Sophie Lacombe, la diseñadora francesa que fabrica joyas con oro, plata y platino reciclados: "Hay que reducir la minería"
Desde tiempos inmemoriales, los sabios de la antigüedad hicieron referencia al poder inmaculado que existe en las piedras. Este material, de origen natural, incorpora diferentes energías y las concentra. La escritora Hania Czajkowski, en su libro La conspiración de los alquimistas, escribió: “Los lugares sagrados de todos los tiempos están siempre construidos en piedra. La piedra, como la leyenda, tiene la capacidad de conservar el misterio intacto”.
Si bien en el mundo hay diversas gemas que se utilizan en la confección de joyas u objetos artísticos, como rubíes, esmeraldas o zafiros, la piedra preciosa por excelencia es el diamante. Su valor, significado y su brillo hipnótico la ubican como una de las posesiones más preciadas.
Esta misma piedra es la que elige la creadora y diseñadora de ACMÉE, Sophie Lacombe, para jugar y contar historias a través de sus modelos. “Para mí, los diamantes son los más bellos de todos, es el elemento que genera más emociones y nunca pasa de moda; el diamante es eterno”, afirma.

Enamorada de la Argentina
Sophie estudió Administración de Empresas y Marketing en Francia, su país de origen, hasta que decidió especializarse en joyería y en 2014 obtuvo su diploma en Gemología en Londres. Después de trabajar en firmas de lujo, como Chanel, Balmain y Van Cleef & Arpels, emprendió un viaje por Asia y Sudamérica, conoció la Argentina y se enamoró.
Instalada en el país, y luego de meses de desarrollo de productos, en 2018 lanzó ACMÉE, una firma franco-argentina que fabrica joyas con oro, plata y platino reciclados de manera justa y sostenible. Hoy en día, ya de regreso en Europa, Sophie maneja su marca a nivel internacional, con puntos estratégicos en ambos puntos del mapa donde supo hacer hogar.
“Hasta los 24 años me amoldé a la vida que se me planteaba sin pensar en lo que realmente quería”, relata. “Estudié mucho porque era lo requerido en mi familia, y me esforcé por trabajar en la industria del lujo para las grandes casas parisinas porque era mi sueño desde niña. Pero una vez que conseguí todo eso, me di cuenta de que no era feliz y me lo cuestioné todo. No me gustaba mi vida en Francia, el mundo del lujo está lleno de formalismos y no deja espacio para la expresión. Me sentí acalambrada, no podía tolerar que esa fuera mi vida, y lo dejé todo para viajar y encontrarme a mí misma.”
Desde que tiene uso de razón, Sophie ama las joyas. Su padre, un científico que viajaba por el mundo, solía traerle objetos y piezas típicas de cada lugar que visitaba, cargados de historia y de significados. “Los he conservado todos y sigo coleccionando”, dice.
“Se ha convertido en un ritual: cuando visito un nuevo país, compro una joya tradicional de ese territorio. De África, por ejemplo, tengo una hermosa pechera multicolor hecha por los masái con cuentas de plástico (probablemente de desecho) y madera, que ya tiene casi 30 años. También tengo un par de pendientes hechos de diente de caimán. Cuando fui a Tanzania con mi familia, visitamos la tribu de los datoga. Los hombres forjaban brazaletes fundiendo viejos candados de desecho, porque cuanto más demostraran su habilidad para desenterrar el metal, más posibilidades tenían de ser elegidos como maridos. Esta tribu lleva generaciones formando joyeros, me pareció muy hermosa y profunda, y en casa tengo un brazalete forjado por la tribu.”

–¿Qué es la joyería ética?
–La joyería ética, puntualmente de ACMÉE, se basa en varios pilares. Uno de ellos es la durabilidad de las joyas; nuestros modelos son atemporales, están hechos de oro de 18 quilates, plata 925 y platino, y fabricamos nuestras piezas con metales preciosos que les dan un valor intrínseco y representan una inversión a largo plazo. Otro es que los metales preciosos son cien por ciento reciclados. Esto quiere decir que ACMÉE se compromete a limitar su impacto en el medioambiente al refundir y transformar el oro y la plata hasta el infinito. De esta manera, también optamos por reducir la minería, una industria altamente contaminante, para limitar el agotamiento de los recursos de la Tierra. También elegimos tener una fabricación razonada, con pedido previo, sin stock, evitando así la devaluación de nuestras joyas y el despilfarro ligado a la sobreproducción. Nuestras materias primas proceden de la reelaboración de piezas vintage, joyas rotas y residuos de taller, lo que quiere decir que el oro y la plata que utilizamos se funden y se transforman en nuevas aleaciones que utilizamos para hacer nuestras piezas.
–¿Cómo lograste adaptar las teorías ancestrales de diseño a la industria actual?
–Es cierto que mezclamos la tradición y la modernidad. Las colecciones nacen en nuestros talleres, donde utilizamos la talla a mano y la fundición a la cera perdida, así como la impresión 3D y el corte por láser. En la Argentina, la mayoría de las piezas se siguen realizando totalmente a mano, como el engaste (una forma segura de añadir piedras en una pieza de joyería) y el pavé (un estilo de ajuste de joyería en el que numerosos pequeños diamantes se montan juntos para crear una costra de diamante brillante). El engaste consiste en levantar el metal de la pieza para formar un agujero donde se colocará la piedra y se rodeará de pequeños granos de metal. En la actualidad, esta técnica ha sido sustituida en Francia por la fundición a la cera perdida mediante impresión 3D, en la que el engaste de las piedras se calcula al milímetro. Nos vamos adaptando y utilizamos ambas técnicas, según el país.
–¿Cuál es el significado de ACMÉE?
–En realidad, cuando la marca nació, en 2018, se llamaba NUE (desnudo), por la simplicidad de mis diseños y la sensualidad de la joya sobre la piel. Para el reciente lanzamiento en Francia, quería un nombre que creara un revival y que fuera aún más lejos en su significado. “Acmé” en francés es una palabra poco conocida y utilizada, que designa la culminación tanto del dolor como del placer. Me gusta este doble sentido, que puede ser percibido por cada persona como mejor le parezca. Es la culminación del hedonismo y la cumbre de la voluptuosidad, es instintiva y versátil. El universo de ACMÉE explora un mundo de placer y transgresión, y permite la libre expresión de facetas de la feminidad que a menudo se descuidan. Un equilibrio inteligente de una elegancia ligeramente educada para quienes les gusta leer entre líneas.

–¿Cuáles son los ítems más vendidos en Francia y en la Argentina?
–En ambos países, el producto más vendido de la marca son los anillos de letras personalizados. Aquí, en Francia, las mujeres llevan a diario muchas joyas discretas, hay una verdadera moda por las piezas maximalistas. En la Argentina, atraen los productos más finos: las joyas de oro y diamantes. Yo no hago distinciones, mi principal inspiración es el cuerpo femenino. La mayoría de mis trabajos son minimalistas porque me gusta llevarlos acumulados y no quitármelos nunca.
–Son peculiares los nombres con los que bautizás tus joyas.
–Me encanta que el nombre de cada pieza evoque su inspiración, que tenga un juego de palabras. Por ejemplo, el anillo Éternité (eternidad) se llama así porque quería vincular la joya con el tiempo. Es decir, con este anillo no solo te estás llevando un objeto completamente personal, sino que además lo vas a poder tener toda la vida. Creo que mis elecciones, mis viajes y la gente que he conocido por el camino son una gran fuente de inspiración y lo transmito también a través de esos nombres y de mi marca. No creo que sea una persona rebelde en sí misma, pero sí siento que he tenido que tomar decisiones vitales inesperadas para conectar con quien realmente soy, como cuando dejé lo que aparentaba ser un fascinante mundo de la alta joyería para encontrarme con una vida más libre. Tuve el valor de admitir que los patrones preestablecidos no eran para mí y dejé de ajustarme a ellos. Diría que tengo un gran sentido de la independencia y la libertad, y esto rige todas mis decisiones, incluyendo mi marca.

Fotos: Gentileza ACMÉ