Gabriel Chaile, el artista tucumano que expuso en la Bienal de Venecia: "No me interesa la meritocracia"
Del 23 de abril al 27 de noviembre y bajo el lema La leche de los sueños –título tomado de un libro de la surrealista Leonora Carrington– se celebró la 59ª Bienal de Arte de Venecia, que reunió obras de 213 artistas de 58 países. En la muestra central, allí donde se distinguió el trabajo de, entre otros, Nan Goldin, Violeta Parra y Sonia Delaunay, pisa fuerte Gabriel Chaile, el argentino que fascinó a la curadora de esta edición, la italiana Cecilia Alemani.
“Chaile está llevando su práctica a un nivel diferente y creo que los temas y las narrativas que evoca su trabajo son muy importantes para la muestra, así que decidí darle un espacio bastante amplio”, argumentó Alemani.
Hijo de un albañil y de una empleada doméstica, Chaile estudió Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Tucumán –ciudad en la que vivió hasta 2009–, obtuvo la beca de la Fundación YPF –que le permitió ser parte del primer programa de artistas del Di Tella– y participó de Art Basel, entre otras muestras internacionales. “Sé lo que es soportar. El arte me permite ser lo que no fui”, ha asegurado el artista que le dio voz a comunidades opacadas por la historia en muestras como Mamá Luchona, al crear un espacio de lucha y resistencia con sus enormes piezas en cerámica. En la Biennale, Chaile participará con cinco esculturas nuevas y de gran tamaño.

–Hablemos de visibilidad. ¿En qué sentido creés que es significativo que te eligieran?
–Mi obra no es que intenta dar voz a los que no tienen voz, pienso que todas las personas tienen voz, sólo que la participación es completamente desigual y hay personas que no son escuchadas. Es un proceso de lucha constante. No sé si siento que me eligieran por eso. Estos últimos días me llegan mensajes de muchas personas que me felicitan porque sentían que lo merecía y valoraban mi “sacrificio”. Siéndote sincero, no estoy de acuerdo con todo eso.
–¿Qué es lo que te hace más ruido de esa reacción?
–No estoy de acuerdo con el mérito y con el sacrificio. Hasta me enoja que se lea de esa manera. En primer lugar porque no me interesa la meritocracia, y al mismo tiempo pienso que si fue o no sacrificado mi proceso de carrera no debería ser así. Si romantizamos la desigualdad y nos emocionamos frente a alguien que alcanza algo no hacemos nada para cambiar el camino de todos los que vienen detrás. Me parece un problema convertir en heroico un solo caso que sirve para romantizar algo. Es un problema desigual porque acá no tenemos todos las mismas oportunidades. Existe un lugar donde ni siquiera aparece la oportunidad como una posibilidad: existe el miedo y la estigmatización.
–¿Se siente como una suerte de justicia social que tu arte llegue al epicentro de la cultura mainstream?
–Justicia social, ¡me encanta esa palabra! Mi arte está cargado de convicciones políticas. Es ese puñado de convicciones que trato de mantener desde chico: me gustan los espacios de visibilidad porque me interesan las posibilidades que crea la visibilidad.

–¿De qué se trata la obra que se expondrá en la Bienal y cuánto tiempo te llevó producirla?
–No puedo decir mucho sobre la obra, pero te cuento que son cinco piezas grandes que me están llevando tiempo. Casi están listas y vamos a llevarlas desde Lisboa para terminarlas en la sala de la Bienal.
–¿Qué otros artistas que expondrán allí te resultan interesantes?
–Quiero ver los tapices de Violeta Parra. Me gustan mucho las pintoras históricas que son parte de la exposición. También hay algunas artistas que conocí en el New Museum que me interesa ver qué es lo que están preparando, pero no he mirado con mucha atención la lista de artistas.
–¿Cómo recordás al Chaile que dio sus primeros pasos en el arte y cómo fue ese descubrimiento?
–Recuerdo a alguien muy travieso que siempre se metía en problemas por experimentar y conocer las cosas: la electricidad, la altura, hacer falsificaciones, etc. No tengo recuerdo del descubrimiento en sí, sólo sé que siempre me gustó esto del dibujo, conocer, preguntar, descubrir, hacer planes con más personas… planes soñadores. Ese fue mi encuentro con el arte, algo medio mágico que me permitía sentir que hacía cosas que eran simbólicas, cargadas de sentimientos.

–¿Qué artistas influyeron en que te quisieras expresar a través del arte?
–Hubo un antes y después de entrar a la Facultad de Artes. Antes: Rodin, Van Gogh, Miguel Ángel. Después y durante la facultad de artes: ¡los tucumanos! Mis colegas cercanos, mi generación más próxima, integrada por Sandro Pereira, Pablo, Guiot, Rosalba Mirabella, Javier Juárez, Alfredo Frías, Sonia Ruiz, Andrei Fernández, Ramiro Quesada Pons, Nicolás Balangero, Carlota Beltrame, Gely Gonzales, Jorge Lobato Coronel y Eli Cárdenas. Y también los maestros de Tucumán: Juan Carlos Iramain, Lola Mora, Lobo de la Vega, Efrain Villa, Rodo Bulacio, Mecha Romero, Aurelio Salas, Slajos Salay. Me hiciste pensar en Tucumán y en cómo esas muestras me quedaron re grabadas.
–¿Cómo reaccionaron tus amigos y familiares al conocer el logro de que expondrías en la Bienal?
–Mis amigos artistas me re felicitaron, mis amigos que no son artistas, no entendían (risas). Y mi familia tampoco entendía, así que les tuve que explicar varias veces.
–¿Qué es lo que más disfrutás de viajes como este en Lisboa y cuál fue tu lugar favorito allí?
–Comer en McDonald’s. Siempre que viajo me gusta ir a un McDonald’s para ver si cambia el sabor. Es algo que aprendí de Ramiro Quesada Pons (N.d. R: con quien participó del programa de artistas del Di Tella) y me pareció un fantástico plan.
