Joaquín Rozas, el it boy de la gastronomía local
Desde hace algunos años aparece en revistas por sus romances con familiares de celebrities: salió con Micaela, una de las hijas de Tinelli, y es el novio actual de Lucía Celasco, la nieta de Susana Giménez. Además de esto, es un joven empresario restauranter que se destaca por su trabajo solidario y comprometido con el medio ambiente.
Caminar por Palermo es como ingresar en un microclima: su paisaje no diferencia horarios ni días de la semana. Es un martes al mediodía soleado, de otoño, y en las calles se respira un aire relajado.
La fachada de Dean & Dennys, el tercer restó de Joaquín Rozas, de sólo 25 años de edad, abierto hace dos meses, es muy similar a una clásica casa de comidas rápidas de Estados Unidos.
En la planta baja del salón predomina el blanco, con detalles verdes que se vinculan con lo natural. Pegado al ventanal, en una de las mesas, encuentro a Joaquín junto a su socio Hugo. Entre notebooks y papeles parecen estar inmersos en una charla de trabajo. Descontracturado, el joven empresario habla con conceptos muy claros que se reflejan a lo largo de la entrevista.
–¿Cuál es el sello distintivo de este nuevo local de comidas?
–Siempre tuvimos la idea de abrir una cadena de comida rápida que se diferencie de las típicas que ofrece el mercado argentino. Los procesos son muy cuidados: los preparados, la materia prima, la estética. Uno de nuestros objetivos es comprometer al cliente en cuestiones relacionadas con el aporte al medio ambiente y a la sociedad. Aparte hay Wi-Fi, televisión, música, verde, buena onda. No te invita a irte corriendo, sino todo lo contrario.
–¿De qué se trata el aporte ecológico?
–Para comenzar usamos aceite que se reutiliza: nos lo compra una empresa, o sea que no se tira ni se estropea. Utilizamos energía de bajo consumo con equipos tanto de calor como de frío que consumen sólo lo necesario, la mayoría son importados. En cuanto a los alimentos, producimos nuestra propia fórmula de carne, nuestros hot dogs, y hasta las salsas son artesanales.
–Se ve que la estética del local está orientada a preservar el medio ambiente.
–Dentro de lo posible. Los muebles están construidos con maderas restauradas y con vigas de demolición. Todo es restaurado, no se compra nada. Además, hay carteles por todo el restaurante con los que intentamos crear conciencia: utilizar poca agua en los baños o tratar de usar el mínimo de sobres de aderezos para cuidar el ambiente. También el packaging se recicla: está dividido en cartón por un lado, y plásticos y aluminios por otro. Al final del día viene una empresa de reciclado, se lleva esas bolsas y reciclan todo lo que pueden. Intentamos comprometernos con el medio ambiente.
–¿También realizan donaciones?
–Sí, donamos un porcentaje de las ganancias a entidades de caridad, y aparte, como diferencial, vendemos comida para perros, así que también hacemos donaciones a entidades de mascotas. Queremos comprometer a nuestros clientes en el cuidado del medio ambiente. Es uno de nuestros objetivos.
–¿Además de todas las características que nombró, utilizan alguna estrategia para diferenciarse del resto de los locales de Palermo?
–La verdad es que no nos fijamos tanto en los otros, hacemos lo que nos gusta. Lo que creemos que capta al cliente es la onda que imprimimos en el lugar.
–¿Cómo es el consumidor de hoy? ¿Está más exigente?
–Sí, la gente con el tiempo se puso exigente, y con los años va a serlo cada vez más. Si bien esto es un local de comida rápida, nosotros hacemos hincapié en que no es un local de comida chatarra, porque le damos ese servicio adicional que creemos que la gente está esperando. Creemos brindar un servicio mejor en cuanto a la espera, en cuanto al ambiente, en cuanto al reciclado, porque nadie hace hincapié en eso, nadie lo fomenta.
–Tanto usted como su socio son muy jóvenes. ¿Cómo decidieron ingresar en este negocio siendo tan chicos?
–En realidad teníamos una pizzería de barrio en la provincia de Santa Fe, estuvimos trabajando medio año y en un momento dijimos: “Qué hacemos acá, vamos para Buenos Aires”. En resumen, nos encanta la decoración, el arte y comer (risas). La familia de mi socio viene del mundo de la gastronomía, a él le encanta cocinar y a mí, la decoración. Así que nos metimos de lleno con algo más chico al principio: Bartola, en Palermo Hollywood, fue el primer restaurante.
–¿Cómo ve la gastronomía en la Argentina?
–Se va adaptando al mundo, sigue a Estados Unidos en cuanto a tendencias. Hoy en Estados Unidos la gente se está cuidando más, y ellos son los reyes de la comida chatarra. Hay una conciencia mundial.
–¿Qué le gusta hacer en sus tiempos libres?
–No tengo mucho tiempo libre, pero me encanta la decoración. Yo me encargo de armar el estilo de los restaurantes, y eso claramente se nota. No trabajo con arquitectos, soy medio mandado a la hora de hacer algo. Después, me encanta el arte, ir a museos, pero más que nada viajar, yo creo que viajar te abre muchísimo la cabeza y te genera millones de ideas. Esta propuesta la sacamos de afuera. Vos sacás lo mejor de cada lugar que te fue gustando.
–¿Su idea a un futuro es seguir en el rubro?
–A mí me encanta. La realidad es que la gastronomía te tiene que gustar.
–Dicen que es una profesión muy sacrificada.
–Dicen… (risas).
–¿Usted no lo vive así?
–Sí, lo vivo así porque trabajo de lunes a lunes, pero no lo siento. Seguro que es porque me gusta. Yo creo que te tiene que gustar, hacerlo de compromiso o porque un restaurante te cayó de arriba es complicado. Realmente hay que ponerle ganas a todo, te surge un problema atrás del otro y vos tenés que estar.
–Cambiando de tema, ¿el acecho de los medios le resulta molesto?
–A mí en particular no me joden nunca. El tema es con mi novia (se refiere a Lucía Celasco, nieta de Susana Giménez). Obviamente por ahí en algún momento se puede poner molesto. Una foto no es molesta porque es el laburo de la gente y porque claramente mi novia supongo que sumará, pero cuando te taladran en todos lados sí se empieza a poner molesto. Igual no es algo insostenible, no te van a perseguir toda la vida, está todo bien. No es algo que nos guste, pero ella nació con eso.
–Debe estar acostumbrado, porque con Micaela Tinelli le pasaba lo mismo.
–Sí, con Micaela era igual. Supongo que, les guste o no, están acostumbradas.
–A Susana la conoce. ¿Cómo se lleva con ella?
–No quiero ni nombrarla.
–¿Por qué?
–Intento no meterme en la vida de ellos, la conozco y tengo muy buena onda con ella.
–¿Lucía lo apoya en sus emprendimientos?
–Sí, obvio. Con ella va todo encaminadísimo. Joaquín baja la mirada, sus respuestas se tornan breves y el tono que utiliza para expresarse ya no es el mismo. Si bien sabe que preguntarle por su contacto con el mundo de la farándula forma parte de “las reglas del juego”, se puede notar a simple vista que no le resulta de lo más agradable. Por eso, volvemos a su terreno: la gastronomía. Entusiasmado, dice que en pocos meses tiene pensada la apertura de un tercer Bartola. Lo que queda claro es que nadie puede dudar del éxito de este joven empresario que se perfila con un futuro promisorio.