La nostalgia como recurso: adonde vamos no necesitamos nuevas ideas
Si Hollywood ya se encontraba en una franca sequía creativa donde escaseaban los films originales (sin basarse en propiedad intelectual preexistente) y cada vez hay más historias que tienen su origen en productos populares (ver las recientes "Tetris", "Air", "Blackberry", "The Beanie Bubble"), con el éxito de recaudación y el boom cultural de "Barbie" el proceso solo parece dar señas de intensificarse.
Aunque no es poca cosa que una mujer se convierta en la primera directora en romper la taquilla con un billón de dólares de recaudación (y cerca de 356,3 millones de dólares en el primer fin de semana) a la par de directores como Steven Spielberg o James Cameron, aparece un interrogante sobre la salud creativa de la industria y qué nos deparará la tendencia de producir contenido de esta manera.

Durante 2024 vamos a estar viendo toda una nueva camada de films basados en productos varios (juguetes, juegos de mesa, apps) para atragantarnos con el consumo-nostalgia. ¿Es que acaso ya no quedan historias por contar sin un CEO o un juguete como protagonistas? ¿Estaremos condenados a ver secuelas, reboots y películas sobre Polly Pockets por los subsiguientes años? Hollywood ya no sueña con escenarios desconocidos y personajes nuevos... ¿Y nosotros?
PROPIEDAD INTELECTUAL PREVIA
Para analizar este fenómeno creativo habría que empezar hablando del aspecto productivo: en un momento en el que la industria tradicional viene luchando tanto por acercar gente al cine, como también por garantizar los derechos de sus trabajadores en una economía de plataformas con creciente automatización, son las grandes empresas como Mattel, Hasbro, Marvel, DC o Lego las que –como dueñas de propiedad intelectual– vienen financiando los tanques taquilleros de los últimos años.
Quizás este “detalle” había pasado desapercibido antes de "Barbie", pero si nos ponemos a analizar los éxitos comerciales del último tiempo veremos no solo muchas adaptaciones, secuelas y reboots basados en IP (intelectual property) previo, sino también un pequeño grupo de empresas de entretenimiento detrás cediendo derechos por las historias y personajes. Y cobrando los dividendos, claro.

Un rito de pasaje para los directores que están considerando transformar productos en películas es visitar los parques temáticos y los museos de juguetes de empresas como Mattel o Hasbro. Estos espacios pueden proveer tanto inspiración para los ingenieros dentro de la compañía como para aquellos que necesitan una “brand immersion” (inmersión de marca) para adaptar el material, según cuenta un artículo reciente de The New Yorker sobre cómo se hizo "Barbie".
Greta Gerwig visitó los cuarteles de Mattel, como también lo harán o estarán haciendo los directores y productores de diversos films que esperan triunfar en los próximos meses; desde el prestigioso J.J. Abrams para adaptar Hot Wheels; Daniel Kaluuya (el actor fetiche de Jordan Peele) para Barney; Lena Dunham para Polly Pocket y hasta Tom Hanks y el guionista Michael Chabon, cuyos nombres suenan para Major Matt Mason, basado en un muñeco con forma de astronauta que inspiró el personaje de Pixar.

Otras ideas o duplas parecen tan extrañas como la premisa de hacer una película sobre el juego de mesa UNO e incluyen al guionista de "Cocaine Bear", Jimmy Warden, trabajando en una comedia de terror sobre la bola mágica (Magic 8 Ball) en el estilo de la productora A24. No es broma.
Asimismo, aunque los visos críticos y hasta burlones de "Barbie" hacia el propio Mattel hubieran sugerido un potencial peligro para la marca, su triunfo con la audiencia setea la vara en cuanto a lo que se puede o no hacer con un guion adaptado de una IP, y también muestra la inteligencia desplegada por la marca al elegir a una cineasta que venía de hacer cine de autor, como Greta Gerwig y que logra transformar a "Barbie" en una película que se siente como propia.
Aunque no deje de ser, además de un film, un comercial de dos horas. Pensemos no sólo en la multimillonaria campaña de marketing previo, sino también en las ganancias que ya se reportan: las acciones de la compañía subieron un 18% y se esperan ganancias de 10.000 millones de dólares. Por lo pronto la muñeca basada en Margot Robbie y el auto rosa de la película ya están agotados.

Y esto no incluye las demás colaboraciones con terceros y el impacto del universo Barbie en el espacio virtual: en un momento de sobresaturación acaparar la atención del consumidor/espectador por tantas semanas pareciera todo un logro. Basta ver la cantidad de memes y las réplicas de la estética Barbie en redes, si hasta se habla de #Barbiecore como estilo y su hashtag fue tendencia en TikTok meses antes de su estreno.
A PUNTO DE SER SOFOCADOS POR EL CONSUMO NOSTÁLGICO
“No es difícil imaginar por qué la nostalgia está en todos lados en una época de penurias económicas y pandemia. Sentimos que el mundo está oscilando hacia el fascismo y en medio de un apocalipsis climático, por tanto el anhelo de un pasado perdido que parece más seguro o mejor que nuestro presente es una reacción entendible, la nostalgia florece en sociedades luego de las guerras o en tiempos de dislocación social”, comenta la escritora de ciencia ficción Helen Macdonald en una entrevista reciente en The Guardian.
De las 10 películas más convocantes de 2022 ninguna es una idea totalmente original. Hasta Disney se subió a la ola de adaptar material ya conocido rehaciendo hitos animados como "Aladín" y "La sirenita", entre otros. En contraste, el estudio Pixar que siempre se destacó por sus creaciones originales e inventivas historias, estuvo tecleando en la recaudación con films como "Elemental". David Zaslav, cabeza de Warner, también declaró que su foco iba a ser revivir las franquicias más populares de la firma.

¿Es posible crear historias en las que no conozcamos a ninguno de los personajes de relatos anteriores o basados en un "hecho real” que no podamos googlear? Cuando el futuro es incierto como ahora mismo, sin saber si las computadoras reemplazarán a los propios actores y escritores, la industria no pretende seguir fantaseando con posibles escenarios y se aferra a lo conocido más fuerte que nunca. “En el mundo en que vivimos, IP es la reina, la familiaridad es tan importante”, dice Robbie Brenner, ejecutiva de Mattel y responsable de sacar a la muñeca del olvido, además de hacer match entre derechos y actores, escritores y directores.
Un debate secundario que también se pudo observar en redes es si estos actores y directores, muchos provenientes del cine independiente o del mumblecore, como Greta (si googleás el género aparecen fotos de ella), están traicionando sus orígenes y se han vendido. Aunque como la práctica ya se ha vuelto tan corriente para realizadores consagrados, la pregunta se vuelve casi tautológica.
Otro planteo tiene que ver con imaginar si los creadores de otras épocas doradas de Hollywood –ya que nos obsesiona fantasear con el pasado– hubieran considerado hacer cine sobre productos masivos. Quizás nunca sabremos si Sydney Pollack o John Ford se hubieran entusiasmado con los Transformers, pero vale la pena preguntárselo.