Taté Moretti: la Head Distiller que cosechó premios y reconocimiento con su gin patagónico
–¿Cómo fue que empezaste a destilar?
–Fue algo medio loco porque tiene que ver con el regreso nuestro a la región. Con Hernán, mi marido, somos de acá, de Neuquén, y nos fuimos a estudiar a Buenos Aires a los 18 años. Estuvimos casi 17 años allá y decidimos pegar la vuelta hace seis con la idea de hacer algo diferente. Yo me vine con un traslado de trabajo porque sigo trabajando en un banco, en Buenos Aires estaba en un puesto jerárquico muy importante, había crecido mucho profesionalmente, Hernán también; ambos en un momento profesional óptimo, pero de golpe nos encontramos en que no hablábamos de otra cosa que de volvernos. Ya teníamos los dos primeros hijos, y dijimos ya está, es el momento, necesitábamos un cambio de vida familiar, no pensar tanto en lo profesional, queríamos que ellos también tengan la forma de crianza que tuvimos nosotros.
Y en eso de buscar qué hacer pasamos por varias ideas y terminamos concretando esto de tener una destilería. Importamos un alambique de EE.UU., el primero, de 100 litros. Empezamos haciendo vodka en Cipolletti, en un espacio que nos quedó chico enseguida. Al año tuvimos la necesidad de mudarnos, cruzamos el charco y lo hicimos en Neuquén. Empezando de cero, en provincia nueva y con la particularidad de que no había ninguna destilería. Fue abrir camino a una industria nueva en una provincia que tiene de todo. Fue todo un desafío.
–¿Se pusieron a estudiar cómo destilar?
–El mayor aprendizaje lo tuvimos con el alambique en la mano, empezando a probar. Ahí es donde toda la teoría que habíamos leído se concretó y pudimos sacar nuestras propias conclusiones. Pero sí, estudiamos, hicimos cursos, leímos mucho. Hay muy poca bibliografía sobre destilación, y menos en español. Entendimos que teníamos un producto novedoso. Así nació Noctua, el vodka, que es muy redondito.

Para mí, aprender a destilar haciendo vodka fue lo que me dio las herramientas para hacer otras cosas después, porque no hay nada más complejo que hacer un producto sin sabor y que se note que es bueno. Estás valorizando la calidad del alcohol y del agua, con puntos de comparación que son neutros. Cuando nos mudamos a una planta más grande, en Neuquén, nos pusimos a hacer gin. La capacidad de la destilería creció siete veces. Ahora podemos destilar 700 litros diarios. También elaboramos productos para otras empresas.
–Contame sobre el gin. ¿Por qué Gina y cómo elegiste los botánicos?
–Tardé muchos meses en crearlo porque es un producto súper personal, que lleva el nombre de mi hija y no terminaba nunca de cerrar. Cuando pensé ir por el lado del gin, aprovechando el boom, Gina tenía 3 años. Pensé que el gin A de nuestra destilería tenía que llevar su nombre y ser distinto. El carácter, la impronta de que sea una mujer, crearlo de cero, me daba un abanico de oportunidades. Y fui en busca de las flores de una. Después me di cuenta de por qué hay tan pocos gin de flores en el mundo: me costó mucho tiempo y aprendizaje.
Hoy el gin tiene como base principal el enebro y las flores son rosa, jazmín, lavanda, manzanilla, flor de sauco y flor de azahar. También tiene coriandro, angélica, piel de pomelo rosado, menta y pimienta rosa. Lo complejo de esto es que vos tenés la idea de las flores pero todo eso en la infusión en alcohol se modifica, se evapora, y cuando sale destilado hay que lograr un equilibrio. En este bouquet de flores yo siempre digo que el destilado está equilibrado cuando suena bien en su conjunto. Mi idea era que sea como un perfume, que vos abrieras la botella y lo huelas.

–Venías de un mundo mayormente masculino, como el de las finanzas. ¿Qué te pasó al meterte en el ambiente de las bebidas alcohólicas?
–Yo creo que siempre, cuando sos minoría, hay algo que tenés que adaptar. Me acuerdo cuando me recibí en Finanzas, éramos cuatro mujeres y veinte varones. Esto ahora va cambiando. En estos veinte años que pasaron desde que me recibí, se ha transitado un camino muy importante que le dio a la mujer un lugar que tal vez no estaba siendo visible. Más allá de eso, siguen siendo rubros en los que uno identifica más al hombre que a la mujer.
Si vos pensás en un tomador de whisky, lo primero que pensás es en un hombre; un fabricante de cerveza, pensás en un hombre. Siempre donde tenés que abrir un camino parece que al principio estás medio sola. Hoy, que yo conozca, somos cuatro mujeres en el país que hacemos destilados. Sé que hay más y siempre pido perdón por no tenerlas en el radar pero me encantaría armar una comunidad de mujeres que destilamos.
–Como emprendedora mujer, debés haber aprendido a hacerte camino en un mundo de hombres.
–A veces las cuestiones de género afectan porque sesgan, y si uno mira las estadísticas sobre oportunidades siempre parece ser que hay más para los hombres; pero como mujer es importante no quedarse con eso. Yo voy para adelante y quiero ir hasta lo más alto que yo pueda en el camino que elija. Hoy estoy haciendo bebidas destiladas, sigo trabajando en el banco y la verdad es que es no aflojar.
Yo tuve tres hijos, con los tres me tomé licencia por maternidad y volví con todo porque tuve la posibilidad de hacerlo, pero hay otras mujeres que no la tienen. A veces uno cree que por tener hijos tu carrera termina coartada y no es así: hay que encontrarle el lugar y el momento y cuando te toca ser madre sos madre, y cuando te toca ser empleada, lo sos. Tenemos esa facilidad las mujeres, es un don, en eso no tenemos competencia.

–Contame sobre los premios internacionales.
–El año pasado, con los bares cerrados, mandamos los productos a dos concursos de Londres: el IWSC (The International Wine & Spirit Competition), donde ganamos una medalla de bronce con Gina; y el World Gin Awards 2021, donde ganamos la de oro. En el World Vodka Awards 2021 obtuvimos la de plata con Noctua. La categoría donde ganamos con el gin se llama Signature Botanical, busca tener un botánico que se destaque, en este caso, el bouquet de flores. Ahí ganamos como mejor gin del país, así que re felices.
–¿Cómo se entrenan los sentidos para convertirse en una Head Distiller?
–De los errores aprendí un montón, de productos que tienen un aroma o un sabor que me hace ruido, eso lo recuerdo y de ahí parto sabiendo lo que no quiero. Catar productos de otras personas, consagrados y nuevos, ayuda a entrenar. Siempre me gustaron las bebidas destiladas más que las cervezas; también los vinos, que en esta región hay buenos, lo cual también ayuda.

–¿Cuál es tu bebida favorita?
Desde siempre me gusta mucho el whisky. De hecho me ha pasado de salir con Hernán y él se pedía una cerveza y yo un whisky y le daban el whisky a él. Por suerte esto se está revirtiendo.
–¿Cuál es tu próximo desafío?
–Hacer whisky (risas). A mí me gusta investigar, me gusta buscar. Como te digo, yo voy a la destilería cuando necesito hacer algo nuevo, se me ocurre algo y voy, pruebo, testeo, tengo millones de pruebas de cosas a las que recurro para acordarme de algunos matices, tengo todo catalogado. Me gusta crear productos nuevos.
Hoy me toca estar del lado del gin, y habiendo hecho Gina ya me siento satisfecha. Con los otros desarrollos que hice para terceros también, para mí es un desafío seguir creando dentro del gin o del vodka, que es lo que más domino. Pero el desafío real es hacer una bebida un poco más compleja, como el whisky, donde vas desde la fermentación del grano hasta la barrica; con el tiempo y la paciencia que hay que tener, eso me entusiasma.
Fotos: Sofía Bruner