Nicolás Cabré: "Tengo mucha suerte con mi profesión"

El actor que protagonizó los mayores éxitos de la ficción nacional, se alejó de la TV y de las jornadas maratónicas de grabación para tener más tiempo con su hija Rufina. Hoy, mientras despliega todo su histrionismo en una comedia en la calle Corrientes, disfruta de sus otras grandes pasiones: el running y Vélez.

Texto: Noelia Tegli

Las luces del escenario del Teatro Astral continúan encendidas y, aunque Nicolás Cabré prefiere la penumbra de las butacas para conversar con EPU, el brillo de sus ojos se destaca igual que ellas cada vez que menciona a Rufina, su hija.

Acaba de terminar un ensayo de "Los mosqueteros del rey", la obra que protagoniza junto a Jorge Suárez, Nicolás Scarpino y Freddy Villarreal y que, en esta versión 2023, promete conmover y entretener tal como lo hizo en 1991 cuando se estrenó y fue de las más premiadas de la década. Y si de Cabré se trata, las risas están aseguradas.

–¿Cómo se está preparando Porthos, tu personaje, para esta obra?

–Bien, con mucha alegría y responsabilidad, tenemos la oportunidad de hacer algo que está comprobado que gusta. Es una obra muy linda para hacer, para jugar un rato con mis tres compañeros, que son hermosos, para volver a trabajar con Manuel [González Gil, escritor y director de la obra] y tener el honor de ser uno de esos cuatro que eligió después de 21 años de haberla guardado.

–En esta época de mucho on demand, ¿qué es lo que te hace seguir eligiendo el teatro?

–Hace varios años que estoy tirado para este lado, la realidad es que me deja el día libre. Hoy necesito eso. Llegó un momento en el que yo no estaba disfrutando lo que hacía, y creo que era por no tener tiempo para mí. He pasado muchos años trabajando muchas horas, lo cual era lógico porque tenía el tiempo para hacerlo, pero no elijo más eso.

Cuando nació Rufina, me di cuenta de que había otra cosa infinitamente más importante. El teatro me permite llegar al escenario, trabajar, disfrutar, terminar y seguir con mi vida. Ahora tengo tiempo para llevarla tranquilo al colegio, ir a buscarla… La vida pasa muy rápido y Rufi también crece muy rápido, entonces prefiero tener tiempo para esos momentos que dentro de no mucho no van a estar.

PADRE TIEMPO COMPLETO

–Antes se le preguntaba sólo a las mujeres cómo hacían para acomodar la maternidad a su trabajo y ahora con vos pareciera que tenemos la oportunidad de preguntar por la paternidad y el trabajo.

–Es que acomodo mi trabajo a la paternidad y no al revés. Lo que primero me empuja es ser padre, estar presente y estar en los momentos en los que Rufi necesita que yo esté. Poder acompañarla a sus actividades o ser parte de una merienda en paz y no tener que decirle: “Dale, tomate la leche que me tengo que ir”, yo esa locura no la quiero vivir.

–Vos te acomodás a ella y no ella a vos.

–Me pasó igual eso, antes tal vez no estaba muy atento y después decía: “¿Por qué tengo que hacer todo esto apurado?”, pero trato de que ya no. Mi prioridad es Rufi, no me permito más eso, porque si me tuviera que perder un acto escolar, que hasta ahora no me pasó, por trabajar, esto no funcionaría para mí.

–Tal vez a muchos otros compañeros les pasó lo mismo y se dieron cuenta luego al mirar en retrospectiva, o cuando los hijos lo plantearon…

–Son elecciones, no creo ser mejor ni hacer las cosas mejor que nadie, es simplemente lo que a mí me funciona, lo que me hace sonreír. Ganaré menos plata pero me lleno la vida de otros momentos. Ya los autos no me interesan (se ríe).

–Y ella también lo disfruta, se nota en tus redes sociales.

–Sí, es mi compañerita, ahora está acá. A veces se come esos garrones de los ensayos, pero yo te acompaño piba, vos también, esto es así (se ríe). Yo lo disfruto, es supercompañera y se la recontra banca, entiende los tiempos, sabe que cuando está atrás hay que hacer silencio. Esta comunión se dio desde que era muy chiquita. Nunca tuvo una niñera, entonces somos ella y yo, palo y palo, le ponemos el pecho a lo que le tenemos que poner. Somos un equipo.

–En las redes también te mostrás muy activo en el running, ¿algo de lo que lográs ahí lo aplicás en el escenario o al revés?

–Puede ser la concentración y un poco del estado físico… Ya vas a ver cómo canto y cómo bailo en la obra (suelta una gran carcajada).

–Pero dijiste varias veces que no te gusta cantar.

–No, no canto. Me defiendo, trato de ser lo más digno. Lo lindo de esta obra es permitirte eso porque justamente la gracia es que los mosqueteros no son grandes cantantes ni grandes bailarines. No somos un desastre, nos complementamos, pero la idea es que no salga perfecto. Si no hubieran llamado a otro actor, olvidate...

RISAS, FÚTBOL Y AMOR

–Hablabas de la responsabilidad de interpretar esta obra… Y en esta época social que estamos transitando, tal vez el humor es algo necesario, un momento de desconexión para los espectadores, ¿cómo lo sentís?

–Ojalá logremos eso. Yo trabajo y trato de hacer lo mejor que pueda mi trabajo. La idea es que la gente venga y se ría muchísimo, pero no me pongo en ese lugar, no trato de asignarle un valor agregado a lo que hago. Obviamente, siempre que esté arriba de un escenario voy a hacer lo posible para que salga bien la obra y yo me vaya tranquilo a mi casa.

Entiendo que a veces se necesita mucho más reír y, si uno aporta a eso, genial, pero no lo hago para salvar al país, nunca adoptaría ese papel de estar en casa, creerme Batman y decir (se pone bruscamente de pie): “Che, está mal la Argentina, me pongo la capa y salgo a hacer reír a la gente para salvarlos”.

–Igualmente, a lo largo de los años sí te han agradecido las risas.

–Sí, ahora que tengo Instagram lo puedo ver o recibir de otra manera. Siempre fui una persona que con todos mis defectos y la gente sabiendo cómo soy, qué cosas me gustan y qué no, he recibido mucho cariño. Y lo sigo recibiendo, eso me sorprende.

Soy un agradecido porque entiendo que he hecho pavadas que a lo mejor han alegrado el momento de alguien y ese cariño lo recibo de rebote, porque yo no lo buscaba. A lo mejor a veces me obligo a buscarle la vuelta de por qué me dicen eso. Es hermoso y raro de explicar, pero no lo tengo en la cabeza, no lo vivo así.

Me ha pasado con Rufi chiquita, que me decían; “Ey, capo” y ella me preguntaba: “¿Por qué te dicen capo?”, y no sabía qué contestar, tengo mucha suerte con mi profesión. Ojalá que algo de lo que yo pueda llegar a hacer o decir ayude a limpiar algún malestar del día, es hermoso si pasa, pero no lo hago buscando ese resultado.

–Te tengo que preguntar por Vélez, ¿cómo estás viviendo la posibilidad del descenso?

–(Se tapa la cara con las dos manos y solloza) Estamos mal, pero confío plenamente, no me queda otra. Puedo ser reiterativo pero yo creo en los momentos, estos son en los que hay que ir a la cancha a alentar, y entender que no es la vida ni la muerte de nadie. Yo empecé a ir a la cancha porque iba con los amigos de mi papá, uno de ellos era Raúl Gámez [histórico presidente del club] y ahí también estaba mi viejo que era de Boca, otro amigo que era de River… En definitiva, era eso lo que me gustaba, compartir el momento con ellos.

Y hoy tengo la oportunidad de que sea Rufi quien me diga: “¿Vamos a la cancha, papá?”. Al vivir eso, el resultado me es anecdótico. No te voy a decir que disfrute este presente del club, pero para mí, Vélez va a seguir siendo Vélez pase lo que pase, y no me modifica un resultado. Es un deporte, a veces se gana y otras se pierde.

–¿Rufi es de Vélez o de River?

–Está ahí, lo tengo que aceptar, estas son las cosas que voy aprendiendo. Imaginate que la amo tanto que disfruto que vaya a la cancha y diga que también es de River por la mamá. No es más que eso, que sea del club que quiera.

Fotos: Alejandro Calderone Caviglia

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