"Let it Be": el último truco de magia de los Beatles regresa con edición nueva y documental de Peter Jackson

Una nueva mezcla del último álbum de John, Paul, George y Ringo con material extra y un documental dirigido por el realizador de El señor de los anillos revisita el período más oscuro de los Fab Four e intenta demostrar que, aun al borde del colapso, fueron los mejores.


“Recibió un montón de mierda mal grabada con los sentimientos más repugnantes que podría haber y sacó algo de todo eso”. Así describió John Lennon el trabajo que hizo el productor Phil Spector con las cintas de Let It Be, el último LP de The Beatles, editado el 8 de mayo de 1970.

Parece increíble, pero ese álbum, que contiene algunas de sus más grandes canciones, estuvo a punto de no existir porque se gestó en medio de la crisis que llevó a su ruptura. Ahora, a poco más de medio siglo de su lanzamiento, una nueva mezcla, acompañada de material inédito de las sesiones, lo revaloriza y confirma lo que para muchos ya era una obviedad: siempre fueron los mejores, aun al borde del colapso.

La grabación del Álbum blanco en 1968 había desnudado las tensiones que había entre The Beatles. Lennon estaba cada vez más enganchado en su nueva relación con Yoko Ono y a las drogas duras, mientras que Paul McCartney quería tener el control de todo y le imponía a los demás cómo debían tocar sus instrumentos.

George Harrison, por su lado, luchaba por el reconocimiento de sus canciones dentro de la banda. Venía de componer con Bob Dylan y quería ser tratado como un par. Ringo Starr, harto del mal clima, renunció y tuvieron que rogarle para que volviera.

En vez de tomarse un descanso, en enero de 1969 Paul los arrastró a un nuevo proyecto titulado Get Back. Para él, la falta de química entre ellos se debía a que habían dejado las giras en 1966, por lo que debían volver a tocar juntos, primero en el estudio y después en vivo. La idea era hacer un álbum simple –sin sobregrabaciones, efectos ni instrumentaciones complejas– y trabajar las canciones en conjunto.

A eso se le sumaría un equipo de filmación que registraría todo el proceso creativo, que culminaría con el regreso de The Beatles a los escenarios. Para una banda en crisis, el proceso de componer y grabar canciones en directo sin ningún tipo de edición puede resultar aún más desgastante y abrir nuevos focos de conflicto, más si hay cámaras registrando todo.

Las sesiones, además, en vez de hacerse en los míticos estudios de grabación de Abbey Road, se llevaron a cabo en un set de filmación que no reunía las condiciones para un proceso creativo fluido. Al final se trasladaron al estudio que habían construido en las oficinas de Apple, una condición que impuso George tras dejar la banda luego de una fuerte pelea con John.

El guitarrista también sumó al tecladista Billy Preston, que sirvió para calmar los ánimos. “Tener a un quinto músico fue suficiente como para romper el hielo que había entre nosotros”, explicó Harrison en Anthology. La presencia de un invitado les permitió concentrarse en las canciones y dejar sus diferencias de lado.

Lo cierto es que nunca perdieron la magia, ni siquiera cuando ya no podían verse las caras. En el material extra incluido en esta reedición se percibe que, al menos por momentos, la pasaron realmente bien. Lo mismo ocurre con el trailer de The Beatles: Get Back, la serie documental que se estrenará en Disney+ el 25 de noviembre. El director Peter Jackson (El Señor de los Anillos, King Kong) recuperó los crudos del film de 1970 y a lo largo de tres capítulos de dos horas se dispone a mostrar que ese período no fue tan tortuoso y oscuro como lo muestra Michael Lindsay-Hogg en la película original, que llega a su punto más alto con el histórico concierto en la terraza de las oficinas de Apple, donde John, Paul, George y Ringo sorprendieron por última vez a los transeúntes con un contundente set de poco más de 42 minutos que fue interrumpido por la policía.

“Siempre pensé que la película original era bastante triste porque trataba sobre la ruptura de nuestra banda, pero la nueva muestra la camaradería y el amor que los cuatro teníamos entre nosotros”, escribió Paul McCartney en el prólogo del libro que acompaña la edición de lujo Let It Be, que viene con cinco CDs y un Blu-Ray.

En aquel momento, sin embargo, después de capturar casi 60 horas de video y alrededor de 150 en audio, el material fue archivado. La mezcla original encargada al ingeniero Glyn Johns –que puede escucharse por primera vez en este relanzamiento– los hizo sentir expuestos. Esa primera versión, llena de pifies y falsos comienzos, es aún más cruda que su primer álbum, Please Please Me, grabado en tan solo 13 horas.

Era demasiado “honesta”, como ellos decían, y rompía con la histórica mística que envolvía sus grabaciones. Por eso la descartaron y regresaron al estudio para hacer un nuevo álbum a la vieja usanza. Si había llegado el final, debían despedirse a lo grande: el resultado fue Abbey Road.

Allen Klein, el manager que reemplazó a Brian Epstein, sugirió reflotar Get Back luego de haber conseguido un lucrativo contrato con Capitol Records, la subsidiaria de EMI en los Estados Unidos. Sabía que The Beatles estaban al borde de la separación. Lennon les había dicho que se iba y Macca estaba enfrentado con sus compañeros justamente por haber puesto a Klein a administrar Apple.

Pero tenían un contrato que cumplir y esas fallidas sesiones escondían grandes canciones que merecían ser rescatadas. Llamaron a Phil Spector, cultor de la célebre Pared de Sonido, para que tomara lo mejor y le diera el toque final. El productor desnaturalizó el plan de hacer un álbum que capturara el sonido de la banda en vivo en el estudio y agregó innumerables capas de instrumentos, orquestaciones y coros. Paul rechazó de plano el resultado final y se sintió traicionado por permitir que Spector manipulara su música a sus espaldas. En especial, nunca le perdonó los arreglos que escribió para su balada “The Long And Winding Road”.

La nueva mezcla de Let It Be elaborada por el productor Giles Martin y el ingeniero Sam Okell no pretende cambiar la historia (para eso está Let It Be… Naked, el remix alternativo que salió bajo la supervisión de Macca en 2003), sino que actualiza el sonido original para que todos los instrumentos se aprecien con mayor nitidez. Además, incluye 27 tracks inéditos, entre tomas alternativas, zapadas y ensayos, que buscan replicar el espíritu colaborativo de The Beatles que evocan tanto el documental de Jackson como el libro que salió como complemento a estos lanzamientos.

Por primera vez salen a la luz versiones tempranas de canciones que terminaron en Abbey Road (“Octopus Garden”, “Oh! Darling”) o en los discos solistas de los Fab Four (“Gimme Some Truth”, que Lennon incluyó en Imagine; “All Things Must Pass” de Harrison y “Teddy Boy” de McCartney) junto con algunos covers que tocaron en esas sesiones y que no habían quedado afuera del tercer volumen de Anthology, en el que se destaca “Without A Song”, una composición de 1929 cantada por Billy Preston acompañado por John y Ringo.

El legado de The Beatles no perdió nada de su vigencia y la nueva mezcla de Let It Be así lo demuestra. A poco más de medio siglo de su lanzamiento, esta reedición deja en claro que, más allá de los motivos que llevaron a su separación, el cuarteto de Liverpool encontró durante la grabación del álbum momentos de diversión, creatividad y compañerismo.

Hace ya unos años que la misma banda busca mostrar que su vínculo no estaba tan dañado como señala la historia y que, cuando estaba en juego la música, juntos hacían maravillas. Se trata de un revisionismo que busca edulcorar el final de la banda más importante de todos los tiempos para quitarle a sus últimos discos el peso de la desazón que significó perderlos. “Así es como quiero recordar a The Beatles”, admitió Paul.

Let It Be, aunque cronológicamente no fue lo último que grabaron, funcionó como su carta de despedida, un intento de mantenerse a flote cuando ya era evidente que sus diferencias eran demasiado grandes como para seguir adelante. ¿Es necesario volver a escucharlo 51 años después? La respuesta es sí. Siempre. Quizás, más que nunca.

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