Nicola Costantino: master class
Fetos de chanchos, texturas de piel humana y jabones hechos con su propia grasa son algunas de las obras más emblemáticas de una niña triste que se convirtió en una artista sin límites.
–¿Cómo se convirtió en artista?
–Yo era una niña triste que odiaba la escuela y lo único que quería era hacer esculturas. Como crecí en la fábrica de ropa de mi mamá, era muy manual, me gustaban los materiales y estaba todo el tiempo pensando en construir cosas. Encima era la época del Proceso, una educación de mierda, era lógico que yo fuera una niña triste esperando liberarme de la escuela, de mi mamá, de mi casa y de todas las prohibiciones. Eso pasó de a poco, cuando cumplí 18 años y empecé la Facultad de Artes en coincidencia con la efervescencia del primer año de democracia. Me la pasé diez años investigando, me formé mucho a nivel técnico e hice varios experimentos pero no podía producir, hasta que arranqué y no paré más.
–ArteBA tiene una convocatoria cada vez más exitosa pero sigue habiendo un gran porcentaje de público que viene a indignarse frente a ciertos planteos del arte moderno, ¿qué le indigna a usted?
–La verdad es que yo también soy muy crítica, pero hay gente que lo hace por una falta de amplitud mental, que bueno... se van a tener que acostumbrar. Hay que entender un poco y hay que tener un poco de sensibilidad, si no todo te parece mal. Sin embargo, yo también me cerceno a mí misma y me exijo un montón de cosas, y a veces no sé... muchas obras que veo, yo no las haría; ni me molestaría en hacer obras que no tengan un sentido, pero también hay muchas cosas que quizás tienen niveles de experiencia artística que no te impactan demasiado.
–¿Y cómo le afectan personalmente los comentarios derivados de la mala interpretación o la no interpretación de su obra?
–Me parece que eso se fomenta y se ve mucho en las redes sociales, y por suerte ni me entero, pero a veces, cuando lo veo, no puedo creer que haya gente que tenga tiempo de hacer esas pavadas. ¡Cuánto tiempo para algo negativo! Además es como un deporte nacional hablar mal, es muy de mala leche. Yo estoy al margen totalmente, y cuando me entero de comentarios buenos tampoco les doy la más mínima importancia porque lo que a mí me llega es totalmente arbitrario. Tampococreo que se pueda juzgar una obra en el momento, es importante el tiempo, creo que el ahora es lo que menos importa.
–¿En serio?
–Sí, me parece que hay que darles tiempo a las cosas, a las obras, para juzgarlas.
–Pensaría que es muy árido un camino artístico sin referencias críticas.
–Sí, es difícil, pero a veces en el momento se equivocan. Además, el proceso durante el cual el artista está haciendo la obra es muy anterior al momento en que la gente ve y opina. Cuando me gustaría mucho tener opinión es cuando estoy haciendo; cuando termino y ya tengootra idea nueva, me preocupa la que sigue, la que hice ya pasó y quizás es un tema cerrado.
–Siendo genio y figura de muchas de sus obras, sin embargo trabaja mucho en colaboración, y con excelentes resultados.
–Nunca había trabajado en colaboración hasta que empecé a hacer fotografías con Gabriel Valansi. Yo pienso la obra, armo el vestuario, la escenografía, los ensayos y los bocetos –siempre hablando con él– y después, cuando está todo bien, ponemos el montaje definitivo con la cámara y sacamos. Pasa lo mismo con los videos, yo hago los vestuarios, las escenografías y encarno el personaje, entonces siento que es mío por todos lados pero me encanta tener la colaboración de gente que sabe muchísimo.
–¿En qué está trabajando ahora?
–Estoy en medio de la producciónde un largometraje biográfico con una directora italiana. Está buenísimo, es una obra de ficción basada en mí, es lindo que puedan verte de una forma más humana. Cuando se den cuenta de que lo único que quiero es cocinarle a mi hijo, se cae todo.
–Sus dos amores.
–Sí, siempre digo que tuve un hijo para tener a alguien a quién cocinarle todos los días.
Burbujas de luz
Como en cada edición de ArteBA, el Espacio Chandon, que da la bienvenida al Barrio Joven, presentó una obra original creada especialmente para la ocasión. Este año, Nicola Costantino fue convocada para intervenir la zona del bar con Luminiscencia, una propuesta que invitaba al público a vivir una experiencia con todos los sentidos. Un telón traslúcido de cuatro metros de altura impreso con una imagen fotográfica agigantada de burbujas de champagne rodeaba las mesas de forma líquida y, a su vez, eran bañadas por una proyección que respondía al movimiento de manos con magnéticas estelas o deslumbrantes explosiones de burbujas. El menú constaba de cuatro opciones presentadas también en pequeñas esferas de colores, rellenas con sabores de su autoría.
“Yo era una niña triste que odiaba la escuela y lo único que quería era hacer esculturas, me gustaban los materiales y estaba todo el tiempo pensando en construir cosas”.