razón por el hartazgo acumulado, por el enojo, por la bronca que nos genera a todos cualquier tipo de desigualdad, la bajada de línea estuvo presente, era la manera que encontrábamos de hacerlo. Creo que la obra tiene mensajes muy potentes, muy poderosos, y cuando te querés dar cuenta estás hablando de eso pero no es que decís “ahora viene la parte del no al bullying” o “ahora viene la parte del empoderamiento de la mujer”.

Todo eso está. Y cuando el teatro tiene ese poder de insertar esa moneda sin que te des cuenta, para mí es glorioso porque se cumple con el objetivo, que es desparramar el mensaje.

“La exposición la siento para con el elenco y con el equipo, como si ellos fueran mi público, a los que necesito darles soporte, contención y no defraudar, porque al fin y al cabo todos están siguiendo mi intuición.”

–¿Cómo te sentís como cabeza de grupo? Porque entiendo que hagas hincapié en el trabajo en equipo, pero vos sos la cabeza.

–Sí sí. Yo siempre digo: “En algún momento todos giran y te preguntan, y ahí yo no tengo a quién mirar” (risas). Creo que habiendo trabajado tantos años con gente increíble de muchos lados y quizás por mi historia personal y por mi personalidad, siempre me sentí bastante piola en lidiar o en intuir qué necesita el otro, qué lo haría sentir bien. Y creo que mucho de eso apareció en el armado de este proyecto. Y lo disfruto, no me pesa.

–¿Hubo alguna noche en la que apoyaste la cabeza en la almohada y dijiste: “Estamos bien, me voy a dormir tranquilo”?

–¡El día después del estreno! (risas) Y hasta ahí nomás. A mí un montón de veces, cuando me hacen notas, me dicen que soy muy exigente, medio obsesivo, y yo de verdad que no me percibo así. Pienso que soy como somos todos. Para mí hay una manera de trabajar: lo hacés o no lo hacés. Me cuesta imaginarme a alguien que haga lo que hacemos nosotros, que es teatro musical, y que lo pueda hacer con atajos. Es raro. A lo que voy con esto es que también entiendo cuando hay que soltar las cosas, cuando hay que dejar que sigan.

“Lo más común es que un tenista tenga un trabajo neurolingüístico o un coaching, pero de los actores se piensa ‘bueno, son actores’, cuando para cantar y bailar, que es de alto rendimiento, tu cabeza tiene que estar muy amigada con vos.”

–¿En el rol de director se siente la misma exposición que arriba del escenario?

–No, la exposición la siento para con el elenco y con el equipo, como si ellos fueran mi público a los que necesito darles soporte, contención y no defraudar, porque al fin y al cabo todos están siguiendo mi intuición. Es un poco “síganme que no los voy a defraudar” (risas).

Obviamente, yo entiendo que trabajé un montón y que no me estoy poniendo a operar un corazón, estoy haciendo algo que está dentro de la isla en la que yo vivo. Entonces ahí digo que no hay que sobrepensar porque, si no, ¿para qué lo hago?

–Paralelamente a este trabajo empezaste a conducir "Noche al Dente". ¿En algún momento sentiste que era mucho?

–No, dije: “Perfecto, porque lo del teatro es dirigir, ¿cuánto me va a demandar?” (risas). Y al programa pensé que llegaba media hora antes y lo hacía, pero resulta que estoy cinco horas antes porque armo, preparo la música, pienso el tema... A mí me divierte y me encanta, me la re banco, voy al frente. Por eso disfruté tanto todos los realities, porque me encantaba tener que armar las cosas en una semana y desarrollé cierta experiencia en eso. Sé que soy rápido para aprender y me pone en un lugar que está bueno. Pero termina y estoy detonado.

"Tengo mil maneras para bajar, pero no había tiempo porque también tengo que dormir. Porque hasta me pasa eso: cuento las horas de sueño. Si no, mi escape es manejar hasta Pilar y volver o ir al cine solo."

–¿Y con qué bajás?

–(Piensa)

–¿Bajás?

–Estrenando bajé. Tengo mil maneras para bajar, pero no había tiempo porque también tengo que dormir. Porque hasta me pasa eso: cuento las horas de sueño. Si no, mi escape es manejar hasta Pilar y volver o ir al cine solo.

–¿Qué hay en Pilar?

–Nada, pero me gusta manejar por la Panamericana (risas). Pero volviendo a cómo desconecto: mi mamá me crio siendo muy consciente de las emociones, de los pensamientos y de la energía, toda mi vida está armada alrededor de eso, con la inteligencia emocional. Y Ana Pérez, una de nuestras productoras, además de ser productora y supercreativa, se dedicaba al entrenamiento mental junto al Dr. Eduardo Berteuris en Método EPEP.

Cuando la conocí, obviamente fue una conexión instantánea, me acompañó muchísimo en todo este proceso, y tres días antes de entrar al teatro por primera vez, de salir de la sala de ensayo y entrar al teatro, le pedí si por favor nos daba una jornada a todo el elenco. Fue un trabajo de una mañana solamente el elenco, ella y yo, donde hicimos meditaciones, nos explicó cómo funciona el cerebro y los miedos y las inseguridades.

"Lo más común es que un tenista tenga un trabajo neurolingüístico o un coaching, pero de los actores se piensa “bueno, son actores”, cuando para cantar y bailar, que es de alto rendimiento, tu cabeza tiene que estar muy amigada con vos. Más cuando tenés 19 o 23 años y es tu primer proyecto en un teatro de 1.800 personas que gritan y gritan y disfrutan."

Ese trabajo para mí fue bisagra porque hoy veo a los chicos en el escenario y pienso que eso tuvo mucho que ver con que estén completamente ateflonados con todo lo que sucede alrededor. Fue espectacular. Y armamos una frase que es medio como nuestro mantra, está pegada en el lugar donde es la reunión antes de subir al escenario y todos los días los chicos se juntan antes de la función y la leen y se alinean con eso.

–¿Qué dice la frase?

–Es interna, pero es muy linda. Es una frase que armamos como equipo, es nuestra y es lo que a nosotros nos une y nos conecta. Lo más común es que un tenista tenga un trabajo neurolingüístico o un coaching, pero de los actores se piensa “bueno, son actores”, cuando para cantar y bailar, que es de alto rendimiento, tu cabeza tiene que estar muy amigada con vos. Más cuando tenés 19 o 23 años y es tu primer proyecto en un teatro de 1.800 personas que gritan y gritan y disfrutan.

Hay que estar preparado para atravesar ese proceso, y eso para mí fue increíble. Si tuviera que decir cuál es mi diferencial como director, creo que es ese: que le doy mucha mucha mucha bola a no generar ni miedos, ni dudas, ni cosas que puedan ensuciar lo que tiene que estar limpio.

Heathers, el backstage

Club Media, a cargo de la producción general de la obra, en asociación con GO Broadway Productions, Aleph Media y 1010 Mente Colectiva, hizo una convocatoria multitudinaria para impulsar el casting histórico que abarcó todo el país y alumbró el fenómeno de este musical que agota cada función.

Fernando Dente en el rol de director junto con Eugenia Gil Rodríguez en dirección vocal y Vanesa García Millán en la dirección coreográfica recorrieron las provincias para tomar audiciones a seis mil artistas y seleccionar a la mayor parte de los 20 que hoy brillan en el escenario del teatro Ópera.

Una vez consolidado, el elenco encabezado por Sofi Morandi, Julia Tozzi, Nico Di Pace, Flor Anca y Martu Loyato realizó un entrenamiento intensivo con Nayla Pose, maestra de actuación de Dente; Nahuel Leguizamón, asistente de coreografía de la obra, y expertos de la compañía de la coreógrafa Ana Frenkel.

“Fueron diez días de armar un lenguaje colectivo, de modo que si yo digo ‘verde’ todos sabemos lo que significa ‘verde’”, explica Dente sobre ese entrenamiento intensivo. Todos los días durante cuatro horas tomaron clases de actuación, de técnica vocal, de urbano, de street jazz, de contemporáneo y de jazz, entre otras. “Lo más hermoso fue que eso terminó en febrero y los ensayos de la obra comenzaban en mayo. Entonces el elenco, que es una gloria, le pidió a Nayla seguir trabajando. Así que todos los sábados durante esos dos meses fueron y se entrenaron pero no pasaban escenas de la obra, se entrenaron como una compañía, para llegar al ensayo como llegaron”, resume el director.

Fotos: Alejandro Calderone Caviglia

Coordinación general: Gimena Bugallo

Styling: Elías Agustín

Make up: Vero Fioravanti

Pelo: Cris Cagnina para Cerini

Filmmaker: Chanas Scigliotti

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