Luciano Vecchio: "El mundo no es blanco y heterosexual, pero si se narra así sostenidamente se instala la idea de que eso es lo normal"

El artista argentino deslumbró al universo del cómic con ideas y personajes que rompen con las estructuras y viejas costumbres del lenguaje y del medio. Referente LGBTIQ+ de la industria, sienta las bases de un presente y un futuro que no llegó hace rato.

Por Dante Conti

"Lo que no se nombra no existe y lo que se nombra construye realidades" es una de las sentencias más repetidas cuando se habla de semiótica, pero no por eso pierde validez. De ahí que emerjan tantos movimientos como cruces que incomodan dentro de espacios que antes eran ocupados por lo hegemónico. El arte, como medio donde se espeja la realidad, no le puede escapar a eso. Ni al pasado inamovible, ni al presente que se va deconstruyendo.

Y es que, de a poco, la industria del cine y de la historieta se van descascarando con tomas de decisiones que sacuden el statu quo pop, como la muestra de que no sólo los blancos pueden salvar el día –clave la voluntad de Warner Bros de que el próximo Clark Kent sea negro, a la par de la de Marvel de que Sam Wilson tome el manto de Capitán América– o de que un universo va a ser más rico mientras más matices tenga.

"Habitar las ficciones a través de la identificación con los personajes, formar nuestro propio imaginario personal por comparación con la construcción cultural colectiva, son cosas que la mayor parte del público da por sentado, mientras que nosotres quedamos afuera y por décadas hicimos lo que pudimos con las miguitas que nos tocaron. Por eso, cuando podemos, hacemos la tarea de tejer esa cultura que nos faltó, y lo que toda industria del entretenimiento, no sólo el cómic, va aprendiendo es que la representación sucede en la obra que producimos, pero también en las voces y manos que las generan, incorporando esas subjetividades a equipos creativos, editoriales y posiciones de poder y toma de decisiones”, opina Luciano Vecchio, uno de los mayores talentos de exportación nacidos en la Argentina de los últimos años.

Historias animadas de ayer y hoy

Vecchio tiene 38 años, nació en Zárate y desde muy chico se interesa por los cómics. Gracias a su hermano mayor, las historietas le entraron más por lo vistoso que por lo estrictamente referido a las historias contadas: empezó a leer los tomos y grapas de DC antes de aprender a leer. Hoy tiene en su haber trabajos para esa editorial y para Marvel y es uno de los referentes LGBT de la industria. Todavía más: movido por la necesidad de crear ese personaje que le faltó de chico, Vecchio le dio vida a "Sereno", serie protagonizada por un personaje homónimo, que fue su debut como autor íntegro.

Deshacer para hacer. Descoser para enhebrar. Vecchio se quiso descolgar de los preconceptos recibidos por la formación católica que tuvo cuando chico y, ahora, lo hace desde su lugar en una industria indómita que lo sobrepasa pero no lo intimida. Así, rompe con algunas estructuras y viejas costumbres del lenguaje y del medio guionizando diálogos con lenguaje inclusivo y dándoles un protagonismo queer bien propio en un mercado inquieto como lo es el estadounidense.

Los días que corren sirven para repensar cuál tiene que ser el verdadero rol de la diversidad dentro de la industria de los cómics y del cine, principalmente en el género de superhéroes. Todavía hay tarea por hacer para que aquel casamiento histórico entre Northstar y Kyle en las viñetas de X-Men se desarrolle más allá de eso y no se encorsete en un hecho histórico. "Existe ese espacio por personas que dieron las peleas internas y corrieron riesgos con su obra y con sus puestos de trabajo para poder hacer lo que se hace. Y se seguirá transitando ese recorrido. Claramente, a limitaciones como el Comic Code Authority, que prohibía la representación LGBTIQ+ en casi todo el siglo XX, o a mandatos editoriales que en otras épocas nos censuraron activamente no hay retorno”, explica Vecchio.

Cómic-arte

Durante varios años, el cómic fue relegado a la categoría de arte menor, y los amantes y productores del medio usaron como chaleco salvavidas el término “novela gráfica” para intentar darle cierto aire de legitimidad y dejar atrás el infantil “comic book”. Y es que, por mucho tiempo, se creyó al cómic como literatura hecha para entretenimiento de los niños.

Sin embargo, hoy se sabe que el arte es un terreno de conquista más que fértil, y a Vecchio, que asegura que ya no puede ver la producción de historietas como mero entretenimiento, eso no le escapa. “Se trata de entender todo hecho cultural como un acto político, todo discurso crea sentido, y tratar de tener conciencia, responsabilidad y propósito”, esgrime.

Y sigue: “Lo incorporé más a raíz de las conversaciones que se desprendieron del Ni Una Menos. En nuestro ámbito llevó a poner el foco en cuál era la representación histórica de personajes femeninos en la historieta, quién las realizaba y de qué manera nuestras obras contribuían a reforzar o a discutir un statu quo objetivamente patriarcal y violento. Ese ejercicio, que hoy nos resulta más fácil de hacer en torno a la violencia de género, se puede transpolar a toda dinámica de opresión que existe en el mundo y nos invita a tomar partido y emitir discurso consciente. Y de yapa, entretenido”.

Es esa lucha la que hoy le permite imprimir en viñetas las aventuras de personajes con los que se identifica y que, a pesar de que no sean de su autoría, percibe como propios. Wiccan y Hulkling son un ejemplo cabal de ello. De hecho, Vecchio, que debutó en los Estados Unidos ilustrando libros de cuentos que transcurrían en el universo de El mago de Oz, también dibujó historias de Spider-Man, Superman y Batman, tres personajes cuyo peso específico en la historia de la historieta a nivel mundial es sabido y casi intachable, y se dio la libertad de darles su toque personal.

“A veces imprimo mi militancia en la manera de construir el entorno. Por ejemplo, en un número de Fantastic Four, el guion describía a unos extras de fondo y decía simplemente ‘una familia’, y la familia que yo decidí dibujar fue un matrimonio gay de color y mediana edad. De repente, la palabra ‘familia’ es un terreno al que le podemos aportar más significados.”

Los últimos años son la prueba más fehaciente de que sí, se avanzó en materia LGBT, pero todavía hay un largo camino por recorrer. Todavía se cuestiona que Loki, antihéroe en el universo Marvel y protagonista de la serie homónima, sea criticado por su género fluido y catalogado como “inclusión forzada” –término-moneda corriente en el sector más conservador de la cultura pop– a pesar de que ello sea mitológicamente canónico y la presencia de mercados como el de China todavía influyen en la toma de este tipo de decisiones.

“Los mercados globales reflejan más duramente la realidad donde el LGBT-odio es un hecho dominante en todo el mundo, desde sus expresiones más violentas de matarnos literalmente hasta las más pasivo-agresivas de matarnos simbólicamente al borrarnos de la cultura popular”, sacude Vecchio. “Forzado es que históricamente la gran mayoría de personajes fueran blancos y heterosexuales. El mundo no es blanco y heterosexual, pero si se narra así sostenidamente se instala la idea de que eso es lo normal, y les demás somos otredad. Me remite a la cita ‘Cuando se está acostumbrado al privilegio, la inclusión se siente como opresión’. Hay dinámicas de poder implícitas en nuestras identidades, y si no querés hacer la tarea de cuestionarte tu rol, presentás resistencia.”

¿Qué paso falta dar todavía? “Todo siempre está por hacerse. Personajes trans sigue habiendo casi nada. Pero sobre todo me interesa que haya más espacio para desarrollar a todos estos personajes con tiempo y constancia, una abundancia de páginas para desarrollarlos tridimensionalmente y más allá de su identidad queer. Que, por cantidad, cada personaje pueda ser ese personaje en detalle, y no cargar con la presión de ser uno de los escasos representantes de todo su colectivo.”

Archivo EPU: La Guía 118 (2021)

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