Flor Torrente: En nombre propio

ACTRIZ, CANTANTE Y EMPRESARIA, SABE LO QUE QUIERE Y APUESTA FUERTE EN TODOS LOS PROYECTOS QUE ENCARA. EN ESTA ENTREVISTA, HABLA DE SU ESPÍRITU INDEPENDIENTE, DEL AMOR Y DE LA OBRA PARA CHICOS QUE PROTAGONIZA EN TEATRO.

Son las cuatro de la tarde, Flor no para, está en todos los detalles, mira las fotos, se pinta las uñas y sonríe todo el tiempo. Con mate y budín de limón de por medio hicimos esta entrevista antes del estreno de A la luna, la obra infantil –y no tanto– que protagoniza en el teatro 25 de Mayo. “Amo a los niños, tienen tanta verdad”, dirá en esta charla, en la que asegura que fantasea con ser madre de “como mínimo dos” y que no le molestaría que su famosa mamá (Araceli González) le dé un nuevo hermano.

–Teatro, dos películas por estrenar (Hipersomnia y Soldado argentino sólo conocido por Dios), tu marca de accesorios, ¿tele no tenés ganas de hacer?

–Sí, pero no sucede. No sé por qué.

–¿Le decimos a tu ex padrastro, Adrián Suar?

–No, son cosas que tienen que suceder. Yo estoy contenta igual, haciendo cine y teatro.

–A la luna no es sólo para chicos, según me contaste es para grandes también y se emocionan mucho.

–Sí, es muy linda la historia. Tuve una relación muy fuerte con mi abuelo, que falleció cuando yo tenía siete años. Es muy difícil contarle a un niño que alguien ya no está más. Es una obra que tiene momentos divertidos, momentos emocionantes, momentos de ternura. Para mí hacerlo es placer puro.

–¿Qué fue ese abuelo para vos?

–Todo. Es uno de los más lindos recuerdos que tengo de mi infancia. Era lo máximo. Nos cagaba a pedos igual, eh. Se iba a comprar caramelos, se los escondía en el cuerpo a la noche, entraba gateando a la habitación de mi abuela y nosotras ya sabíamos que él estaba viniendo, entonces nos escondíamos y nos tirábamos encima suyo. Me acompaña siempre y hoy más que nunca.

–Además del vínculo con tu abuelo, ¿cómo fue tu infancia?

–Muy hermosa. Yo soy una eterna niña, uno no tiene que perder ese recuerdo de lo que era, porque es su esencia más pura.

–¿Hace mucho que vivís sola?

–Desde los 18 años.

“Una de las razones por las cuales me fui por primera vez a los 18 años a estudiar afuera fue porque necesitaba conectarme conmigo y estar en un lugar en donde nadie supiera nada de mi vida. Venía de mucha exposición por una relación que había tenido.”

–¿Cómo te llevás con la soledad?

–Bárbaro, y es preocupante.

–Estás soltera, ¿se disfruta o no?

–Sí, obvio. De todas formas llega un momento en el que uno ya quiere encontrar a su hombre. Me encantaría que me pasara. Estuve mucho tiempo de novia, casi cuatro años, conviví, todo. Ahora ya hace mucho tiempo que estoy sola.

–¿Cuánto te hincha que te pregunten por tu mamá?

–Cero. Cuando era más chica, sí me hinchaba porque sentía que la gente sólo me hablaba por eso. No me voy a olvidar nunca una situación en la que estaba jugando en un pelotero y una nena se me acerca y me dice: “Tu mamá es...”, y le dije “no”, pero no por negar a mi mamá, sino porque no quería que me hablara sólo por eso. Si querés ser mi amiga, seamos amigas, pero no me hables por mi mamá.

–¿Es común que suceda eso? ¿Se te ha acercado gente por tu mamá o por su pareja?

–Sí, hace bastante poco me pasó. La situación es de mucha desilusión. Qué triste que tu conexión sea por ese lado, tengo muchas mejores cosas para dar en la vida. Me ha pasado muchas veces y el último tiempo bastante. Mi casa es la misma casa que la de cualquier persona, mi mamá es una mamá, es más antique que nadie. Mi abuela es más canchera que mi mamá en un montón de cosas.

–¿Con quién te quedás, con el envidioso o con el chupamedias?

–Ay, con ninguno de los dos, prefiero sola que mal acompañada.

–¿El chupamedias cómo te cae?

–Me fastidia, una de las razones por las cuales me fui por primera vez a los 18 años a estudiar afuera fue porque necesitaba conectarme conmigo y estar en un lugar en donde nadie supiera nada de mi vida. Venía de un momento de mucha exposición por una relación que había tenido, por mi familia, por un montón de cosas y la sensación era como que salía a la calle y las baldosas se me daban vuelta.

“Llega un momento en el que uno ya quiere encontrar a su hombre. Me encantaría que me pasara. Estuve mucho tiempo de novia, casi cuatro años, conviví, todo. Ahora ya hace mucho tiempo que estoy sola.”

–¿Qué TOC tenés?

–Llegás a mi casa y te sacás los zapatos, no vas a entrar con la mugre de la calle.

–¿En una cita también?

–Perdón, pero yo te hago sacar los zapatos.

–¿Cuál sería una gran primera cita para el que te quiere invitar a salir?

–Algo que me sorprenda, puede ser algo simple pero que me sorprenda, que no sea una típica primera cita.

–No hace falta que tenga mucha plata ni que sea poderoso.

–No me interesa. Si yo no siento nada, no me pasa nada, no me mueve un pelo.

–¿Qué relación tenés con la plata?

–No soy una persona que despilfarre, pero tampoco estoy contando el mango todo el tiempo y amarrocando. Disfruto de mi vida, hago lo que quiero hacer, me doy mis gustos.

–¿Y cuánto pesa a la hora de evaluar una propuesta laboral?

–Soy medio boba con esas cosas. Obviamente, uno tiene que vivir. Me mantengo desde que tengo 15 años. No tengo una mensualidad, no la tuve nunca en mi vida.

–Siempre se cree que para el hijo de un famoso todo es mucho más fácil económicamente.

–¡¿Qué?! No existe. Yo me compré mi auto. Cada vez que me fui a estudiar afuera lo pagué yo. Me pago mi celular desde que soy chica. Mi mamá y mi papá me enseñaron otra cosa. Cuando tenía 18 años y a todas mis amigas les regalaron un auto, mi mamá me dijo: “Yo no te voy a regalar un auto, si lo querés, comprátelo”. Al principio te choca porque la realidad de tus amigas es otra, pero después, desde otro lado, uno entiende que es lo mejor.

–En tu carrera hay momentos de mucha inestabilidad laboral.

–Yo me muero antes de tener que pedirle un peso a mi mamá o a mi papá, prefiero comer pan y agua. Me pasó muchas veces de decir: “Puta, no sé si llego a pagar el alquiler, ¿y ahora qué hacemos?” Y angustiarme, y no querer pedir plata y tener que maniobrar. Obvio que si les digo me ayudan, pero yo no lo hago porque no me gusta.

–¿Cómo te llevás con las redes sociales?

–Muy bien. Aprendí a manejarlas a la fuerza por Helicia (N. de R.: su marca de carteras y accesorios). Aprendí a programar posteos, a usar aplicaciones para medir cosas, a partir de eso uno empieza a entender que hay horarios, que hay mecanismos, qué es lo que sirve y qué es lo que no sirve. Tengo casi todo: Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat.

–¿Y cuál es la preferida?

–Últimamente Snapchat, porque es la más nuevita y es una manera de acercarse a la gente. Es algo tan tuyo, tan natural y espontáneo.

–¿Y la devolución de la gente qué tal es?

–La gente de Facebook, la que te sigue, es porque realmente le interesa lo que tenés para decirles, siempre los mensajes son buenos. En Instagram es una mezcla, porque está más el esnob, el popu, está la diferencia entre todos. O la gente es impune o te sigue, pero no te likea nada. Twitter es más para, odio esta palabra, pero es más para celebrity, ponele, para el que labura de esto y twittea cosas de su trabajo. Instagram es más para el que se hace el fotógrafo.


 

Styling: Florencia Herrera

Pelo: Gabo Escobar para Juan Olivera Estudio.

Make up: Luciana Romero para Frumboli Estudio con productos Lancôme.

Agradecimientos: Tucci, Roma Renom, Ginebra, Basement, Helicia.

 

 

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