Sebastián Ortega: atrevido, ¿y qué?

Sebastián habla sin vueltas, es relajado y muy mental a la vez. No tiene miedo de exponer sus sombras. Se define a si mismo como atrevido, inquieto, curioso y hacedor.

Cuando entré en la productora sentí que la nota iba a fluir y no me equivoqué. Le llevo cinco días de vida y algo deben tener los astros porque lo entendí antes de que respondiera, se adelantaba a mis preguntas, y lo mejor, tengo la certeza de que no mintió.

Les regalo un rato en la vida de este productor. Les entrego una nota que amé hacer.

 

–¿Es intuitivo o racional?


–Un poco de todo, pero priorizo lo que me pasa por dentro. La intuición me ha funcionado mucho en la vida.

 

–Dicen que cuando uno crece se va volviendo más racional, ¿le pasó?


–A medida que uno va creciendo se va entregando a lo que debe y no a lo que siente. Las obligaciones son un factor importante en ese sentido. Es como que uno va cediendo frente a las exigencias del medio, a lo que esperan que uno sea. Yo elijo no pegarme a esto, trato de que esa energía no me llegue. 

 

 

–¿Cómo logra separar lo que esperan de usted con lo que usted realmente es?

 

–Trato de mantener mi esencia. Para mí las cosas más importantes son la libertad, la espontaneidad y la pasión. La pasión es el motor de todo lo que hago. Tanto en mis relaciones afectivas como en el trabajo. Por esto estoy muy atento a lo que me rodea y a lo que está dentro de mí. Las cosas suceden sólo si uno está atento, lo procesa y lo hace.

 

–¿Cómo siente esa pasión?

 

–Como una necesidad. Depende, si es un sentimiento pasional hacia una persona, trato de estar cerca y protegerla. Si tiene que ver con un proyecto laboral, es lo queme mueve a materializarla.

 

–Cuando tiene una idea que quiere materializar, ¿la lleva a cabo en el momento o espera al supuesto momento indicado?


–Me cuesta mucho manejar la ansiedad. Uno de mis mejores amigos que falleció,  Fernando Peña, una vez escribió en Clarín que me veía como a un adulto con el nivel de capricho de un niño y que a través del capricho lograba cumplir mis objetivos.

 

 

–¿Entonces el “quiero” es lo que lo moviliza?

 

–Soy la cabeza de esta productora y a través de mí se mueve todo, es muy importante que pueda motivar a quienes trabajan conmigo. Cuanto más claro sea, mejor me van a interpretar. A mi me gusta estar rodeado de gente inteligente, en lo posible más inteligente que yo… que no es muy difícil, porque son quienes me dan la tranquilidad de saber que las cosas van a salir como las imaginé.

 

–Capricho e intuición son prácticamente lo mismo en este caso.

 

–Sí, están muy ligados porque son partes del mismo proceso creativo. Me pasó varias veces en mi vida que después de haber desarrollado una idea, sabía dentro mío si iba a funcionar o no.

 

–¿Por ejemplo?

 

–Me pasó con Los Roldán, con Ser Urbano y Tumberos. No sólo a nivel rating, sino al fenómeno que se generaba en torno a ese producto. Con Tumberos, por ejemplo, era muy raro que la gente mirara algo tan sórdido en tele abierta y se copara. Y a mí lo que me llevó a hacerlo fue la curiosidad respecto del mundo carcelario. ¿Ves que hay un poco de todo?

 

–Claramente. ¿Cuál fue o es su creación favorita?

 

–Tumberos. Fue el primer desafío donde todos creían que era un producto para cable, no para un público tan masivo. Y más allá de las predicciones fue un éxito. Y para mí fue el primer paso para atreverme a hacer algo distinto. Y a partir de ahí empecé a asumir más riesgos. Me fui volviendo cada vez más atrevido y con los años ese empezó a ser el sello de la productora. Hacemos productos que se atreven a mostrar realidades diferentes, sin ningún prejuicio.

 

–¿Es atrevido?

 

–¡Soy un atrevido!

 

–¿Y qué me puede contar sobre los fracasos?

 

–¡Muchos! Mi fracaso más rotundo fue Gladiadores de Pompeya, que fue el primer producto que salió de Underground. Yo venía con una seguidilla de éxitos en Ideas del Sur y creía que era fácil hacer televisión. ¡Y lo primero que hicimos acá fue un fracaso enorme! Por suerte salió en simultáneo con El tiempo no para y ayudó a tapar el fracaso. Y como soy inquieto, empecé a pensar en un nuevo producto. Así nació Lalola. Cuando Salió al aire, explotó y comenzó una nueva etapa en mi vida como productor.

 

–A veces hay que pegársela para aprender.

 

–Totalmente. Yo siempre digo que aprendo más de los fracasos que de los éxitos.

–¿Qué lo moviliza?

 

–Lo desconocido. Cuando quiero conocer un universo, lo hago a través de la ficción.

 

–¿Sus productos son autobiográficos en el sentido opuesto?

 

–Sí. Vivo lo que no vivo en la realidad a través de la ficción. Todos tienen mucho de lo que me pasa y de lo que siento. Tengo anotadores en todos lados porque uno nunca sabe cuando llegan las  ideas. Cada vez que surge una, la anoto lo más acabada posible.

 

–¿Dónde cree que reside el secreto del éxito?

 

–No creo saberlo. Lo único que me parece que tiene un gancho permanente es el misterio, la incógnita. Eso que uno quiere descubrir nos mueve a casi todos desde un lugar bastante común. Mis productos son contundentes en el primer capítulo. Comprás o no comprás de entrada.

 

–¿Podríamos decir que tirar toda la carne en el asador de golpe es lo que le resulta?

 

–Sí. Dicen que hay que hacer el asado despacio, pero creo que depende desde donde uno lo mire. Si mirás en el corto plazo, es toda la carne en el asador. Si lo proyectás, te das cuenta de que hay mucho más para cocinar. Siempre hay mucho más.

 

–¿Se siente transgresor?

 

–Me parece un poco arrogante definirme. Lo que sí te puedo decir es que me gusta acercarme al precipicio, jugar con los límites y ver hasta dónde soy capaz de llegar.

 

–¿Qué es para usted la transgresión?

 

–Animarse a lo desconocido. Incursionar en los lugares que no tienen caminos ni señales y transitarlos.

 

–¿Le produce adrenalina?

 

–Muchísima. Soy una persona que necesita emociones fuertes, y las busco metiéndome en estos proyectos que me acercan al abismo.

 

–¿Ahí es donde deposita su libido?

 

–Sí, gran parte.

 

–¿Cómo se para frente a los cambios?

 

–Depende del ámbito. En cuestiones afectivas soy muy sensible y me afectan mucho los cambios. En el espacio laboral voy para delante y disfruto mucho del  hecho de demostrar que las cosas pueden ser diferentes y estar buenas.

 

–Eso puede ser porque tuvo una vida afectiva completamente estable y muy movediza en el ámbito laboral. Por eso le pregunté si deposita su libido en el trabajo.

 

–Exactamente. Gran parte de mi libido está en el laburo. Para mí hacer un buen producto es como un muy buen polvo. Sé que es una guarangada, pero lo siento así.

 

–¿Hasta donde se la juega?

 

–A fondo.

 

–¿En todo?

 

–No, en cosas que involucran a terceros no. Ahí pienso mucho porque no quiero lastimar a nadie. Soy muy de ponerme en el lugar del otro, pero cuando soy sólo yo el que está en riesgo, me gusta ir a fondo.

 

–¿Le gusta provocar?

 

–Sí.

 

–¿Cómo se lleva con la rebeldía?

 

–Muy bien, es parte de mi forma de ser. Rebelarse es un poco transgredir, iguaque provocar. No lo digo ni por mis tatuajes ni por mi forma de vestirme. Lo digo por mi manera de vivir la vida. Creo que la vida es una, es corta y al mismo tiempo es larga y hay que transitarla con convicción.

 

–¿Se arrepiente de algo?

 

–Sí, me arrepiento mucho. Mi forma de ser pasional me lleva a equivocarme mucho. En mis relaciones eso repercutió bastante. Esto que hablábamos de dedicarle tanto al trabajo hizo que no supiera balancear mi tiempo y generó baches en mi vida afectiva. Igualmente, doy gracias de haberme equivocado porque la única manera de aprender es equivocándose.

 

–Me sorprende que no le de miedo contar sus errores.

 

–Soy un ser humano y me equivoco. También es cierto que quienes más arriesgan más se equivocan porque no transitan el camino seguro. Cuando uno está constantemente en movimiento, es muy fácil equivocarse.

 

–¿Y cómo se mueve frente a la conciencia de sus errores?


–Justamente este año estoy volviendo a conectar conmigo mismo, que es un aspecto que dejé de lado por mucho tiempo. La desconexión es peligrosa. Y al revés, vivir conectado con uno y con los demás y ser amoroso en el sentido amplio hace que todos estemos mejor.

 

¿Cómo sigue su vida entonces?


–No te puedo contestar esa pregunta porque no se cómo sigue. Tengo dos proyectos laborales sobre los que estoy trabajando. Estoy planificando una película para fin de año y todavía queda un camino con Graduados.

 

–¿Y Sebastián?


–Sebastián, trabajando consigo mismo y tratando de ser una mejor persona. Siento que tengo que hacer trabajo doble en este sentido. Mi trabajo me alejó demasiado, puse mucho en la fantasía y me perdí. Tengo que volver a bajar y encontrar un equilibrio. Es un camino largo, pero tengo que hacerlo porque se lo debo a mis hijos.

 

 

 

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