Nicolás Cuño: conexión real
La alma mater de Key Biscayne dirigió un corto protagonizado por Nicolás y Guillermo Francella, en el que rescata la esencia de los vínculos en tiempos de redes sociales. Comunicación sensible para una marca que ya es emblema del diseño argentino.
"La gente me decía: "El tipo actuó El secreto de sus ojos, una película que ganó el Oscar, ¡mirá si va a querer hacer un corto para vos! Y tenían razón, pero yo creía tanto en el equipo y en la idea que igual lo llamé a Francella".

–Veo que sos un cultor de la conexión cara a cara. ¿Cómo fue el proceso de convertirla en un cortometraje?
–Conexión real fue la creación de un equipo. Con mi socio y mi mujer veíamos que la tecnología nos había acercado pero también nos hacía perder cosas importantes de la vida. Te cuento algo: mi mujer y yo salimos felices de la clínica con nuestro hijo recién nacido en brazos, subimos al auto y lo primero que hice fue agarrar el celular. Me enojé conmigo y lo guardé, pero al día siguiente volví a hacerlo. Indudablemente, era algo más fuerte que yo. Empecé a mirar a mi alrededor y vi que le pasaba lo mismo a mucha gente, ahí surgió la idea.
–El corto habla de recuperar la conexión entre padre e hijo. ¿Cómo se te ocurrió convocar a Guillermo y Nicolás Francella para protagonizarlo? ¿Dijeron que sí de entrada o tuviste que convencerlos a puro WhatsApp?
–Cuando contaba que tenía en mente a Francella, la gente me decía: “El tipo actuó en El secreto de sus ojos, una película que ganó el Oscar, ¡mirá si va a querer hacer un corto para vos!”. Y tenían razón, pero yo creía tanto en el equipo y en la idea que lo llamé igual, le expliqué el proyecto y me dijo: “Estoy desesperado por contar eso. Lo veo en mi casa, todos mirando para abajo clavados a la pantalla, subiendo cosas a las redes. A veces me reúno con amigos y en vez de charlar estamos pendientes del celular. Queremos hacerlo”. Así, los Francella se sumaron junto al codirector, José Cicala; mi socio, Martín Lief, y un granequipo de trabajo en el que todo fluyó porque la propuesta era clara: una campaña en la que un padre y su hijo se miraran a los ojos. Con esa sencillez, el fashion film llegó a Cannes y fue premiado, se viralizó en la India, España, México, y en estos días nos reuniremos con productores italianos que quieren hacer su propia versión. Todo lo que generó fue sorprendente. Una de las cosas más locas fue que nos llamaron de CNN para hablar de cómo llegó a ser el corto con más reproducciones de Latinoamérica, lo compararon con el fenómeno del “Ice Bucket Challenge” de Mark Zuckerberg y Bill Gates, es mucho. Pero para nosotros lo más importante fue que se mostrara en los colegios para disparar el tema y pensar cómo usamos la tecnología. Estamos muy agradecidos de que Key Biscayne contribuya a usar las redes para conectarnos y no para atraparnos.
–Hablando de eso, ¿ya te atrapó tu próximo proyecto? ¿Podés adelantarnos algo?
–Estamos trabajando en un nuevo corto sobre la relación entre los adolescentes y sus padres. Los padres creemos saber lo que les pasa a nuestros hijos y en realidad no es así. Muchas veces, esa exigencia que tienen algunos chicos de llenar un gran vacío interior tomando hasta morir y vivir al límite es desconocida por la familia. Queremos hablar de eso, que es un fenómeno global. Los problemas, las preguntas y las emociones son las mismas en todas partes.
–¿Cómo hacemos para que se valoren las marcas nacionales en vez de viajar para comprar en las grandes cadenas?
–Potencialmente, tenemos un gran mercado interno, pero necesitamos especializarnos, planificar y ser profesionales. En muchos casos veo bastante informalidad y unas ganas locas de salvarse. Para entrar en una economía mundial que tiende a cerrarse hay que ofrecer algo distinto, invertir y planificar. En Key Biscayne ya es-tamos pensando tres años hacia adelante.
–En esta época de relaciones efímeras, vos trabajás desde hace quince años con tu amigo de toda la vida. ¿Cuál es tu receta?
–La base está, justamente, en los viejos va-lores familiares. Martín y yo creemos en el país, aquí crecimos y trabajamos desde que éramos chicos y vendíamos trajes de baño por la calle. Nos queremos mucho, nos respetamos un montón, nuestras familias se hicieron amigas por nosotros. Los padres de Martín y los míos nos enseñaron lo importante que es valorar al otro, son tremendos ejemplos de vida. Hoy también mi equipo son mi mujer, Giselle, y mi hijo, Gael. Podemos equivocarnos, pero juntos.
–Vivimos en un mundo de selfies, ¿piensan en cómo se ve la ropa en fotos?
–Sí, claro, porque la gente lo piensa tam-bién. Probamos looks completos y ayuda-mos a que el cliente se vea bien. Si se siente cuidado, entendido y atendido vuelve mil veces. Una de las cosas que más me emo-ciona es ver a la gente en la calle vestida por Key Biscayne
Hair & make up: Juan Beltrán