Éxtasis: radiografía de la droga sintética más famosa del mundo

En un mundo donde la salud mental tomó el centro de la escena, cada vez más se habla de sustancias que podrían asociarse al tratamiento de aflicciones y fobias específicas. Aquí, un mapa orientativo con aquello que se sabe, lo que se dice y lo que no se dice sobre el MDMA o éxtasis.

No es una novedad –ni tampoco una sorpresa– que la investigación de psicodélicos para usos terapéuticos viene acaparando titulares y teniendo cierto impacto en el mundo académico durante la última década. A tal punto que, no solo los medios mainstream les están dedicando tinta a los trials con hongos alucinógenos, psilocibina, ácido lisérgico (o LSD) y hasta el Peyote (del que se obtiene la mescalina) o la Ayahuasca, sino que ya se habla de “capitalismo psicodélico” en relación a los grandes inversores interesados en el funding para el testeo y desarrollo de estas drogas.

Mientras que ensayos clínicos con psicodélicos han comenzado a aparecer regularmente en revistas académicas prestigiosas como The New England Journal of Medicine o Nature, la carrera por despenalizar estas drogas también transcurre en paralelo. Y si primero fueron estados pioneros, como California con el cannabis medicinal, ahora están en la mira drogas como el LSD, el MDMA y el éxtasis, que son rotuladas como el “nuevo paradigma emergente” en psiquiatría.

La investigación con psicodélicos ha estado buscando legitimidad durante décadas, pero recién hace muy poco ha comenzado a lograrla con sustancias como la psilocibina y el MDMA que se encuentran en ensayos de fase 3, recopilando datos para enviarlos a la FDA (Federal Drug Association) para su aprobación y posible legalización. Desde testeos en pacientes terminales u oncológicos (como se está haciendo en la Argentina con la psilocibina), a pruebas en terapias contra la ansiedad, la depresión y enfermedades como la esquizofrenia.

MDMA, ¿LA NUEVA VEDETTE?

En los últimos años el MDMA, también conocido como éxtasis o “molly”, se ha asociado con la terapia para tratar aflicciones mentales y fobias específicas, pudiendo aprobarse el próximo año por la FDA según da cuenta el New York Times en una nota reciente. El uso más prometedor es el tratamiento del trastorno de estrés postraumático, y ya existe el antecedente de Australia que en julio se convirtió en el primer país en convertir el MDMA en un medicamento recetado.

De igual manera que la controversia rodeaba al cannabis en su momento, ya que también podía ser utilizado como droga recreativa, lo mismo sucede con el MDMA y algunos psicodélicos hoy. Asimismo, encuestas nacionales en los Estados Unidos estiman que el 7,5 por ciento de los estadounidenses mayores de edad ha probado éxtasis al menos una vez.

También se teme por el acople que podría producirse: la aprobación médica podría aumentar la popularidad recreativa de la droga (como ocurrió con el cannabis). ¿Hecha la ley…? Otras voces afirman que esto no necesariamente sucedería, y que en cualquier caso, eso no debería interponerse en la investigación con fines médicos.

UN POCO DE TEORÍA

La metilendioximetanfetamina (MDMA) es una droga psicoactiva sintética desarrollada y patentada por primera vez por la farmacéutica Merck en 1912. Fue resintetizada en los 70 por Alexander Shulgin, un químico psicodélico, y comenzó a ganar popularidad entre los terapeutas que la consumían y en la psicoterapia experimental de ese momento. Para los 80s ya se había convertido en una droga de fiestas y en 1985 fue rotulada como droga tipo I, es decir muy peligrosa (como la heroína). De esta manera iniciaba la criminalización del MDMA.

En cuanto a su peligrosidad para el consumo recreativo u otros, pese a su clasificación, se considera ampliamente una de las drogas ilegales más seguras. Las muertes relacionadas con el MDMA ocurren desde luego, aunque son mucho más raras que las causadas por otras drogas legales e ilegales como el alcohol o la cocaína, explican desde la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins en donde se realizan muchos de estos estudios experimentales.

En la mayoría de los casos las muertes a causa de esta droga, fuera de un entorno clínico, incluyen dos cuestiones relevantes: adulteración del producto (mezcla con “sales de baño” o en ocasiones fentanilo) y combinación con otras drogas. "Las drogas falsificadas son el mayor riesgo de la MDMA", dice Julie Holland, psiquiatra de la ciudad de Nueva York, autora de Good Chemistry:The Science of Connection, from Soul to Psychedelics y defensora de la terapia con MDMA: "Mientras sea ilegal, no sabés lo que estás obteniendo”.

Por supuesto esto no es lo mismo que decir que no existen riesgos; los hay y entre los exclusivamente fisiológicos se encuentra el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, que hacen que el cuerpo se caliente produciendo hipertermia o sobrecalentamiento, algo que suele suceder en las fiestas donde se toman estas drogas, en las que la gente baila por horas con escasa hidratación.

Si hablamos exclusivamente de los riesgos a nivel psicológico, el MDMA no es adictivo del mismo modo que drogas como la cocaína o la metanfetamina. En casos de uso regular existen reportes que indican que puede generar ansiedad, problemas de memoria y depresión, síntomas que afirman que desaparecen cuando se deja de tomar, por eso la recomendación para las pruebas médicas o terapias aprobadas es “tomarlo estacionalmente, solo una vez cada tres o cuatro meses como máximo".

A diferencia del LSD o la psilocibina no produce alucinaciones, pero puede desencadenar pánico y ansiedad en personas con traumas, y causar vulnerabilidad emocional, por eso es muy importante evaluar factores ambientales en la toma: dónde y con quién se consume.

LEGALIZACIÓN Y HORIZONTE EN LA INVESTIGACIÓN

El uso terapéutico del MDMA para tratar el estrés postraumático es uno de los más testeados y hasta ahora exitosos. En septiembre, MAPS Public Benefit Corporation publicó en Nature los resultados de un estudio para tratar casos de moderados a severos de esta condición con bastante éxito, afirmando que "la terapia asistida por MDMA sería el primer tratamiento novedoso para el trastorno de estrés postraumático en más de dos décadas”. Con esto se espera la luz verde para la legalización del uso médico el próximo año.

Sin embargo, existe una controversia en relación a la forma en que se realizan los estudios con psicodélicos, que hace que todavía se siga discutiendo la chance real de que estos sean legalizados pronto. Sucede algo interesante y complejo relacionado a los criterios evaluatorios, y por tanto, con la fiabilidad del estudio a fin de ser considerado como algo seguro por organismos como la FDA: normalmente cuando los científicos intentan aislar los efectos de un fármaco lo hacen mediante ensayos clínicos aleatorios doble blind (doble ciego) o ECA (ensayos clínicos aleatorizados), en los que los participantes y sus médicos no están seguros de si recibieron un fármaco o un placebo. Pero nadie va a confundir 200 microgramos de LSD con un placebo, hete aquí el problema.

¿Cuál es la mejor manera entonces de estudiar estos compuestos para comprender realmente sus efectos? Al día de hoy se sigue discutiendo. Por el funcionamiento de las drogas psicodélicas (están fuertemente influenciadas por el contexto, como la mentalidad, el entorno y las creencias de una persona), es fundamental trabajar con placebos que a su vez son difíciles de simular cuando hablamos de psicoactivos.

Algunos afirman que los estudios recientes no han abordado el papel de las creencias y predicciones de una persona, junto con su conocimiento sobre el consumo de un psicodélico, y que por este motivo los efectos de los ensayos podrían estar inflados. Las personas que participan en los ensayos con medicamentos no activos podrían estar sufriendo el efecto nocebo al saber que no están recibiendo un tratamiento activo, lo que hace que el tratamiento activo parezca aún mejor.

Otros afirman que, aunque los estudios controlados con placebo son el estándar en la investigación, se podrían estar perdiendo de obtener información valiosa por otros medios, por lo que habría que crear y avalar otros estándares (“es el estándar de oro, pero deberíamos tener uno de plata y de bronce, y esos también deberían proporcionar información interesante”). El tiempo dirá, quizás se siga el mismo camino del cannabis y pronto los médicos estén recetando MDMA, o tal vez, esta sustancia continúe subutilizada.

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