Estoy vencido porque el mundo me hizo así

Una nueva disciplina de la medicina holística sostiene que las enfermedades pueden responder a programas biológicos cargados de un profundo sentido emocional. La clave: desbloquear esos procesos afectivos para superar cicatrices y lograr la cura.

La enermedad, según un estudio apoyado en la experiencia de investigación llevada a cabo por la psicóloga, abogada y profesora rusa Anne Ancelin Schützenberger, es interpretada como la manifestación en el cuerpo físico de un profundo estrés emocional que surge como respuesta inconsciente a conflictos no superados.

Las recientes teorías holográficas de realidad presentadas por el científico argentino Juan Maldacena entienden al universo como un campo de información. Por lo tanto, la evolución dependería de procesar y superar distintos niveles de programas de aprendizaje basados en información.

El biólogo estadounidense Bruce Lipton aplicó esta teoría para explicar que existen campos de información en la genética más allá de los propios códigos contenidos en la biología. A esta ciencia se la denominó “epigenética”, la cual asegura que los linajes genéticos pasan un tipo de memoria adjunta de generación en generación.

Se intenta guiar a la persona para que pueda encontrar la emoción oculta que dispara el síntoma y que está detrás del inicio de la enfermedad.

El entendimiento epigenético nos ayuda a decodificar cómo las experiencias traumáticas del pasado familiar, como por ejemplo una guerra, una violación o una migración, dejan “cicatrices moleculares” codificadas en la información epigenética del ADN de la descendencia familiar.

Dichos programas de la memoria celular se heredarían de generación en generación, causando todo tipo de trastornos adaptativos en las personas de manera inconsciente y que si no son liberadas pueden desencadenar procesos de enfermedad. Para desbloquear estos verdaderos programas transgeneracionales nace la biodescodificación, una completa terapia que mezcla la medicina con la terapia psicológica para adentrarse en la profundidad de la memoria emocional.

La clave radica en el inconsciente, el cual, mediante información epigenética, formatea programas condicionantes que envían síntomas a nuestro organismo para “avisarle” al consciente que existe un conflicto evolutivo que se debe solucionar. La biodescodificación intenta guiar a la persona para que pueda encontrar la emoción oculta que dispara el síntoma y que está detrás del inicio de la enfermedad. El objetivo es que pueda descodificarla y así favorecer la curación mediante la liberación de la emoción que hay en el inconsciente y trascender dicha emoción transformándola en un aprendizaje superado y no reprimido de la vida.

ADICCIÓN EMOCIONAL

Sin buscarlo conscientemente, muchas veces las personas quedan presas de sus sufrimientos emocionales. ¿Por qué sucede esto? Simple, cada vez que una persona cae presa de un recuerdo, también lo hace con la emoción adjunta a dicho recuerdo. El programa inconsciente funciona como un “plazo fijo bancario”, el cual cada vez que lo renovamos nos ofrece un interés emocional.

Quien queda sujeto a los programas del inconsciente sufre emocionalmente, reafirmando, sin saberlo, dicha programación, que dispara con cada recuerdo una serie de respuestas neuroquímicas que culminan creando adicción emocional. Así, una persona puede ser adicta al sufrimiento creando con ello una serie de consecuencias equivalentes que determinarán su estado psicofísico de malestar e infelicidad. O, por el contrario, puede generar adicciones a los buenos recuerdos, que crean efectos de bienestar y felicidad.

Esta nueva visión holísica de los procesos inconscientes transgeneracionales muestra cómo las causas de los ancestros pueden alterar el curso evolutivo de la descendencia y que la enfermedad puede no provenir de una causa externa sino que tiene un sentido de respuesta biológica a un problema interno, un conflicto que la mente del paciente no ha podido trascender. Si bien se sabía que nuestras emociones afectan nuestro estado físico, la ciencia poco podía aportar en la búsqueda de soluciones, las que se suponía debían surgir del propio cambio actitudinal del paciente.

La biodescodificación es un camino alternativo, que aporta la comprensión del significado profundamente arraigado en patrones de información que pueden ser propios o heredados. El psicólogo español Enric Corbera sostiene que todo síntoma tiene un sentido y que el dolor o padecimiento en un órgano o un cáncer nos pueden conducir a cada emoción restringida en un momento de dolor, frustración y desvalorización de nosotros mismos.

Culturalmente tenemos la creencia de que la enfermedad es algo malo y determinante, cuando realmente se trata de la respuesta a una causa oculta, que es la verdadera amenaza no sólo para la propia evolución, sino también para la de la descendencia.

CAMBIO DE PARADIGMA

Comprender el proceso de enfermedad de esta manera nos ofrece la posibilidad de mejorar no sólo nuestra salud, sino la de sanar nuestra evolución, comprendiendo en qué aspecto hemos quedado trabados sin poder completar una prueba de la vida. Este cambio de paradigma nos sitúa en un aspecto diferente de la visión científica, pudiendo cuantificar, mediante las señales que envía el inconsciente biológico, las consecuencias que produce nuestra naturaleza cuántica-
emocional. El horizonte subjetivo desde el cual procesamos la información de lo que denominamos “realidad” nos conduce al rol de intérpretes de esta obra que todos venimos a protagonizar como críticos de la existencia.

Todo conflicto interpretativo nos lleva a una disociación entre el observador y lo observado, siendo nuestro ego el que nos acarrea al conflicto con la vida mediante la victimización. Estas conductas son propias de la desconexión entre el consciente y el inconsciente, entre la aparente disociación de nuestra visión subjetiva de la realidad y la objetividad propia que la gobierna.

El no encontrarle una solución a este conflicto disociativo hace que el ego y los instintos tomen el mando y lo resuelvan todo ejecutando programas biológicos de supervivencia, que la propia naturaleza diseña de manera inteligente desde hace millones de años para este tipo de necesidad y cuyo programa biológico es propio del conservacionismo animal. Los instintos de supervivencia llenan la canasta de necesidades, orientando al ego a cubrir la alimentación, la protección y la reproducción. Y si no consigue satisfacer esas necesidades básicas y elementales, la solución es el síntoma, la enfermedad, como la respuesta inconsciente que tiene el cerebro de satisfacerla, ya sea por falta o por exceso.

El cerebro no puede estar mucho tiempo en estrés porque supone un gran gasto de energía; cuando no hay una solución externa a esa necesidad, entonces el cerebro dispara una solución interna.

Este nuevo enfoque holístico de la medicina permite acceder a claves justas y eficaces para que las personas puedan darle un significado trascendental a aquello que suele ocultarse detrás de las crisis y el conflicto que viven en lo cotidiano, a su historia familiar, a la comprensión de los eventos que viven a lo largo de su vida, a aprender lo esencial a fin de descodificar los propios eventos y comprender mejor las reacciones que nos deben encaminar a lo más profundo de la existencia: evolucionar mediante el aprendizaje.

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