Eterna Inocencia: fieles a la filosofía del hazlo tú mismo
Al calor del concepto “hazlo tú mismo”,cuando todavía no era una opción de lo más agradable para la industria, nació Eterna Inocencia. En 1995, en la localidad de Quilmes, al sur del Gran Buenos Aires, un grupo de jóvenes, compañeros de secundaria, hizo sonar los primeros acordes y la llama combinó rabia y punk. En la actualidad, pese a que algunos músicos se bajaron del barco, Guillermo Mármol (cantante) y Roy Ota (guitarra y coros) resistieron, y sin claudicar a los contextos, la música no se detuvo y la banda continuó de pie.
Con una cosecha de ocho discos de estudio y un noveno por venirse –más DVD, sencillos y EP–, Eterna Inocencia está a punto de festejar 25 años de trayectoria. El escenario que los espera, el próximo viernes 26 de noviembre, es nada más y nada menos que el de Obras.
“Estamos muy contentos y con expectativas”, dice Mármol, sentado en el piso de la sala de ensayo que tienen en el Saldías Polo Cultural. Un reducto de amplias dimensiones que cuenta con más de 60 salas de ensayo y se viste con la estética de aquella Factory fundada por Andy Warhol en los 60.
Este lugar, además de ser emblemático porque Luis Alberto Spinetta lo eligió para ensayar su histórico show de las Bandas Eternas, es el centro de operaciones de las nuevas generaciones. Por sus largos pasillos alfombrados se pasean (o se pasearon alguna vez) los grupos y solistas protagonistas de esta época: Bandalos Chinos, Lo’ Pibitos, Marilina Bertoldi, Indios, Conociendo Rusia.
Mármol muestra la sala. Invita a que la vista esquive el cablerío, equipos e instrumentos y se pose en una de las paredes que luce los panfletos y fanzines de sus primeros años de rodaje. Hace casi dos años que el grupo de Quilmes no se sube a un escenario.
El arribo de la pandemia invitó a poner un freno obligatorio, y en tiempos de incertidumbre se sentaron a reflexionar y a componer para el nuevo disco. “Esto que pasó nos ayudó a pensar algunas cosas”, aclara Roy, el histórico guitarrista de la banda, que porta facciones similares a las de Vincent van Gogh.
El disco que va a suceder a Entre llanos y antigales (2014) ya está listo. El nombre: No bien abran las flores. Lo cocinaron en los míticos Estudios ION y bajo el mando de Roy en la maquinaria más pesada. El guitarrista estudió grabación y posproducción de audio para hacerse cargo definitivamente de todo, y fiel al “hazlo tú mismo”, estuvo involucrado en los últimos tres discos del grupo.
“Venía grabando discos con Eterna, siempre con muy buenas relaciones con los productores, pero sentí que había llegado un techo y me puse a estudiar”, cuenta.
En este último periodo dieron a conocer dos temas de esta nueva etapa (“Cosas por hacer” y “Danilo”), y ya está disponible otro más, “Despedida”.

–En tiempos donde todo se agiliza cada vez más, ¿cómo se hace para sostener un proyecto durante 25 años?
Guillermo Mármol: –Las cuestiones por las que la banda atravesó tienen enorme vigencia. Ahora estamos disfrutando de este presente que empieza por la manera de hacer las cosas, algo que en definitiva hacen todas las bandas: producir tu propia música.
La democratización de acceso que puso a disposición un montón de elementos hizo que nosotros ya estuviésemos preparados para este momento que estamos viviendo. Me parece que la gente que viene a ver a la banda viene a compartir esa perseverancia. Es cómplice de ese proceso.
–¿Alguna vez sintieron cercana la posibilidad de separarse?
Roy Ota: –No, pero es muy loco esto que pasó con la pandemia, porque fue como claudicar obligatoriamente. Nosotros veníamos de tocar muchísimo y de golpe tuvimos que parar. Yo lo hablaba mucho con él (señala a Mármol) y le decía que aprovecháramos el momento para reflexionar. Estábamos por grabar el disco en ese momento. Para abril de 2020 teníamos el estudio y se cayó todo. Pero esto que pasó nos ayudó a pensar algunas cosas. Igual no paramos del todo, seguimos haciendo canciones en pandemia y algunas son parte del disco.
G. M.: –A mí sí me pasó, pero siempre me dije que el día que sintiese algo así iba a ser definitivo y no iba a tocar más. Toda la vida le di para adelante, aun habiendo tenido momentos donde me planteé esto. Lo medité profundamente varias veces. Pero en la última etapa, a partir de 2018, lo empecé a disfrutar mucho.
Y la pandemia vino a terminar de consolidar la banda. Nos permitió parar obligatoriamente, ponernos a producir y hacer canciones nuevas, que era lo que queríamos. Hacía como siete años que no hacíamos un disco. Componer nos vino bien entre tanta desgracia.
–Cuando se nombra a la banda, lo inmediato es relacionarla con el punk, pero en función de cómo avanzó la música, ¿se puede seguir pensando en etiquetas tan ortodoxas?
G. M.: –La banda tiene una manera de acercar las cosas desde una perspectiva bastante personal. Se habla prácticamente en primera persona siempre y somos muy cuidadosos de no hablar de terceras personas. Eso le fue dando, sobre todo en las últimas canciones, un perfil más intimista. Nosotros tratamos de generar, sobre todo en las letras, un viaje entre la melancolía y la esperanza. Hoy nos veo como una banda de rock que tiene una actitud punk.

–¿Alguna vez se imaginaron haciendo las cosas por fuera del concepto “hazlo tú mismo” que los embanderó de jóvenes?
G. M.: –No. Es una forma de hacer las cosas y una actitud ante la vida. Ahí también hay un mensaje.
Alejandro Navajas: –Nosotros tenemos la certeza de que se pueden hacer las cosas de esta forma y que pueden dar buenos resultados, porque uno las puede llevar al plano que desea. Así, nos animamos a gestionar un Obras y estamos aplicando el “hazlo tú mismo” a esa escala. Y sigue estando en un montón de escenas chicas, más barriales, donde se genera el caldo.
De esta forma se puede apostar por llevar adelante una banda. De esta manera no es nada fácil acceder a determinados lugares y situaciones. Cuesta el doble o el triple. Capaz que hay bandas con menos recorrido que llegan a escenarios equis, y con el “hazlo tú mismo” me parece que en algún momento tenés que demostrar quién sos en la cancha.
R. O.: –Es el camino más largo, pero con mucho trabajo se pueden lograr las cosas. Además, cabe aclarar que no conocemos otro camino. Es difícil salirse después de 25 años.
–Se puede decir que este Obras es hijo del “hazlo tú mismo”.
G. M.: –Es gracias a la gente que cree en eso. En Eterna las cosas son la antítesis de cómo funciona una banda de rock, y la gente viene a apoyar eso. Ocurrió en otro momento de la historia con otras bandas. Nosotros no inventamos esto, lo hicieron los Redondos mucho antes.
Como todo, esto tiene un trasfondo generacional que está más ligado a la época de los 90, que tiene un espíritu de acercar algunas propuestas que hoy por ahí ya están sobre la mesa y no se discuten, pero que en su momento eran de vanguardia. En ese contexto es que se aplica el “hazlo tú mismo”. Ya funciona como un satélite en otra galaxia.
–¿Las letras de la banda persiguen ese concepto?
G. M.: –Totalmente. Cuando empecé a profundizar un poco más vi que los conceptos del punk tenían raíces profundas con el anarquismo, que desconocía. Me llamó la atención ver que a principios del siglo XX teníamos el movimiento obrero anarquista más grande del planeta. Ahí me empecé a interesar por distintos autores, como Osvaldo Bayer, y a transitar los espacios que funcionan en esa cosmovisión.
Y a la banda, todo esto, le dio un cimiento libertario, en el verdadero sentido del término y no como lo malconceptúan ahora. Eso le imprimió un sello que viene de la mano con el “hazlo tú mismo”, y en las letras te encontrás con eso, también con tributos a nuestros maestros, a nuestros amigos, a los medios independientes. Todo un camino trazado de juventud que vino unido con esa forma de concebir el punk.
–¿Qué es Eterna Inocencia?
A. N.: –Es un refugio. Todos más o menos laburamos, no vivimos de la música, y es el refugio en donde podemos venir a soltar lo que pasa en el día a día. Acá estamos a salvo.
Fotos: Agustin Dusserre
Producción: Gimena Bugallo