Copenhague Fashion Week 2023: crónica de la semana de la moda más original del mundo
El Planeta Urbano estuvo junto a la empresaria e influencer Flor Sosa en uno de los eventos de la industria más prestigiosos de la actualidad. La sustentabilidad, diversidad y equidad fueron los pilares fundamentales que atravesaron estos días en la capital de Dinamarca.
En Copenhague los árboles hablan, la calle es silenciosa, la gente va en bicicleta a todos lados y los bebés esperan afuera en sus cochecitos mientras sus madres disfrutan de un perfecto café de especialidad en un bellísimo bar de diseño.
En Copenhague la gente no grita, no discute en público, no toca bocina, usa autos eléctricos y no teme ser víctima de un robo si deja el último iPhone solo en la mesa de un restaurante.
En Copenhague la gente parece muy feliz y se viste acorde a su humor; no se esfuerza en mostrar marcas o logos porque la ostentación no es un valor en su cultura y juega con texturas y colores osados porque juzgar al otro, también, está mal visto.
En Copenhague, esta ciudad que amamos desde siempre, se celebra la semana de la moda más creativa, emergente, sustentable y divertida del mundo y allí estuvo El Planeta Urbano junto a Flor Sosa, una de las empresarias e influencers de mayor crecimiento en la Argentina.

Un show sustentable
Decir que los árboles hablan en Copenhague no pretende ser una metáfora poética sino una certera descripción de lo que vimos en el último desfile de este excéntrico Fashion Week: allí, en el show de Ganni, al que logramos acceder luego de muchas gestiones y alguna avivada criolla que preferimos no develar, la pasarella mostraba cuatro árboles capaces de "hablar" por medio de inteligencia artificial, emitiendo mensajes relacionados con el cuidado ambiental y la urgencia de cuidar el planeta. Ganni es la marca más importante, cool y popular de todo Dinamarca, y su presentación resumió los puntos centrales del Copenhague Fashion Week: sustentabilidad, diversidad y equidad.
¿Qué significa esto en términos prácticos?
Desde la organización del evento explican, primero, lo que todos ya sabemos: que la crisis medio ambiental es un tema urgente (basta con ver la insólita ola de calor que atraviesa ahora mismo el hemisferio norte para darse cuenta de que este no es un asunto a resolver en el largo plazo) y que hay cuestiones prácticas a tener en cuenta a la hora de plantear la agenda en la industrial de la moda a nivel mundial.

Segundo, CPFW propone una visión holística para tratar esta crisis, basada en sacar provecho del aspecto cultural y el impacto mediático que brinda la moda para educar sobre la importancia de ser sustentables. Así, las marcas y diseñadores (muchos de ellos independientes o emergentes) que postulan para entrar en esta grilla deben contestar 76 preguntas divididas en seis áreas, que van desde la estragia de diseño, los materiales y las condiciones de trabajo de sus empleados hasta la información que se le brinda al consumidor sobre la fabricación sustentable de cada prenda y la manera de producir cada show (esto es la botella de agua que se ofrece a los invitados, el plástico de las sillas, el papel de las invitaciones, etc).
El street style como protagonista
Si las calles de Copenhague son una lección de estilo en cualquier época del año, durante los cinco días de Fashion Week directamente se inundan de inspiración para hacer estallar las redes sociales de los adictos a la moda en el mundo entero. Tan fuerte es el street style en la puerta de cada desfile que muchas veces cobra más importancia que las propias colecciones que se presentan puertas adentro para la prensa especializada, clientes, celebrities e influencers -las últimas grandes divas de este monumental circo fashionista.

La dinámica en la entrada y la salida de cada show no incluye alfombra roja pero sí hordas de paparazzis a la caza de influencers llegadas de todo el mundo (como nuestra Flor Sosa, la única representante argentina en el Copenhague Fashion Week), que posan como verdaderas estrellas ante los flashes y pasan semanas enteras planeando junto a su equipo de estilistas cada look de cada desfile (llegan a cambiarse hasta cuatro o cinco veces al día).
Adentro, en cambio, no existen los divismos ni los cuerpos hegemónicos. Dinamarca, como buena nación nórdica y precursora, lleva la diversidad al extremo en sus pasarelas y presenta allí modelos de todos los talles, todas las edades, todos los físicos y sexualidades. No es casualidad, entonces, que Alana Hadid, la hermana mayor de Gigi and Bella, haya decidido hacer su inesperado debut como modelo en este CPFW, estando ella en las antípodas de sus hermanas ultra hegemónicas y tuneadas.

Diversidad, sustentabilidad, gran diseño emergente, buena vibra y mucho color son algunas de las bajadas, mensajes y sensaciones que nos dejó nuestra primera vez en la famosa semana de la moda danesa. ¿Qué sorpresa nos darán Paris y Milán en sus fashion week del mes entrante?
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