Damián Szifron: "Un proyecto que tengo avanzado es la secuela de 'Relatos salvajes'"

Después de su primera producción de habla inglesa, llegarán las secuelas más esperadas. A dos décadas del estreno de "Los Simuladores", el director más querido del cine argentino tiene pasado, presente y futuro. ¿Se viene Relatos salvajes 2?

Imaginate que jugás al "¿Quién es quién?" con figuritas de directores argentinos vivos. ¿Cuántas caras conocés? Seguramente dos: Damián Szifron y Lucrecia Martel. Esta es una entrevista con Szifron, así que omitamos las presentaciones tradicionales.

Padre de "Los Simuladores"; cantante de cumpleaños felices y payasos plimplines en "Tiempo de valientes"; buzo celoso en "El fondo del mar", cuida a nuestros "Hermanos y Detectives" y protégenos de nuestros propios "Relatos salvajes", amén. Szifron retorna después de casi diez años con "Misántropo", un thriller frenético, y la adrenalina de los cinéfilos se vuelve inmanejable.

Un mano a mano, muchas preguntas, varias respuestas inesperadas, cero solemnidad y ningún pochoclo. Szifron en El Planeta Urbano.

–Después de casi una década desde "Relatos salvajes" volviste con un thriller a la americana y en inglés. Leyendo algunas críticas, parecería que los estadounidenses se creen los dueños del género, ¿qué pensás al respecto?

–Creo que piensan eso de verdad. El thriller es un género que me encanta desde siempre, incluso las primeras películas que me marcaron y que vi en el cine cuando se estrenaron son de ese género. Me acuerdo, por ejemplo, de "Al filo de la sospecha", con Glenn Close y Jeff Bridges, amo esa película.

El thriller es mi género favorito y lo visité de alguna manera más lateral en "Los Simuladores" y en "Hermanos y detectives", también un poquito en "Tiempo de valientes", pero nunca había hecho un thriller en serio. Siento que "Misántropo" tiene un tono más adulto, más maduro. Cuando hice "Los Simuladores" tenía 26 años, ahora tengo 47.

–Vos decís que los guiones son como escribir música, ¿cambió el tono?

–Sí, porque cuando empecé era muy chico. Y el tono tenía que ver con esa edad, con una vitalidad y un sentido del humor propio de esa etapa. Yo percibí un viraje haciendo "Relatos salvajes", cuando filmé el episodio que protagoniza Oscar Martínez. Ahí sentí que había alcanzado un tono más adulto, con una dramaturgia casi teatral, donde los diálogos tenían otro tipo de peso, y eso me gustó.

Cuando empecé a trabajar en "Misántropo" supe que el corazón de la película tenía que ver más con el drama institucional que con el thriller de un monstruo que hay que capturar. Hay un villano, pero el recorrido es más cercano a la experiencia real en cualquier trabajo que a películas como "El silencio de los inocentes", donde el asesino mata mujeres para sacarles la piel, hacerse un traje y convertirse en una. Él es un monstruo, y en este caso a mí me interesaba otra cosa.

–¿La monstruosidad más perturbadora es la que anida en cualquiera de nosotros?

–Es lo que da más miedo. Mi villano causa daño, es de alguna manera el Minotauro, es Kurtz de "Apocalypse Now", pero al mismo tiempo es un tipo que escuchás y con el que podés llegar a tener algún tipo de empatía. La idea central es que las grandes atrocidades de la historia son hechas por seres humanos; a veces en las películas eso no está claro y tenía ganas de explorarlo.

–¿En estos últimos años cambiaron los relatos pero el salvajismo permanece?

–Creo que sí. De hecho, un proyecto que tengo avanzado es la secuela de "Relatos salvajes". Hay escritos como doce o quince relatos nuevos que son totalmente contemporáneos, la idea es filmarla a continuación de la película de "Los Simuladores". "Relatos…" penetró mucho a nivel social y la veo citada en los titulares cuando hay noticias del estilo “un camionero se bajó y rompió todo”. Pienso que esta sociedad es cada vez más salvaje.

–¿En este mundo hiperconectado estamos más aislados que nunca?

–Totalmente. Estamos aislados, mirándonos a nosotros mismos y, sobre todo, desconectados de la experiencia sensorial. El rango perceptivo se reduce a la mente; el cuerpo queda fuera. La realidad hoy es la virtualidad; la cantidad de horas que uno pasa con la computadora o el celular es espeluznante, y mientras vos estás ahí, todo el campo perceptivo se apaga, como cuando te vas a dormir. Eso es horrible, te aleja de vos mismo.

–¿El cine actual en términos narrativos está muy volcado hacia el pasado?

–Creo que sí. Se están volviendo a contar historias que ya están hechas, se están reflotando todas las franquicias de los 80 y de los 90, hay una desconfianza en invertir dinero en cosas que no están probadas. Entonces prefieren repetir superhéroes o hacer remakes, todo eso lo consideran más seguro que la originalidad. A nivel comercial lo entiendo, pero como espectador se vuelve mucho menos interesante la oferta.

–¿Qué hacemos con el tema de la exhibición? Alguien diría que estamos en “el fondo del mar”.

–Ese es un tema central. Si hablamos de exhibición, creo que hay una involución. A este ritmo no me sorprendería que el cine se convirtiera en algo obsoleto, vetusto, como el circo, que fue un entretenimiento popular importantísimo. Me parece que la exhibición cinematográfica debe ser reinventada y repensada porque como medio sigue teniendo una potencia fenomenal, y para mí es inmortal, como el teatro y la literatura, pero hoy siento que está en crisis.

SIMULADORES, POCHOCLO, EL CHAVO Y MARIANO LLINÁS

–¿Crisis? Llamemos a Los Simuladores. Tienen remeras que los comparan con los Beatles: ¿viste las que dicen “Paul, John, George & Ringo”? También están las de “Santos, Ravenna, Medina & Lamponne”.

–¡Uy sí! Ahora que vamos a hacer la película tuve una reunión con la gente de Paramount+ y ellos investigaron productos que andan circulando. Descubrimos que en Mercado Libre no solo hay muñecos de los cuatro sino hasta de Pedro Velasco, el personaje mexicano que aparece en un episodio de la serie. Hay versiones en peluche y en crochet de Los Simuladores, es increíble. Obviamente todo sin derechos, pero bienvenido sea, nada me pone más feliz que el hecho de que hagan esas cosas.

–¿Qué se siente cuando algo que creaste pasa a ser parte de la cultura pop?

–Lo valoro muchísimo porque sé cómo es vivirlo del lado del espectador. Cuando filmábamos "Los Simuladores" a veces había tensiones en el canal por lo presupuestario, pero nosotros decíamos: “No lo piensen como una sola emisión, esto se va a quedar, como 'El Chavo'”. Para mí "El Chavo" y "El Chapulín Colorado" eran sagrados, los vi cinco mil veces, de chico me he disfrazado con un pasamontañas con antenitas y todo.

Ahora a mi hija de 8 años también le encanta, miramos los videítos en YouTube. Hay toda una generación que está viendo "Los Simuladores" y que no había nacido cuando se dio por primera vez, eso me pone contento y orgulloso, porque es algo que pasó el test del tiempo.

–Tengo una misión para Los Simuladores, ¿podrán lograr que se elimine el consumo del pochoclo en el cine?

–¡Me encanta! Creo que todavía tengo el registro de cuando iba al Monumental de Lavalle y estaba el chocolatinero. El pochoclo es un poco hostil a la experiencia cinematográfica, hace mucho ruido. ¿Sabés la cantidad de gente que trabaja en cada sonidito de una película? Todo para que en una sala llena esté ese crunchi, crunchi… En la película, Los Simuladores se van a ocupar de cosas más urgentes, pero les paso tu inquietud porque es importante (risas).

–Fuiste compañero de Mariano Llinás en la Universidad del Cine (FUC). Tanto vos con "Relatos salvajes" como él siendo guionista de "Argentina, 1985" tuvieron su experiencia con los Oscar. ¿Suena casi surrealista mirado desde aquellos años de estudiantes?

–Me estás hablando de un amigo de toda la vida. Estaba escribiendo algo sobre la amistad a lo largo de los años, y si te fijás hay algunos amigos que son como amigos-discípulos, otros son pares y otros son amigos-maestros, Mariano entra ahí porque es un amigo del que yo aprendí mucho.

Hoy en día, lamentablemente, no nos vemos tanto pero durante los años de facultad estábamos siempre juntos, almorzábamos todos los días, nos escapábamos de las clases, creo que aprendimos mucho más con nuestra relación dentro de la facultad que de los profesores. La FUC tenía eso de ser un lugar de pertenencia muy fuerte, porque el cine, más que ninguna otra cosa, se nutre de la vida.

–La última: todos los grandes directores tienen referencias indiscutidas: Godard, Bergman, Ford Coppola, Scorsese… pero ¿cuántas veces hay que ver "Duro de matar"?

–(Se ríe) ¡Es una obra maestra! Hay algunas películas que me marcaron mucho y esa es una de ellas, "Duro de matar" sin duda está entre mis favoritas.

Fotos: Gabriel Machado

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