Santiago Mitre, director de 'Argentina, 1985': "Me propongo cosas que son difíciles de hacer"
Tras El amor (primera parte), la película codirigida en 2005 junto a Alejandro Fadel, Martín Mauregui y Juan Schnitman, pasaron más de seis años para que Santiago Mitre se lanzara en solitario a realizar El estudiante, el film protagonizado por Esteban Lamothe.
Con La patota se animó a reversionar el clásico de Daniel Tinayre para hablar de la soberanía del cuerpo en tiempos previos al #MeToo. Luego, La cordillera dio un giro insospechado en aquello que el público y la industria esperaban de una película protagonizada por Ricardo Darín, extendiendo los límites de la incomodidad para bucear en diferentes géneros y desnudar las miserias de la política internacional.
Para este año, Santiago Mitre se sumerge en dos desafíos con mucha expectativa: el primero es Pequeña flor, la película basada en el libro homónimo de Iosi Havilio que abrió la reciente edición del Bafici y se estrena oficialmente el 23 de junio con un elenco estelar (Daniel Hendler, Vimala Pons, Melvil Poupaud y Sergi López).

El otro es nada más y nada menos que Argentina, 1985, el tan esperado largometraje protagonizado por Ricardo Darín y Peter Lanzani que reconstruirá la historia detrás del juicio a las juntas militares encabezado por Julio César Strassera y Luis Moreno Ocampo.
En pareja con la actriz Dolores Fonzi, el director dialogó con El Planeta Urbano explorando su profesión, hablando sobre las particularidades de hacer una película bilingüe y contando cómo es compartir su gran pasión junto a su compañera de vida.
–¿Estrenar es como desbloquear la energía del rodaje?
–El día del estreno en Bafici estaba un poco nervioso, como es habitual. Fue una noche intensa, en el sentido de que sabía que estaba por mostrar una película distinta a lo que hice, porque muchas veces vas a ver una película de alguien y es continuar una línea, pero esta no, es como una ópera prima, otra vez. La función fue hermosa, percibí que la sala estaba conectando bien con la película. Al otro día, a pesar de la resaca, me levanté con humor buenísimo, recordando que fue una linda noche, una noche inolvidable.
–Además, en breve se estrena en cines y siempre hay mucha expectativa sobre tu trabajo, ¿cómo manejás eso?
–Pasó algo muy lindo: la gente del Bafici fue muy generosa conmigo porque me dejó abrir el evento con la película, aunque haya una ley implícita que prohíba pasar películas con calificación para mayores de 18 años. Pero había tanto entusiasmo para que yo pudiera presentarla acá que al final se pudo. Para ellos yo soy como un “hijo” de Bafici (risas). Pequeña flor se estrena al público finalmente el 23 de junio y estaba bueno también despegarla un poco de Argentina, 1985, mi otra película, que es más grande. Entonces pensamos en junio para que haya tiempo para que ambas se encuentren con el público naturalmente. Argentina, 1985 cuenta la historia de los fiscales que llevaron adelante la investigación y el juicio a los comandantes de la última dictadura militar, es una película producida por una plataforma pero que también va a tener un estreno en cines, una ventana de al menos un mes en las salas.
–Vuelvo sobre la expectativa de los otros sobre tu trabajo, porque con La cordillera, por ejemplo, pasó que la gente iba a ver una cosa y le diste algo que no esperaba.
–Nadie tiene más expectativa que yo, así que cómo manejo la expectativa de los demás es menor a cómo manejo la mía, le doy menos importancia. Yo hago películas que parecen una cosa pero son otra, no me gusta ser predecible, pero para desafiarme a mí mismo, para probar cosas diferentes a las que hice o extremarlas, como introducir la hipnosis en La cordillera, que era una locura, pero a la vez es lo que configuró la película para nosotros. Era una película sobre presidentes pero con una escena de hipnosis. What? Estaba perfecto para nosotros y fuimos para adelante. Con Pequeña flor lo mismo: al leer la novela de Iosi me pregunté si podría hacer una película sobre un tipo que mata a otro, pero no muere, y sobre una pareja en crisis, y quise probar.

–La patota se cuestionó mucho por la decisión final que toma la protagonista, hoy se la vería de una manera diferente.
–Se hubiese debatido muchísimo también, pero claro, ahora habiendo logrado la Ley de Aborto se puede hablar de ello con un poco más de naturalidad que en ese momento, porque cayó para pinchar a gente que no se la bancó, así como también otra gente la recibió bien, y sabíamos que era un objeto explosivo al que le fue milagrosamente muy bien. La patota es la película más exitosa que hice, arrasó con premios en festivales, había algo de la incomodidad que generaba para que la vieran como un objeto culto, interesante y premiable.
–¿Eso lo buscás?
–No, pero después de todo lo bueno de La patota, La cordillera tuvo una recepción más dura. Me pregunté qué pasó, era mi tercera película y me mandé en una rara a conciencia y en contra de un mainstream, estaba trabajando con el ícono Ricardo Darín y encima de presidente, era una postura provocadora que tuvimos con Mariano Llinás para generar con el mainstream de ir con una estrella y llevarlo hacia otro lugar. Me propongo cosas que son difíciles de hacer.
–Decías que leer el libro Pequeña flor te disparó sensaciones de película, ¿te pasa siempre? ¿Sos de leer y pensar “esto tiene que ser una película”?
–Soy de leer, me gusta mucho leer, y cada vez tengo más trabajo y menos tiempo, pero leer es la actividad que más me gusta; perdón, cine (risas). Pero no leo buscando material, la novela de Iosi la leí y estaban los elementos muy cinematográficos, la comedia de reenamoramiento, el suspenso; con relación a lo que le sucede al personaje, estaban los asesinatos y el fantástico, que me parecían cosas potencialmente explosivas en su combinación y muy cinematográficas. Iosi da talleres de dramaturgia y es una persona con una capacidad de conceptualización muy grande. Me iba a reunir con él por otra cosa y dos días antes leí Pequeña flor, y cuando fui a la reunión no hablé de otra cosa que no fuera el libro, le hice casi una entrevista y le dije que avanzáramos con eso. No es que busqué a Pequeña flor, sino que Pequeña flor me encontró a mí, y lo mismo con Iosi.

–Dolores Fonzi participó de alguna manera en la película. ¿Cómo es compartir con alguien en un punto en el que la vida y el trabajo es todo junto y que ella acompañe los procesos?
–Con Dolores yo no solo encontré el amor, sino también una compañera para desarrollar mis cosas artísticas y las de ella, porque ahora estamos empezando con lo que será su primera película como directora. Ella me ayuda mucho, y en las películas que filmamos juntos evidentemente había un ida y vuelta, como en La cordillera y en La patota, y en Pequeña flor vino a Francia conmigo y estaba a mi lado en el set. En 1985 también.
–No se desentienden de los proyectos del otro.
–No, nos gusta mucho el cine a los dos y lo compartimos de una manera muy pasional también, y está bueno poder combinar el amor con una pasión por un trabajo determinado; nos llevamos muy bien en ese sentido, y también nos peleamos (risas). Estoy muy contento de que Dolores vaya a filmar su película ahora, el guion es formidable y me parece que ella tiene muchas capacidades para ser una gran directora.

Fotos: Alejandro Calderone Caviglia