"Belleza Marrón", claves de la potente muestra fotográfica que desafía los cánones impuestos
Deconstruir el canon. Celebrar los cuerpos invisibilizados. Romper con los estándares de belleza. Con esa consigna estrenó en el Centro Cultural Borges la potente exposición “Belleza marrón”, retratos fotográficos –a cargo de Alejandra López– de algunas de las integrantes del colectivo Identidad Marrón(IM), abogadas, periodistas, funcionarias, escritoras, artistas visuales y profesoras universitarias. Todas activistas que trabajan para visibilizar y erradicar el racismo.
“No somos blancos, no somos negros, somos marrones” es el lema central con el que nació este colectivo, hace un puñado de años, como respuesta al racismo estructural de la Argentina, para visibilizar y reivindicar las pieles y rostros que, hasta ahora, han sido marginados y excluidos.
En la Argentina, el 56 por ciento de la población tiene antepasados indígenas, sin embargo “es llamativa la ausencia de lo marrón en las imágenes que vemos cotidianamente”, señala en el texto de sala la artista visual Flora Nómada, integrante de IM. En este conmovedor relato cuenta cómo fue el no verse reflejada ni en películas, ni en series, ni en publicidades. “¿Los y las marrones acaso no son felices, no se enamoran, no desean, no viven situaciones comunes y corrientes?”, se interroga la artista en su emotivo y punzante texto que acompaña el conjunto de fotografías, para las que también posó.

Así surge la exposición, que celebra la belleza marrón y aboga por la deconstrucción de un canon artificial (blanco, europeo) alejado de cierta identidad de un país donde más de la mitad de la población tiene antepasados indígenas.
¿Podemos empezar a mirar por fuera de los estereotipos hegemónicos que consumimos cotidianamente? fue el interrogante planteado por la fotógrafa, quien contó con estilismo a cargo de Jorge León, para retratar personas marrones-indígenas racializadas, hijxs y nietxs de indígenas, campesinos y campesinas migrantes del continente latinoamericano. Sus integrantes posan con orgullo frente a la cámara.
“La industria audiovisual, en particular respecto a las personas indígeno-descendientes/marrones, es responsable de reproducir un estereotipo de marginalidad. No estamos presentes, o cuando estamos, solo nos reflejan en la pobreza y en la exclusión. El imaginario social también se construye así, y eso nos daña como sociedad. Aquí elegimos construir nuevas nociones de belleza y poder”, explica a El Planeta Urbano Ana Clara Moncada, de Identidad Marrón, una de las protagonistas de esta serie fotográfica. Para Melisa Yaleva, también integrante del colectivo IM y una de las modelos de la muestra, “es una propuesta política porque el antirracismo es un movimiento de transformación que interpela a todo el cuerpo social, nos convoca a pensar las desigualdades pensando en la historia pero sobre todo en el futuro”.

–¿Cómo surgió esta exposición?
Ana Clara Moncada: –La idea nació del encuentro entre las inquietudes de Alejandra López y el planteo de nuestra existencia por fuera de los estereotipos. Ella se preguntaba qué pasa con quienes no nos encontramos en las imágenes de difusión masiva. Así nació la idea de mostrarnos desde otra óptica, con todo el dispositivo que se aplica para las imágenes de siempre. El colectivo Identidad Marrón ya venía trabajando con nuevas propuestas de autorreconocimiento y Alejandra aportó toda su experiencia y talento para llevarlo a un nuevo nivel. Los resultados son una innovación total en la fotografía contemporánea.
Melisa Yaleva: –La propuesta de Alejandra va en contra del engranaje de las industrias culturales tradicionales pero a la vez crea con la potencialidad de los elementos de ese sector. “Belleza marrón” emerge del encuentro entre la pregunta de Alejandra acerca del canon tradicional de los medios masivos y de toda una línea de trabajo que llevan adelante fotógrafxs, artistas visuales, modelxs, comunicadorxs del colectivo, donde la representación de personas marrones indígenas es transversal a las creaciones, obras, imágenes y estéticas, lo cual además de “visibilizar” diversifica las narrativas, los discursos y sentidos, enriqueciendo los paisajes estéticos, políticos.

–“Como mujer marrona de origen popular siempre me ha costado encontrar esa imagen con la que pudiera sentirme identificada”, dice el texto de sala de la muestra, ¿cómo se combate esa idea?
M. Y.: –Más que combatir se trata de construir, de aportar y proponer. El mensaje tiene que ver con la democratización de las narrativas y las representaciones como clave para la construcción de los años que se vienen. Ver estas imágenes, estas personas artistas, técnicas, investigadoras y profesionales pone en escena no solo “corporalidades” sino unas narrativas, unas geografías, unas preguntas. Nosotros trabajamos el antirracismo en clave de derechos humanos porque sostenemos que el acceso a la educación, el trabajo, la representación, son importantes para estos procesos.

UNA PROPUESTA CON DIRECCIÓN CLARA
–¿La muestra es entonces una propuesta estética pero también una propuesta política?
A. C. M.: –Es una propuesta estética que se realiza por primera vez y tiene un valor político muy profundo. Las imágenes son poderosas, crean narrativas, influyen en la autopercepción de las sociedades. Es una propuesta política porque reivindica a toda una población que está invisibilizada en el imaginario de nuestro país o que, cuando se le presta atención, es desde los estigmas negativos.
Es un orgullo tener los rasgos originarios y el color de piel marrón. Nuestro fenotipo es una herencia que valorizamos y queremos que toda la sociedad argentina comprenda que no es motivo para la desigualdad. También es nuestra la belleza y el glamour, el protagonismo que promueva nuevas nociones desde el deseo y el poder. La representatividad en estos lugares como parte de un avance frente al racismo estructural.

M. Y.: –Es una propuesta política porque el antirracismo es un movimiento de transformación que interpela a todo el cuerpo social, nos convoca a pensar las desigualdades pensando en la historia pero sobre todo en el futuro. Nos propone complejizar la mirada respecto a, por ejemplo, quiénes participan en la toma de decisiones, qué está pasando hoy en Jujuy, quiénes son protagonistas en ese proceso político y qué se demanda.
El antirracismo ayuda a mirar, pensar y potenciar esos procesos. A futuro, nos obliga a preguntarnos: ¿Qué democracia queremos construir? ¿Seguirán siendo los cuerpos racializados objeto de sospecha, represión o incluso de gatillo fácil? Cuestionarnos y transformar esas preguntas en acción es urgente en un contexto de crisis económica y ambiental donde hacen falta respuestas innovadoras y constructivas que requerirán la imaginación, la organización y protagonismos diversos.
Fotos: Alejandra López