La alejandría de los número uno

Los líderes de opinión y los ciudadanos de a pie no son muy distintos que digamos, al menos en sus gustos literarios. Biografías, grandes novelas y algo de autoayuda son sus libros de cabecera.

¿Qué leen las figuras destacadas del mundo empresarial, el cine o la política? ¿Cuáles son sus libros de cabecera?
En la Argentina, por ejemplo, a contramano de lo que podría esperarse, los libros sobre management y negocios no lideran el ranking de los preferidos por los empresarios.

Ellos leen, sobre todo, novelas y biografías. En ficción, los best sellers de Dan Brown y la trilogía policial de Stieg Larsson se quedan con el podio, mientras que en materia de biografías, la de Walter Isaacson sobre Steve Jobs (que salió a la venta a los pocos días de su muerte) es el hit recién estrenado entre los hombres de negocios. De hecho, se trata de un fenómeno editorial que abarca a miles de lectores, que logró hacer con los adultos lo que Harry Potter con los chicos: antes de que estuviera en librerías, ya había ejemplares vendidos en listas de espera. En el libro, Jobs habla con honestidad brutal sobre personas con las que ha trabajado y contra las que ha competido, y también sus amigos, rivales y colegas ofrecen una visión a veces poco complaciente del creador de Apple y Pixar, como su carácter cambiante y su obsesión por controlarlo todo.

Pero ¿qué es lo que despier ta tanta fascinación por su figura? ¿Qué esperan encontrar los empresarios en su biografía?

En Comunicación alternativa y cambio social el antropólogo Martín Barbero cuenta que en los cementerios públicos colombianos, los lunes se da un fenómeno curioso: los que van no visitan las tumbas de sus familiares sino las de personas que en vida tuvieron algún poder. Así, por ejemplo, la más visitada es la del fundador de una gran empresa de cerveza, que en vida no fue un santo, sino uno de los hombres más ricos del país. En esas figuras, la gente va a buscar inspiración para soluciones prácticas, cotidianas.

Del mismo modo, tras su muerte, Steve Jobs ha cosechado una atracción tan inédita como llamativa, despertando una suerte de necrofilia masiva que hizo de él un símbolo que condensa inventiva y éxito económico, sumado al mito del self made man por excelencia: el muchacho adoptado en el seno de una familia modesta, que en base a esfuerzos, creatividad y carisma crea productos que cuentan con fanáticos en todo el mundo y funda empresas que ganan millones.

Los libros de autoayuda que proponen, por ejemplo, fórmulas para ganar un millón de dólares (muchos de los cuales resultan best sellers que logran que sólo sus autores salgan ganando, incluso más de un millón) resultan más bien jocosos para los que han triunfado en su campo. En cambio, Steve Jobs se erige como una suerte de gurú tan agradable como irascible, un hombre que fue un mito viviente y que encarna el ideal del just do it. Muchos buscarán en los detalles de su vida y sus decisiones empresariales una suerte de “autoayuda vivencial”, una “inspiración” para encarar problemas, innovar y encontrar la clave para el éxito sostenido, algo difícil de alcanzar en un mundo en el cual la oferta de mercancías (y las necesidades antes inexistentes que las nuevas mercancías generan) se renueva constantemente.

Apostilla: Para quienes se hayan entusiasmado con la biografía de Jobs (y quienes no, también), va una recomendación:
El mapa y el territorio, la última novela del francés Michel Houellebecq, en la que el protagonista, un artista famoso, vende por millones su cuadro más célebre, titulado: “Bill Gates y Steve Jobs conversando sobre el futuro de la informática”. La novela disecciona los entretelones mercantiles del mundo del arte y muestra cómo un artista ermitaño deja que los galeristas y publicistas hagan por él, y un día se encuentra con que, de la noche a la mañana, es millonario.

Hollybooks

En Hollywood es habitual que actores y actrices trabajen en películas cuyos guiones surgen de adaptaciones de obras literarias (aunque ello no garantice que las lean). Entre las estrellas lectoras, Nicole Kidman, que protagonizó La brújula dorada, dijo leer junto a sus hijos los libros de la saga, y Natalie Portman, que de adolescente interpretó a Anna Frank en Broadway, quedó cautivada por el diario de esta joven víctima del nazismo. Su compañera en El cisne negro, Winona Ryder, es confesa fanática de El guardián entre el centeno de J. D. Salinger (el libro que llevaba bajo el brazo el asesino de John Lennon en el momento de su arresto), tanto que colecciona distintas ediciones de la novela, un clásico de la rebeldía adolescente, que sigue vendiendo miles de copias en el mundo.

Fue sin querer queriendo

También están quienes, debido a su fama, generan éxitos editoriales sin ser necesariamente ávidos lectores. Victoria Beckham por ejemplo. Cuando la ex cantante fue fotografiada caminando con el libro Skinny Bitch, que enseña cómo convertirse en una mujer superdelgada, sus ventas alcanzaron las seis cifras en pocas semanas. Y en el terreno de la política, cuando Hugo Chávez le regaló a Barack Obama Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, el libro escaló en ventas de manera estrepitosa, generando varias reediciones y traducciones.

Era el libro que, seguramente, leería una de las personas más influyentes del planeta, aunque a juzgar por la permanencia de ciertas políticas, las líneas del escritor uruguayo no parecen haber calado hondo en el presidente de los Estados Unidos. Y es que, para cambiar el mundo, los libros son necesarios, pero no alcanzan.

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