Joaquín Furriel, el elegido: "Podría haber sido seminarista si a los 14 o 15 años no me hubiera cruzado con el teatro"

A punto de filmar con Martin Scorsese, y con importantes protagónicos en la ficción local, el actor se consolida como uno de los más convocados de la industria. Esta vez, con la excusa del estreno de la segunda temporada de El reino, habla de los mayores éxitos de su carrera y deja en claro que su futuro sigue estando acá.

Googlear el nombre de Joaquín Furriel, hoy, lleva directo a tres noticias: su primer protagónico de la mano de Martin Scorsese; su encuentro con Peter Lanzani, Rodrigo de la Serna y la española Úrsula Corberó al ritmo de los Ramones, y el estreno de la segunda temporada de El reino, el éxito que sacudió la pantalla de Netflix con la fórmula “política + religión”. Pero, esta vez, la charla va más allá de los títulos del momento.

Con la excusa de abordar la temática central de la serie, que le valió el reconocimiento como Mejor Actor de Reparto en los Premios Platino por el personaje de Osorio, Furriel repasa su adolescencia como monaguillo y habla de su encuentro con el arte como un antes y un después en su vida: “Podría haber sido seminarista si a los 14 o 15 años no me hubiera cruzado con el teatro”.

Aunque, también, aprovecha su última gran convocatoria internacional para analizar la industria argentina y el lugar que ocupa en su carrera. “Me fascina el cine de Scorsese, pero si me corrés un poco, para mí no hay nada más importante que haber trabajado con Alfredo Alcón.” Furriel es consciente de la repercusión viral de sus palabras. Sin embargo, va de frente y se dispone a hablar sin filtro con El Planeta Urbano.

"Hasta mis 13 años, yo tenía un vínculo sin interrogantes con la religión. Era algo heredado por mi familia y, como todo lo que hacía en mi vida, me metía de lleno. Podría haber sido seminarista si a los 14 o 15 años no me hubiera cruzado con el teatro."

–Quiero arrancar por "El reino", porque el estreno de la segunda temporada se dio en un año de elecciones presidenciales. ¿Pensás que eso puede aumentar la tendencia a vincularla con la realidad del país?

–Viste que El reino es una distopía; yo, por lo menos, no lo siento cercano en cuanto a la temática. Pero, seguramente, que sea un año electoral invita a pensar qué tipo de democracia queremos tener. Porque los límites de la democracia son frágiles, lamentablemente, y en el mundo en el que vivimos lo estamos corroborando permanentemente.

Puede asumir un presidente como el que tuvo Brasil, Bolsonaro, y de repente hacer una interpretación muy propia sobre la democracia. Pero, bueno, ese diálogo va a estar de todos modos, porque vivimos en la sociedad en la que vivimos y tenemos los conflictos que tenemos. Es interesante lo que genera la serie.

–Venís de una familia católica y contaste que de chico fuiste monaguillo. ¿Seguís siendo una persona religiosa?

–No.

–¿En qué momento cambió eso?

–Más o menos hasta mis 13 años, yo tenía un vínculo sin interrogantes con la religión. Era algo heredado por mi familia y, como todo lo que hacía en mi vida, me metía de lleno. Entonces avancé hasta donde pude; podría haber sido seminarista si a los 14 o 15 años no me hubiera cruzado con el teatro y empezado a hacerme otras preguntas.

"Me fascina el cine de Scorsese, pero si me corrés un poco, para mí no hay nada más importante que haber trabajado con Alfredo Alcón. Ya no va a haber nada más."

–Cambió en la adolescencia.

–Sí, con la lectura. Me acuerdo de que a los 15 años leí El anticristo, de Nietzsche, y empecé a entender qué lugar ocupan las religiones. Empecé a leer más y más y más, y me alejé del dogma y de la construcción cultural que generan las religiones.

Tuve la posibilidad de viajar por muchos países, países de religión ortodoxa, musulmana, budista, hinduista, católica, y me di cuenta de que cada una tiene sus particularidades, sus comportamientos y sus normas morales para sostener una sociedad, y no me sentí muy convocado. Es duro decir “no creo en nada”, pero no tengo una fe organizada desde lo religioso. Creo que soy, más bien, escéptico.

–Me acuerdo de que, cuando se estrenó la primera temporada, hubo cuestionamientos duros de ciertos sectores evangélicos. ¿Eso te lo esperabas?

–Yo creo que sí, aunque, paradójicamente, no se puede generalizar. Hay un libro de Pablo Semán, Vivir la fe, que es un trabajo muy serio sobre la relación de la religión católica con las clases populares. Si uno realmente quiere entender lo que está pasando, es muy bueno leer ese libro. Pero El reino se propone otra cosa, no habla específicamente de una línea del evangelismo. No sé, cuando hablan de la Iglesia católica, yo no veo que el Papa o alguien salte a decir...

–¿…que construyen estereotipos?

–Algo de eso. No tengo idea cómo es con otras religiones. Pero lo que generó la crítica en un sector evangelista no sé si tuvo tanto que ver con lo que dice El reino en relación con la religión, sino con que tenemos una guionista que fue muy activa en varias de las luchas feministas (N. de la R.: Claudia Piñeiro). Me parece que tiene que ver más con eso, con alguien que militó fuertemente y con mucha lucidez las causas feministas.

Furriel encarna a Osorio en El Reino, un personaje clave, oscuro y polémico en la trama política de la serie.

–Hablando específicamente de tu personaje, ya vimos que Osorio se mueve en las sombras del poder y nunca soñó con llegar a un cargo público. ¿Vos disfrutás del reconocimiento que te da la actuación o de vez en cuando te gustaría volver al anonimato?

–Lo que siempre me resultó extraño es que, para mí, lo más interesante de mi trabajo es actuar. Es lo que más me gusta hacer, para lo que me preparé, me formé y sigo formándome. Pero con el tiempo, sobre todo después de haber hecho televisión, me di cuenta de que con la actuación tenés que hacer prensa, fotos, promocionar tu trabajo, y que puede haber una respuesta de todo eso, que es la popularidad.

En mi caso, todo fue gradual, entonces no es algo en lo que ponga la atención. Yo me enfoco cien por ciento en el trabajo, nunca tuve la atención puesta en si una foto salió más linda que otra o si editorializaron una nota mía de tal manera u otra. Lo que más me importa es lo que puedo imprimir con los personajes cuando estoy frente a cámara o arriba del escenario.

Furriel habla, y con su nuevo look (que sorprendió a todos por el largo de la barba) deja entrever que, a corto y largo plazo, vienen nuevos desafíos. Hace algunos días comenzó el rodaje de la película Descansar en paz, que cuenta la historia de un hombre de familia que desaparece luego de ser acorralado por las deudas.

Además, este año trabajará por primera vez con Martin Scorsese. La estrella de cine estadounidense será el productor ejecutivo de El color del pasto recién cortado, de la directora entrerriana Celina Murga, y Furriel tendrá un rol protagónico en el proyecto. ¿La clave del éxito para este gran momento de su carrera? Su templanza para mantener los pies en la tierra.

"Es muy importante que la película de Celina Murga la produzca Martin Scorsese, pero más importante aún es que la película tiene un muy buen guion y el trabajo que ella hizo como directora."

–Hace muy poquito nos enteramos de que vas a protagonizar una película producida por Scorsese. ¿Esa proyección internacional te hace soñar con seguir tu carrera en otro lugar del mundo?

–No sé si tiene que ver con la edad (48 años), pero con el tiempo no voy mucho más lejos que el siguiente paso. No tengo ambiciones del orden de los mercados, de las industrias internacionales; sí anhelos y deseos profesionales, pero también hay que dejar una parte librada a la sorpresa, que siempre son muchas. Y, claro, cuando te toca esa sorpresa, estar lo suficientemente entrenado para afrontarla, tener herramientas para la responsabilidad que te va a tocar.

Vivimos en una época en la que a veces se cree que la foto final es lo representativo, a lo que se le da valor, y hay mucho trabajo para llegar hasta ese lugar donde uno dice: “Uy, qué bueno esto”. Es muy importante que la película de Celina Murga la produzca Martin Scorsese, pero más importante aún es que la película tiene un muy buen guion y el trabajo que ella hizo como directora. Pero sí, desde ya, es un placer, porque Scorsese no solamente es el volumen de director que es, sino que es un director que a mí me gusta especialmente.

–Eso te iba a preguntar.

–Me fascina el cine de Scorsese, entonces, hay algo de que él sea parte de la producción de la película que me resulta muy interesante. De repente lo ves en los mismos títulos que estás vos, y decís: “Uy, mirá que bueno”.

"Cuando empecé a venir a la Capital a ver teatro, veíamos sus obras porque mi profesor era muy fanático de él; y que Alfredo me haya dirigido en la última obra que hizo, que fue Final de partida… Lo demás está buenísimo, pero mi referente era un actor argentino."

–“Lo que logré…”

–Sí, pero si me corrés un poco, para mí no hay nada más importante que haber trabajado con Alfredo Alcón. Ya no va a haber nada más. Cuando empecé a venir a la Capital a ver teatro, veíamos sus obras porque mi profesor era muy fanático de él; y que Alfredo me haya dirigido en la última obra que hizo, que fue Final de partida… Lo demás está buenísimo, pero mi referente era un actor argentino. Los demás me gustan, pero no me va a pasar lo que me pasó con Final de partida con Alcón, estoy seguro, es imposible.

Yo también estudié en el Conservatorio, y Alfredo en el Conservatorio siempre fue un alumno ejemplar, un egresado que hablaba de los valores del lugar. Imaginate ir a estudiar a un lugar porque ahí estudió Alcón y de repente hacerte amigo, trabajar con él. Eso no me pasaría jamás con De Niro, no sé. Yo no me crie viéndolos a ellos, me crie viendo a actores y actrices argentinas en teatro. Esa es mi formación.

Fotos: Steven Sierra / Netflix

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