Celeste Cid: “El éxito avasallante no es real, y tampoco el fracaso”
A los trece años le pidió a su tía que la llevara a un casting de la serie del momento, “Chiquititas”, el fenómeno con el que Cris Morena educó sentimentalmente a varias generaciones. Después de quedar seleccionada y ser parte del éxito de la tira juvenil, continuó su carrera en ese verano eterno del prime time televisivo de Telefé, “Verano del ’98”. Hasta que llegó a su vida el huracán “Resistiré” y la posicionó como una de las actrices preferidas del público.
Pero lejos de entrar en esa vorágine que exige producir hits minuto a minuto, Celeste hizo una pausa y comenzó a elegir cada proyecto con mucho cuidado, ahora sí más enfocada en su bienestar personal. Hoy, con una madurez que denota sus años de experiencia y la premisa de que “un rodaje es un romance con el tiempo”, la actriz se dispone a charlar largo y tendido sobre los cambios en la industria audiovisual, la pausa profesional, sus próximos proyectos, y revela: “No tengo la ambición de lograr cosas demasiado grandes; me interesa más entender con qué me quiero conectar.”

–Hace muy poquito estuviste de paso por el Festival Internacional de Cine de las Alturas, en Jujuy. ¿Cómo describirías tu vínculo con el cine?
–¿Cómo explicar esas cosas? Es como explicar un vínculo con una madre o un padre, que trasciende toda explicación. Tiene que ver con algo muy emocional, de mucha atracción. Mi familia nunca tuvo relación con el cine, así que me fui haciendo sola; desde muy chica iba a la Calle Corrientes a buscar DVD’s. Era otra era, encontrabas a un director que te encantaba e ibas a buscar la copia de su película. En esa época también apareció Leonardo Favio para mí.
–En la serie biográfica de Carlos Monzón te tocó interpretar a Susana Giménez justo cuando rodaba “La Mary”, una película icónica que se estrenó en 1974. ¿Tenés más conexión con el cine de esa época particularmente?
–Sí, porque fue cuando empecé a descubrir ese universo. Cuando me tocó recrear a “La Mary”, me acuerdo de estar en el set y mirar absolutamente todos los detalles. Había un trasfondo en el segundo plano que para mí era súper revelador. Creo que tiene que ver con esas mujeres, esos barrios, esas vestimentas, esas formas de caminar. Siento un romance con esa época.
–¿Qué te pasó la primera vez que hiciste cine?
–No podía creer todos los estímulos que tenía. Me gusta mucho el detrás de escena, porque el cine no se hace solo, tiene que haber un entramado muy perfecto para que las cosas funcionen. Desde el trabajo mismo, hasta nuestras familias, que nos sostienen a veces en horarios absurdos. Todo eso es una red muy hermosa. Creo que no he hecho tanto cine como me gustaría, pero todavía tengo unos años para ponerme al día.
–Pero estás trabajando en series en las que el cine se acerca mucho a la televisión…
–De hecho, mucha parte técnica de las series viene del cine. Antes estaba todo muy separado, pero ahora comulga y las series le aportan al público la espontaneidad de la televisión. En otro momento quizás grababas escenas que salían el mismo día, pero ahora, por ejemplo, hice dos temporadas de “Planners” (próximamente en Star+) y eso aún no se vio. Es algo que tiene que ver con los mercados, son cosas que no dependen de uno. Esa fusión es interesante y va nutriendo espacios.

–¿Te gustaría dirigir?
–Hice un cortometraje a mis 20 años y lo presenté en varios festivales. Eran pocas páginas, pero me llevó mucho tiempo armarlo porque son años de vida lo que uno le imprime. Lo rodé en la casa de mi abuela y fue muy lindo, quizás más adelante me anime a hacerlo otra vez. Me pasa algo parecido con la escritura; tengo un libro que escribí hace bastantes años y creo que ahora es tiempo de terminarlo.
–¿Dejás que las actividades te atraviesen, no es que te proponés hacer una cosa u otra?
–En general me pasa como en la vida, no tengo ambiciones sino que las cosas me suceden. Hace tiempo hice un libro con collages y poemas, fue en la época previa a Instagram pero era bastante instagramero. Mi papá tenía una imprenta, se fue armando. Me juntaba con una amiga, mi hijo era muy chico y lo llevaba a hacer esto. Confío mucho en eso que me pasa; no tengo la ambición de lograr cosas demasiado grandes, me interesa más entender con qué me quiero conectar.
LOS OFICIOS Y LOS DÍAS
–Hace un rato hablábamos de cuando te tocó interpretar a Susana Giménez. ¿Cómo construís un personaje cuando está vivo y hay referencias concretas?
–¿Vivo? Perdón, necesitaba decirlo (se ríe).
–¿Es más difícil?
–Con Susana sentí un poco más de presión porque pensé que me podía juzgar.
–Pero vos la llamaste…
–Sí, por las dudas, ¡Susana, perdón! Necesité preguntarle algunas cosas y de algún modo recibir un aval, sabiendo que lo iba a hacer con el mayor respeto posible. Por suerte no tuve muchas escenas de esas de Susana con las cartas o el maestruli (se ríe).
–Aunque hubiese estado buenísimo.
–Sí, pero no quería caer en una imitación o en una parodia. No me gusta, no tiene que ver conmigo. Intenté conectarme con una cosa más emocional, el tránsito de cuando se enamoraba de Carlos Monzón, la película que filmaron juntos, esa etapa de actriz y no tanto la maqueta. Ella fue muy amorosa conmigo, me dijo: “Divertite y que te vistan bien”, y así fue.

–Hablabas de un cambio en el mercado. ¿Qué recordás del fenómeno de “Resistiré”?
–Eso fue increíble. Yo era muy chica, recién ahora tomo dimensión del espacio que ocupó. En ese momento llamaban para pedir comida por delivery y les decían: “Esperá que termine la novela”. Literalmente se paralizaba el país, y eso hoy no pasa con las ficciones.
Yo era chica, mi sensación es que fue mucho lo que viví. De hecho, cuando terminó, tuve a mi hijo y me retiré un poco, porque tuve una sensación parecida a la que te podría generar un fracaso. Ese éxito avasallante no es real, y un fracaso tampoco lo es.
–Pero pudiste parar. ¿Fue difícil?
–Creo que tiene que ver con eso que te decía de la ambición. Para mí fue un montón, la gente me miraba de otra manera, así que me conecté con otra faceta, tuve a mi hijo, la vida me llevó a ese lugar. Igual fue muy gratificante hacerlo, había un elenco hermoso, Tina Serrano, Carolina Fal, actrices enormes, y uno aprende, no te queda otra más que absorber todo lo que está pasando ahí.
MIRADA DE MUJER
–Ya que estamos en tema, hace unos días escuché a la realizadora Ana Katz contar que llevaba a sus hijos al set, pero al principio pedía disculpas por estar con ellos ahí. ¿Viviste alguna situación similar?
–Creo que eso nos pasa a las mujeres. Hay un contexto que ayuda cada vez más para que una se pueda abrir, como un colchoncito más empático en general; no sólo de mujeres entre mujeres, sino también de varones que lo pueden contemplar. Yo fui mamá muy chiquita, a los 19 o 20 años ya tenía a mi primer hijo, André, entonces fue muy natural llevarlo al set para darle la teta.
También tuve la suerte de tener una persona que me acompañaba, o mismo su papá (N. de la R.: Emmanuel Horvilleur), que fue un papá muy presente. Es sacrificadísimo, pero nos pasa a todas. Yo creo que tuve suerte y ahora hay un contexto mejor, pero nos falta más, un montón. Mi hijo más grande tiene 18 años y el más chico está por cumplir 6 y siento que son dos maternidades completamente distintas, en dos contextos súper diferentes.

–¿Ves cambios en la industria audiovisual en relación a la mujer?
–Sí, mi mejor amiga es sonidista de cine y fue una de las primeras. Ella en realidad quería hacer otra cosa, como dirección de arte, pero le sugirieron que fuera sonidista y no había muchas en ese momento. Por suerte hay cada vez más, y va de la mano con lo que está sucediendo en el mundo, en buena hora.
–Volviendo al inicio de la conversación. Te convocaron para dialogar con el público en el 8º Festival Internacional de Cine de las Alturas. ¿Qué sentiste cuando te llamaron?
–Me sentí vieja (se ríe). Me re divirtió ser parte, es un mundillo que me es familiar, me gusta escuchar, aprender, observar, estar en contacto con colegas, que a veces uno no tiene la posibilidad, excepto que trabaje con esa persona. Estoy súper agradecida, y además se hizo en una provincia hermosa como Jujuy. No puedo pedir nada más.