Gustavo Cordera, un revolucionario del rock

Dos veces se animó a reescribir su destino: la primera cuando dejó la concesionaria de autos para pelarse y dedicarse a la música, y la segunda cuando se bajó del éxito de la Bersuit para cantar solo. Hoy se siente más vivo que nunca y le sobran las razones para estar feliz.

–¿Siente que está atravesando un buen momento?

–¡Sí! Es un buen momento. Estoy un poco asustado, un poco tenso porque cada vez que lo expreso se mueve todo, es un país que no quiere hablar y tampoco quiere escuchar, entonces la gente tiene miedo a hablar y a expresarse. Por otro lado, también hay miedo a escuchar, entonces se genera mucha violencia porque no nos comunicamos.

–¿Le asustan las repercusiones de lo que diga en una nota?

–Un poco sí, igual tengo fe y tengo mis aliados y me siento protegido por el cielo, porque yo hablo con el corazón. Yo no tengo interés en hablar de política, me interesa hablar de música, de arte, es donde yo vibro, donde lato.

–¿El rock le ha dejado más mujeres o más dinero?

–Ninguna de las dos cosas… Más alegría. Lo otro es superficial, y como todas las cosas superficiales, cae en el olvido.

 

 

 

 

–¿Qué pasó en ese viaje a Brasil que lo hizo decidir dejar el concesionario de autos, pelarse y arrancar de nuevo?

–Sentí una necesidad muy grande de llevar alegría a la Argentina. Me parecía un gran descubrimiento la alegría porque somos un pueblo muy nostálgico, muy aferrado a la tristeza, a la desgracia, muy románticos. El brasileño es más ¡guau! ¿Viste? Fue como una revelación, entonces traje un poco esa impronta.

–¿Logró estar donde quiere estar?

–Sí. Inestable e incómodo; ese es mi lugar más nutritivo.

–¿Cómo es eso?

–Es que la comodidad a mí me hace dormir, me duerme internamente. Me hago muy miedoso, muy especulador. El éxito en ese sentido me quita la posibilidad de aventurarme hacia otros lugares, a conquistar.

–¿Su salida de Bersuit Vergarabat tuvo que ver con eso?

–Totalmente.

–Podía haber seguido sin problemas.

–Facturando lindo para siempre.

–¿Queda algo de aquellos años pasado de rosca y con mujeres arriba del escenario?

–No. Queda una experiencia de alegría, de celebración, de intensidad.

–Su desnudo del año pasado fue muy distinto de los de aquel momento.

–Totalmente distinto, era un desnudo sin alcohol, sin drogas y a las doce del mediodía. Era un desnudo que tenía un propósito artístico más que un propósito de provocación solamente. Tenía provocación porque un desnudo provoca, pero para mí tenía algo muy importante de sanación, yo necesitaba sanar desnudándome. Mostrándome así.

–¿Cumplió el propósito?

–Totalmente, después de ese momento no fui la misma persona. Hay momentos que son bisagras. Ese fue un momento bisagra para mí porque pude mostrarme así como soy.

“Sacando el lado de la adicción, yo creo que la cocaína es una muy buena experiencia de autoconocimiento”.

 

 

–¿Cree que la cocaína es causa o consecuencia del rock?

–A mí la cocaína me sirvió para conectarme con mi lado oscuro, en ese sentido fue muy saludable. Pude verme en ese lugar, pude sentir culpa, pude hacer cosas que no me atrevía a hacer. Creo que es una droga que afecta profundamente toda nuestra inhibición y nos lleva a lugares impensados que somos nosotros, pero que no nos atrevemos a expresarlo si no tomamos. Entonces abre un portal de reconocimiento importante. Por supuesto que si lo hacés todos los días te quedás sin dientes, salís a robar. Como una experiencia está bueno. Si te convertís en un adicto a la cocaína, como adicto al sexo, adicto al cine, a la comida o a cualquier cosa que produce adicción, empieza a destruirte porque es muy egoísta, muy celosa, sos para eso nada más. Sacando el lado de la adicción, yo creo que la cocaína es una muy buena experiencia de autoconocimiento.

–¿Cree que no podría ser quien es sin haber pasado por ese lugar?

–Seguramente, todo lo que hice me trajo acá y a ser quien soy.

–Teniendo hijos adolescentes, ¿le preocupa que experimenten?

–No porque lo hablo con ellos. Me preguntan sobre las drogas y yo les cuento. Lo mismo con el alcohol: les sugiero, “me parece que por acá podés ir, cuidado con esto, fijate cuando bebés de no mezclar tal bebida con tal otra, cuidado si fumás esto o lo otro”. Charlo de todo.

–Sus hijos lo defienden mucho.

–Sí, estoy enamorado de mis hijos y mis hijos de mí. Estoy muy protegido por el amor de mucha gente.

–¿Imagina que ellos pueden seguir el camino de la música?

–Creo que los tres pueden venir por este camino, pero no les estoy imponiendo nada, les estoy dejando que resuelvan sus cosas con el destino solos. Les doy un puente, nada más.

–¿Le gusta que sigan ese estilo de vida?

–¡Sí! A todo el mundo le deseo que haga música, a todos los seres humanos que hagan arte. Aunque sea una pelotudez por día, pero que lo hagan, que es tan lindo. Nos conecta, nos hace mejores personas, más sensibles.

–Fueron muchos años con la Bersuit. ¿En algún momento le da nostalgia?

–No, porque mi presente es muy fuerte, si no tuviera presente seguramente me aferraría al pasado.

–¿Cuando escuchó “Afónico” (N de R: corte de La Revuelta, el disco retorno de la Bersuit sin Cordera) se enojó?

–Me dio un poco de vergüenza y mucha pena por ellos. Que tengan que utilizar el arte, que es una gran herramienta, para hablar sobre mí. Me dio mucho poder eso, creo que me están sobreestimando. Pasa mucho en las relaciones cuando uno pierde un ser querido, o porque se muere o porque te deja, empieza a tener una imagen muy fuerte en vos y pasás a sobreestimarlo, hasta a hacerle canciones. Eso me dio mucha pena, vergüenza y tristeza.

–Cuando se fue a vivir a Uruguay, ¿lo criticaron mucho?

–Sí, algunas personas me dijeron: “Traidor, te fuiste a Uruguay”. Me hablaban de Punta del Este y yo estoy a 130 kilómetros de Punta del Este, en Rocha, que no tiene nada que ver con Punta del Este, es un pueblito de mil quinientos habitantes.

–¿Lo tildaron de cheto?

–Claro, pero esas son las personas que tienen envidia. Si pudieran reconocer eso en ellos y no proyectar su envidia sobre mí, estaría buenísimo. Yo soy una persona que hace arte, que hace música, que se expresa, y eso trae consecuencias siempre en la humanidad. Las personas que son libres, en algún aspecto, son sancionadas.

–¿Usted se siente completamente libre?

–Artísticamente hablando soy libre. A nivel familiar, a nivel social, tengo mis limitaciones y mis cárceles. Soy esclavo de mis miedos, esclavo de mis estados de ánimo, de mi sexualidad, esclavo de muchas cosas.

“Creo que el rock está viviendo el peor momento de estancamiento. Y no sólo el rock: el fútbol, las artes en general”.

–¿Cómo ve el rock hoy comparado con el de hace 30 años?

–Creo que el rock está viviendo el peor momento de estancamiento. Y no sólo el rock; el fútbol, las artes en general. Están todos muy preocupados por el proyecto y muy poco ocupados en sus ideas. En vez de experimentar y aventurarse a cosas nuevas, estamos preocupados por meter gente, por ganar dinero, por vivir de la música, y creo que es pedirle demasiado al arte, porque se empobrece cuando le metemos semejante presión. Lo que se genera es miedo, y el miedo te hace hacer canciones muy parecidas a las que hiciste cuando tenías éxito, a repetir aquellas canciones. Es la época de los revival, como si no hubiera posibilidades de hacer cosas nuevas. Todos tenemos posibilidades de hacer cosas nuevas, ¿por qué tenemos que retornar al pasado?

–En ese sentido usted cambió. ¿Siente que con La caravana mágica llegó a un público al que antes no llegaba?

–Totalmente, a gente con más luz, con más ganas de sanar, más real, más sincera. Estoy conectando con personas más reales, más espontáneas, más transparentes, no tan oscuras, y no tengo nada contra la oscuridad. Al contrario, me parece fascinante, pero estoy viviendo otra etapa. La etapa donde reconocemos nuestra oscuridad, no donde la tapamos.

–En el segundo disco de La caravana… hay más rock que en el anterior.

–Totalmente, abandonamos las violas criollas y empezamos con las violas eléctricas porque nació así, estoy muy feliz con lo que está pasando.

–¿Figura en sus planes un cuarto disco?

–Si tengo vida, sí. Digo si tengo vida porque nadie tiene la vida comprada y sería muy soberbio creer que voy a estar vivo el año que viene, pero si estoy vivo, va a haber.


–Su tema “Soy mi soberano” dice: “Soy mi maestro, mi referente”. ¿Se siente así?

–Hoy más que nunca. Soy consecuente con lo que me cuentan mi corazón y mis ganas. Esa para mí es la conquista más grande que tuve sobre mi persona.

–¿Le costó llegar a ese lugar?

–Mucho dolor y mucha tristeza.

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