Lucía Celasco: hey Lolita, hey
La nieta de Susana Giménez tiene veinte años y una incipiente carrera en el mundo de la moda y el diseño. It girl por naturaleza y famosa por herencia, entendió el juego de la prensa y hoy se deja ver como es: fresca, sincera y dueña de una belleza que impacta.
Es enero en José Ignacio y el último evento del año convoca a toda la gente bonita y y confundida de este lado del mundo. Paris Hilton, que no es tan bonita y no parece muy confundida –cobró 250 mil dólares por pasar unos temas en la fiesta en cuestión– se hace esperar mientras Juana Viale y Lucía Celasco dejan de ser las chicas codiciadas y se convierten en un eclipse de París. Iván de Pineda, embajador junto a Juanita de la marca que auspicia el evento, conversa animadamente con Eduardo Celasco, el padre de Lucía. Iván, mi amigo del colegio, me presenta a Eduardo, el ex marido de la hija de Susana, y resulta ser un tipo extremadamente amable. Tanto que nos quedamos conversando hasta que se acerca Lucía, radiante y liviana, y se cuelga de su padre como si todavía fuera una nena de ocho años. Entonces, surge el dilema: ¿intentamos hacer una nota de todo eso o lo mantenemos en el plano de la intimidad y la buena onda casual? Si sos periodista, no podés no elegir la primera opción. Va el tiro.
–Eduardo, ¿podemos hacer unas fotos y algunas preguntas con Lucía?
–Obvio, si ella quiere, por qué no. Lu, ¿no te jode?
Ella permanece en silencio. Es obvio que sí le jode, o le da miedo, pero está presentando una colección de ropa, y un lanzamiento sin prensa no es lanzamiento. Lucía, tal vez a su pesar, empezó a entender las reglas del juego.
–¿De qué se trata esta nueva aventuracon el diseño?
–Voy a hacer una colección cápsula para este invierno y otra para el verano que viene. Son cinco cambios.
–¿Cómo se te ocurrió hacer eso?
–Me lo propusieron ellos.
–¿Habías hecho algo con la moda?
–No, nunca, es la primera vez.
–¿Cómo es la colección?
–No vi cómo quedó todavía. Son cinco conjuntos, looks completos con accesorios y zapatos. Tampoco puedo hacer mucho porque son para chicas de 12 años, es una marca para pendejas.
–¿Vos no sos pendeja? ¿Qué edad tenés?
–Yo tengo 20, ya soy grande.
–OK, me retiro.
–(Risas) Quieren cambiar el look de la marca, que sea más rockera, entonces me propusieron que diseñe.
–¿Qué te produjo que te eligieran como ícono?
–No sé, hay que preguntarles a ellos. (N de la R: Les preguntamos a ellos, ver recuadro.)
–¿Pero a vos que te pasó?
–Siempre me gustó la moda, así que está bueno lanzar una minicolección para empezar.
–¿Diseñás vos o te diseñan?
–No, me ayudan, yo no dibujo.
–¿Siempre te gustó comprar ropa?
–Sí, pero nada del otro mundo. Siempre me vincularon con la moda y quedé pegada a eso, pero no sé.
–Es que sos una it girl, Lucía.
–(Se ríe) Bueno, sin hacer nada soy eso.
–Justamente, las it girls son chicas que básicamente no hacen nada. El padre de Lucía interviene:
–Bueno, ella tiene un look muy personal, y eso es lo que le gusta a la gente.
–Pero yo no hago nada –insiste Lucía–. Me pongo una remera y salgo, ni me fijo.
–¿En serio no te fijás?
–Cero.
–Es algo innato, entonces.
–Sí, tardo cinco minutos en cambiarme. Tampoco es que estoy re-pendiente del tema. Soy relajada, me pongo cualquier cosa y queda lo que queda.
–Los placares de ella desmienten lo que está diciendo –aclara Eduardo Celasco.
–¿Por qué?
–Tiene cantidad de cosas.
–¿Te gusta mucho comprar, Lucía?
–Me encanta, ¿a quién no?
–¿Y eso de quién lo heredaste?
–De la abuela, obvio.
–Kika.
–Kika, para mí es eso, una abuela, nada más.
–¿Te molesta que te pregunten por ella?
–Es que no tengo nada que decir.
–¿Sufrís el acoso de la prensa?
–Ya no. Hay gente que muere por una foto, la mayoría. Yo eso no lo entiendo.
–Porque naciste con eso.
–Bueno, pero algunos nacen con eso y están chochos.
–A vos, Eduardo, ¿te molesta que la persigan?
–No, sólo me molesta lo que a ella le pueda molestar, me molesta que los medios tiendan a estereotipar o buscar historias vendedoras a cualquier costo. Hay prensa a la que le gusta el escándalo y hay otra a la que no. Pero después de treinta años de trabajar con Susana ya estamos acostumbrados. Si usás la prensa a tu beneficio, está bueno.
–Lucía, ¿te ves con una carrera en la moda?
–Puede ser.
–¿Modelaje?
–No creo.
–Sos muy tímida, por lo que se ve.
–Sí.
–¿Estás sufriendo mucho esta entrevista?
–No, bastante bien. No sé si soy tímida, pero las fotos no me gustan, hablar no me gusta.
–¿No te gustan las fotos?
–No, igual ya está, aprendí a relajarme.
–Se relajó con el tema de la prensa porque hace mucho que la persiguen –dice Eduardo–. Es una familia que está muy expuesta, así que no le queda otra.
–Pero convengamos que no te gusta la prensa, Lucía.
–No, para nada. Lo hago por trabajo. No tengo nada contra la prensa, simplemente la paso mal yo, nada más. Pero mantengo un trato amable, no me llevo mal ni nada, aunque por adentro la paso muy mal.
–Los medios son inevitables si vas a hacer una carrera en la moda.
–Obvio, es lo que me conviene.
–¿Viste que ahora todas las chicas quieren hacer colecciones de ropa?
–Sí, lo hizo Calu Rivero y una de las hijas de Tinelli.
–Claro, Micaela, la ex novia de tu actual novio. Pero de eso mejor no te pregunto.
–No.
–¿Hace cuánto estás de novia?
–Dos años.
–¿Tenés el espíritu empresarial de tu novio Joaquín, que no para de abrir bares y restaurantes?
–No, lo acompaño pero nada más. No me meto en sus negocios, por ahora sólo lo acompaño.
–¿Qué significa el tatuaje de los corazones que tenés en tu brazo?
–Nada.
–Un corazón soy yo, el otro es el hermano y el otro es la madre –aclara Eduardo.
–Bueno, pero me lo hice sin pensar.
–¿Y el tatuaje de corazón de leopardo?
–Me lo hice con mi novio, tenemos los dos el mismo.
–Eso es amor.
–Y sí.
–¿Qué planes tenés para el futuro?
–Todavía ninguno.
–Qué genia.
–(Se ríe) No, y si llegara a tener un plan estaría vinculado con la moda.
–Siempre las revistas te relacionan con la moda por tu abuela.
–Y sí, como no actúo, no hago nada, lo único que ven es eso.
–Y porque sos encantadora, ¡es por eso! ¿No es así, Eduardo?
–Sí, supongo.
–Pero si fuera un queso no la considerarían una it girl, por más que sea la nieta de Susana.
–Obvio –dice Lucía.
–Bueno, aprovechalo.
–Obvio, es lo que estoy haciendo.
–¿Es la primera vez que das una nota?
–Sí.
–¿Hacemos las fotos?
–Sí, lo que necesites, lo que les sirva a ustedes.
–¿Ves? Sos una profesional.
–Okey, pero las fotos me chupan un huevo.