Heidi Bivens, vestuarista de Euphoria: "La serie influyó en gente de todas las edades"
Tu placar tiene una jefa y se llama Heidi Bivens. No es hipótesis, es un hecho, aunque quizás ni siquiera lo sabías, porque Heidi arrancó siendo periodista pero con el tiempo descubrió otras formas de comunicar que la llevaron al diseño de indumentaria y a la dirección de vestuario.
Trabajó junto a David Lynch en esa formidable locura llamada Inland Empire, donde una familia con cabeza de conejo cuestionaba todos los cánones tradicionales; creó un vestuario inolvidable y melancólico para ese maravilloso coming of age que fue En los 90, debut como director de Jonah Hill, y se encargó de otras chicas dispuestas a todo, las protagonistas de Spring Breakers, aquel film de culto de Harmony Korine. Aunque, por encima de eso, Heidi es la creadora del vestuario de Euphoria, la serie con más relevancia cultural de la década.

Si Clueless estableció un paradigma de inocentes colegialas súper-trendy adornadas con mohínes y Alaïa, Euphoria vino a sacudir todas las conversaciones muteadas por la sociedad. Sus personajes recorren historias como pasajeros de una pesadilla donde el amor puede ser tan peligroso como la heroína, la educación sexual se encuentra en el porno, la dependencia emocional reproduce el mecanismo de las adicciones, las referencias se suceden con la velocidad de la memoria pop y un personaje despreciable ilustra la crueldad que encierra una vida de mentiras al ritmo de INXS.
En Euphoria todos pueden morir jóvenes y bellos como Michael Hutchence, mientras empujan los límites, titilando como falladas luces de neón. Y es inevitable mirarlos, aunque te resistas, aunque te enojes en Twitter, aunque odies amarlos. Never tear us apart.
El desafío de crear desde la nada
Paradoja o no, en esta charla vía Zoom que Heidi Bivens tiene con El Planeta Urbano, la cámara está apagada, sólo se escucha su voz. Y el ejercicio de imaginar visualmente cada respuesta genera la fascinación de un buen podcast. Le pregunto cómo fue construir cada personaje en su cabeza y me responde: “En la primera temporada había que crear de la nada. En la segunda ya teníamos las devoluciones de los fans con respecto al aspecto visual, al vestuario, al make up, así que me permití hacer algo todavía más excitante, elevando el mundo que plantea la historia desde una narrativa visual. Esto se dio naturalmente porque ya conocíamos mejor a los personajes, entonces tuve más posibilidades de expresar qué les pasa a través del vestuario”. Y vaya si redobló la apuesta.
En Euphoria la ropa no es un simple gancho. El atuendo es el personaje y todas las claves de su personalidad pueden leerse en las prendas que habitan. Desde el hoodie que usa Rue (Zendaya, la mejor actriz de su generación) para conservar algo de su padre muerto hasta los jeans de vaquero tóxico que porta Nate (Jacob Elordi).
La transición de Jules (Hunter Schafer), que fue desde las falditas robadas de Sailor Moon hasta su actual mímesis con Kurt Cobain. Los escotes de Barbie shoppinera de Cassie (Sydney Sweeney, nueva estrella de nuestras obsesiones); las uñas de Maddy (Alexa Demie), que muestra las garras y termina arañada; esa rotunda sexualidad de Kat (Barbie Ferreira); la mantita tejida al crochet que supo tapar al pequeño Ashtray (Javon Walton) y hoy cobija un amor que se cuece a fuego quizás demasiado lento entre Fezco y Lexi (Angus Cloud y Maude Apatow, los más leales, siempre). En la serie, la psicología de los personajes se transparenta en cada detalle de su vestuario.

"Mi objetivo es que todos se sientan cómodos en la piel de sus personajes"
Necesito consultarle a Bivens cómo lo hace, dónde encontró el GPS que le dicta la ruta desde el inconsciente hasta el armario. Heidi responde: “¿Viste? Algunas personas quieren expresarse vistiéndose de determinada manera para ir a cierto lugar. Si vas al trabajo, querés verte profesional; si vas a una disco, querés verte hot. Eso pasa mucho en la adolescencia, porque es una época de la vida en la que estás descubriendo quién sos y quién querés ser. Trato de aprovechar todas las oportunidades para mostrar cómo es el personaje en ese momento a través de su ropa”, dice.
Piensa y agrega: “Leo el guion y trato de conocer al personaje, de vivir con él. Hace ya algunos años que convivimos con ellos, y a esta altura ya sabemos qué va a funcionar en las escenas para cada actor y actriz. Uno conoce sus vidas y presiente qué usarían, es un ejercicio de empatía con el rol, entrar en sus cabezas, imaginar sus sentimientos, cómo querrían presentarse, sobre qué cuestiones les gustaría centrar la atención. Mi objetivo como vestuarista es que todas las personas del elenco se sientan cómodas en la piel de su personaje. Para que eso ocurra hay que estar abierto al diálogo y al feedback que te den los actores, porque ellos son los que tienen que usar la ropa, enfrentar la cámara, comunicar sus emociones más allá del maquillaje. Es realmente una colaboración constante con ellos”.
Intuyo una conexión entre el impacto que tiene la psicología de los personajes en su vestuario pero también en el oficio de Heidi. Si un buen terapeuta te acompaña mientras encontrás nuevas preguntas y respuestas, ¿una vestuarista se convierte en una traductora textil de la personalidad? Bivens se ríe y responde: “Creo que probablemente elegí la profesión de diseñadora de vestuario porque soy una persona empática, emocional y me involucro con los personajes. Creo que aparecen el instinto y los sentimientos, y si son los correctos para esa escena, la cosa fluye”.
Mientras charlamos sobre prendas puntuales, como el chaleco Gaultier vintage que Zendaya usó en el primer episodio de esta temporada o los looks al borde de un ataque de nervios de Sydney Sweeney, Heidi agrega: “En la primera temporada tuve que trabajar más a ciegas porque no se sabía qué iba a pasar, iba conociendo a los personajes en tiempo real. Cuando arrancamos la segunda, sólo tuve acceso a los tres primeros episodios. En los proyectos televisivos como este, nunca sabés el final. Vas acompañando el arco psicológico del personaje en la medida que aparecen los guiones, lo vas descubriendo junto a los actores, ¡lo cual es un proceso tan natural! Esa inmediatez se parece bastante a la vida real, acercarse así es muy interesante”.

Una búsqueda constante
Charlamos sobre Cassie, su apego al paradigma de la chica a la que le gusta gustar, una adicta al amor que busca afirmar el deseo de Nate con su hiperfeminidad. Cassie es quien Nate quiere que sea. También es el personaje que más se viste con marcas de shopping, la que busca tendencias en Instagram y va corriendo a comprarlas.
En un mundo que te vende hasta tu tiempo, le consulto a Heidi cómo elige las marcas. “Me gusta explorar todas las posibilidades. En esta temporada trabajé con una nueva asistente que se llama Angelina Vitto y es fantástica, me acercó muchas marcas independientes de jóvenes diseñadores que no conocía. Viste que Jules, por ejemplo, usa muchas etiquetas indie, como Orseund Iris, Maroske Peech, NIHL. Hunter Schafer es genial, el choker que usó en la fiesta de fin de año se lo armó ella en el momento: tenía un colgante, yo le di una cinta verde, la improvisó y fue un accesorio supercomentado. A la vez, esta temporada hay menos ropa de negocios porque hay marcas, como Opening Ceremony y Barneys, que desafortunadamente ya no existen. Todavía seguimos haciendo shopping, pero con la pandemia tuvimos que recalcular, el modo de armar el vestuario cambió. Después, hay otra realidad: nosotros grabamos en Los Ángeles y aquí hay departamentos de vestuario llenos de cosas. Todos tienen lotes gigantes de ropa, entonces muchas de las prendas vintage las obtenemos de otros proyectos.”
El reloj me advierte que se termina el tiempo de la entrevista y también el de Euphoria: el último episodio de la temporada se estrenó el 27 de febrero, por HBO MAX. Busco la manera de alargar los minutos y le pregunto a Heidi por sus propias búsquedas: “Me han preguntado mucho si hice research yendo a colegios y viendo cómo se visten los chicos reales. Después de dos temporadas, yo creo que la serie ha influido no sólo en los adolescentes sino en la gente de todas las edades, y los ha empujado a pensar fuera de su caja mental, a entender que hay otras formas de expresión, a encontrar qué los hace felices a la hora de vestirse. Porque se supone que vestirse es divertido”, responde.
Por suerte sabemos que habrá una tercera temporada, pero es difícil imaginar sobre qué hablaremos los próximos lunes, qué recuerdos aparecerán con cada delineado gráfico de neón, de qué modo pasaremos la angustia hasta enterarnos qué pasó con Fezco y Ashtray en esa noche de estreno infernal, qué fantasmas aparecerán cuando veamos a un alma en pena presa de todas las tendencias.

Fotos: gentileza HBO