Detrás de los flashes: qué pasa cuando en el mundo del fútbol se hacen cosas para construir más oportunidades

La travesía de jugar al fútbol trae aparejados mundos inciertos, en el que sortear el azar puede que te acerque a una especie de amistad con la suerte, o que, definitivamente, a pesar de haberlo hecho todo, el lugar sea, como dice Fito Páez, al costado del camino. Las historias de jugadores que no tuvieron la chance de gambetear lesiones, malas influencias, peores decisiones o engaños de personas ajenas a su entorno y terminaron en el embudo de lo ordinario, se cuentan de a montones.

Lo que no abunda en ese cúmulo de relatos es cuando en el mundo del fútbol se hacen cosas para construir más oportunidades que alberguen a esos futbolistas que sin buscarlo han peregrinado por los márgenes. Jugadores que quedaron libres, jugadores que buscan encontrar algún club, jugadores que solo sueñan con jugar, jugadores que no son Messi, Mbappé ni Haaland, jugadores que solo son demasiado humanos.

En el amplio abanico de este universo donde el “show debe continuar”, Leandro Gioda – exjugador que vistió la camiseta de Lanús, Independiente, Xerez Club Deportivo en España, entre otros – y Nicolás Acuña – Preparador físico, que militó algunos años como jugador de Excursionistas – crearon un centro de entrenamiento que en la actualidad alberga a más de 120 jugadores con el objetivo de seguir entrenándolos, formándolos y hasta la posibilidad de volver a reinsertarlos en la alta competencia.

La semilla de esto surgió en junio de 2018 cuando a Acuña le aceptaron uno de los tantos proyectos que venía presentando, relacionados con el fútbol. “En mis proyectos no quiero ser el preparador físico, quiero ser el que lo realizó, la cabeza. Siempre presenté carpetas, hasta que una vez me dijeron que sí en el futbol”, dice a El Planeta Urbano. Con la espalda de los recursos que le pusieron a disposición, la idea consistió en armar un plantel de jugadores de libres y viajar a jugar un campeonato a China. A la prueba que convocaron se acercaron 450 pibes de todo el país y el técnico a cargo fue Gustavo “Chapa” Zapata, quien venía de dirigir la reserva de River.

“Yo estaba con un alumno personalizado en una máquina de un gimnasio, me suena el teléfono y me dicen: empezá a buscar jugadores. Está ok el proyecto. Tenes estos recursos”, revive Acuña. En esa búsqueda, Zapata convocó a Gioda, quien estaba transitando su último tramo en el fútbol profesional y le cuenta del proyecto.

“Yo había dejado de jugar en Chicago, se me había vencido el contrato y querían renovarme, pero la verdad no estaba convencido de seguir. Fue pasando el tiempo y me llama Gustavo. Me comenta de este proyecto, pero no estaba acostumbrado a este tipo de cosas, después de casi 18 años de profesionalismo, que me llamen para ir a un proyecto así, no es que descreía lo que me decía, porque estuve mucho tiempo con él y lo conozco (lo tuve en Lanús) y sé cómo se maneja. Acepté probar una semana a ver qué pasaba porque igual mi cabeza ya estaba más afuera del futbol profesional”, dice Gioda.

Y agrega: “No sabía que había otra parte del futbol en donde había una cierta parte de amateurismo que buscaba ser profesional al mismo tiempo, la verdad convivir tanto tiempo con esos chicos durante 3 meses, saber qué pensaban, qué aspiraban, me encantó. Para mí fue una de las mejores experiencias que tuve en el futbol, porque conviví con chicos que no pudieron recorrer todo lo que hice yo, pero con una cabeza dura como una pared, en el buen sentido, buscando objetivos, perfeccionándose día a día y con un grupo de gente excepcional, entonces la verdad que cada día que pasaba, yo estaba más feliz en el proyecto y creo que si me llamaba Boca o River, también le decía que no”.

Ese viaje a China encontró a Acuña y a Gioda. Ambos coincidieron en charlas que tuvieron sobre la vida y en formas de manejarse dentro del mundo del fútbol y se concretó una dupla de trabajo. Ese torneo que disputaron, lo ganaron; los empresarios que habían financiado quedaron conformes y las promesas hablaban de un nuevo viaje para el año siguiente, pero los planes se truncaron por el arribo de la pandemia de COVID y hubo que girar la dirección del timón.

“Nosotros volvimos en enero de 2019 de China y estuvimos todo el año esperando para volver a viajar, pero en noviembre nos dijeron que no nos iban a renovar porque en China ya estaba la pandemia y las empresas que apoyaban se empezaron a caer”, cuenta Acuña. En medio de la incertidumbre, Gioda y Acuña se miraron y dijeron: “tenemos que hacer algo juntos” y nació GA Fútbol – “son las iniciales de nuestros apellidos”, se sonríen -, el centro de entrenamiento que hoy funciona en el Club Vilo de Vicente López.

Antes del confinamiento total que se dio en la Argentina, llegaron a trabajar dos meses con más de 40 jugadores que se anotaron y comenzaron a tomar confianza. “En esos 60 días que tuvimos abierto el centro de entrenamiento, fuimos a Trenque Lauquen a jugar un amistoso para que los chicos pudieran mostrarse”, cuenta Acuña. Los requisitos para formar parte de GA Fútbol parecen tener componentes bien claros: compromiso, respeto y dedicación. En su centro entrenan jugadores que afrontan distintas situaciones: profesionales que quedaron libres y amateurs que quieren ser profesionales. “Nuestra misión es entrenarte como un profesional”, explica Gioda.

- ¿Hay jugadores que hayan dudado de la veracidad de este proyecto?

-Acuña: Vas a escuchar que jugadores libres han estafado a chicos. Cada vez que iba a un centro de entrenamiento a pedir jugadores para que vengan a probarse, todos me miraban como diciendo, cuánto tengo que poner, o cosas como "ahora no me vas a pedir nada, pero después para el pasaje…"

No tienen que poner nada, tienen que venir y probarse. Si quedan, probamos una semana, ese es el proceso, y se ve cómo se conocen con el grupo, la forma de entrenar, la predisposición, su talento, como están físicamente, evaluamos todo.

-¿Han venido jugadores de Primera División a trabajar con ustedes?

-Gioda: El futbolista profesional a la hora del entrenamiento es otra cosa, es el entrenamiento personalizado. No quiere el roce. Es muy difícil tener un jugador que en su proceso de descanso venga a trabajar de manera integral con chicos que están buscando meterse.

-¿Qué cosas son las que busca un jugador que llega sin club?

-Acuña: Cuando un jugador queda libre está desorientado. Acá los acompañamos para que se sientan de la mejor manera, porque hay algo que ya no tiene. La idea es que puedan volver a tomar confianza en ellos mismos. Vienen con ganas de buscar competencia, estar bien físicamente, volver a estar motivdos y, sobre todo, mantener la llama encendida por la pasión por el futbol.

Fotos: EPU