Nora Veiras, directora periodística de "Página|12": "El periodista que no se conmueve con lo que hace no es periodista"
Al frente también del programa "Aquí, allá y en todas partes", por la AM750, es una de las pocas mujeres en llegar a la conducción de un diario. En esta charla revela la trastienda de las redacciones y profundiza el debate sobre los roles de género: aunque reconoce que el poder sigue siendo masculino, asegura que el avance del movimiento feminista es imparable.
Cuando Nora Veiras se hizo cargo de la dirección periodística de Página|12 se rompió la matrix. ¿Cuántas periodistas que dirijan un diario conocés? La cuenta es fácil, te sobran tres dedos de una mano.
Es periodista, se especializó en educación, tiene una maestría en Ciencias Sociales, es una presencia fuerte en gráfica, radio y televisión. Formó parte del mítico 6, 7, 8, compartió redacción con Ernesto Tiffenberg y aire con Mario Wainfeld, Sandra Russo, Quique Vázquez y Marcelo Zlotogwiazda. La trayectoria de Veiras es inabarcable; si no, preguntale a Google.
Lo que un buscador jamás podrá decirte es cómo son esas charlas enfervorizadas en las redacciones, el olor a tinta, la ansiedad por ver el número cero de un diario, la convicción de que el periodismo es tomar partido, destapar ollas aunque el vapor te queme la cara y sentir eso que te come por dentro cuando te emociona una tapa. Nora Veiras lo sabe y lo transmite en este mano a mano con EPU. Se imprime ya.

–Cuando se habla del rol de las mujeres en los medios hay una cuestión que suele pasar por debajo del radar y es que hay muchísimas periodistas pero pocas están en puestos de decisión. ¿Por qué sigue pasando eso?
–Creo que el periodismo no es una excepción, lo que decís es una realidad de cualquier lugar de ejercicio del poder, de conducción: la mujer sigue relegada; por más que hemos avanzado muchísimo, también falta un montón. Si ves las fotos de las cumbres presidenciales o del Poder Ejecutivo de distintos países, incluido el nuestro, la presencia de mujeres todavía es minoritaria.
Te confieso que cuando se discutía el tema de los cupos me preguntaba qué sentido tenía, me parecía que las mujeres debían llegar por mérito propio. Pero sin esa Ley de Cupo, desde un criterio de discriminación positiva, prácticamente, hubiese sido imposible un avance de las mujeres en las listas.
–Eso es algo que no deja de ser curioso, porque nuestra historia política está marcada por mujeres. A diferencia de Estados Unidos, donde una mujer jamás logró ganar una elección, acá Cristina fue elegida dos veces como presidenta. ¿El tema del peso político de las mujeres está cambiando o es solo un espejismo?
–En la historia argentina hay presencia de mujeres que son icónicas. Evita y Cristina Kirchner son figuras que trascienden el peronismo y son parte de nuestra historia. En el mundo también hay mujeres poderosas, referentes políticas, pero son casos excepcionales. Esa excepcionalidad, por un lado, es como un faro, pero por otra parte es una demostración de que esto no está realmente democratizado.
Falta mucho, pero creo que el avance del movimiento feminista y de la representación de la mujer es imparable y que poco a poco esta situación se irá revirtiendo, pero no es sencillo, no es algo que se dé naturalmente.

–Pensaba el ejemplo bajado al periodismo: en un ámbito pequeño, como el de la crítica de cine, no hay una sola jefa de sección, es casi sorprendente pero algunos diarios no tienen ninguna mujer que escriba críticas porque el cine se considera “cosa de hombres”. No pasa solo acá.
–Eso ratifica lo que hablamos. Mirá, en el 86 gané una beca en Clarín, y ese había sido el primer año en que una mujer firmaba en “Política”. Hasta hoy, las conducciones siguen estando en manos de hombres. Es más, siguen siendo los mismos que hace 36 años (se ríe). Es una realidad en la mayoría de los medios.
Creo que recién en los últimos años hubo un pequeño movimiento. Lo ves también en la televisión: la conducción de los programas políticos está reservada a los hombres, muy pocas mujeres llegan a encabezar, y lo mismo pasó durante mucho tiempo con el periodismo económico, porque son los lugares de mayor concentración de poder en los medios. Y el poder sigue siendo masculino.
–¿La paridad laboral es posible?
–Muchos hombres todavía se sienten incómodos ante la presencia de las mujeres, pero, por otro lado, las mujeres registramos esa incomodidad por la presencia masculina masiva. Antes eso se naturalizaba, no te parecía raro, ahora nos preguntamos esas cosas.
Creo absolutamente en la paridad, me parece que de eso se trata. No creo que solo por el hecho de ser mujer seas mejor para ejercer determinadas profesiones, pero lo que es inadmisible es que por una cuestión de género no te consideren para determinados puestos.
–¿Cuánta espalda se necesita para dirigir un diario?
–Yo estoy en Página desde los números cero, cuando lo crearon Lanata y Ernesto Tiffenberg. Ernesto ha sido el corazón del diario, no me lo imaginaba sin él, por su capacidad intelectual, de laburo y de visión política.

Fue una gran sorpresa cuando me dijo que dejaba la dirección y había pensado en mí para ese puesto; reconozco que no me la vi venir jamás. Pero lo pensé y el diario es gran parte de mi vida, Página/12 me representa, y fue un desafío que encaramos junto con Victoria Ginzberg y Hugo Soriani. Nos autodenominamos “el triunviro” (se ríe), charlamos todo entre los tres y eso lo hace más llevadero.
–La transformación de los medios se aceleró y el rol de los periodistas también estuvo en discusión, ¿cómo viviste esos cambios?
–La pandemia cambió el trabajo de una manera brutal, pero logramos salir a flote. La redacción como la conocimos hasta marzo de 2020 ya no existe, y es muy fuerte: falta esa charla posterior a la cobertura, el comentario con los editores y los compañeros. Esa parte del contacto codo a codo que es fundamental, porque el periodista que no se conmueve con lo que hace no es periodista.
Uno de estos cambios radicales es que ya no se pueden guardar más las noticias, hoy la información circula y los públicos del papel, la web y las redes se retroalimentan. Nos seguimos sintiendo orgullosos de muchas cosas, nos enojamos con otras que podrían salir mejor, pero creo que el diario sigue diciendo ciertas cosas que pocos se atreven, y eso le da sentido a lo que hacemos.
–Se cumplieron ocho años de la primera marcha de Ni Una Menos, y el diario siempre tuvo una postura política muy clara al respecto, ¿hay una responsabilidad social con estos temas?
–En Página hay fundadoras de Ni Una Menos y la postura fue siempre bien clara: darle exposición a la lucha de las mujeres y las diversidades por la igualdad. El tema derechos humanos es un mojón que le da sentido a la línea editorial, no hablo solo de Memoria, Verdad y Justicia, sino de amplitud de derechos fundamentales.

–¿Qué pasa cuando algunas mujeres cuestionan esta postura? ¿Cómo se enfrentan comentarios que muchas veces son violentos?
–No entrando en provocaciones, hay que decir también que algunas mujeres hacen de la provocación su contenido, se alimentan de eso. Y es muy fácil caer en querer refutarlas. Yo no estoy de acuerdo con polemizar porque me parece que ciertos personajes viven de eso.
Para algunos discursos de odio, creo que lo mejor es la indiferencia, porque cuando estás frente a alguien que no tiene escrúpulos, como vos no estás dispuesta a lo mismo, te va a ganar con su impunidad.
–Hablemos de tapas, ¿cuál es la que elegirías y cuál la que nunca quisieras leer?
–¡Uf, hay muchas! La de Videla diciendo “Nuestro peor momento llegó con los Kirchner”; con esa frase, el representante del mayor genocidio de la historia argentina marca la diferencia entre dos modelos. También la histórica tapa blanca del indulto, y más cerca en el tiempo, la de “Caras duras” de 2021. Y algunas portadas hermosas con la lucha del 8M.

La tapa que no quiero sería una que anunciara el triunfo de la derecha en la Argentina. Y la que más deseo es una utopía: a mí me resulta inconcebible que la concentración de la riqueza haga que se naturalice el hecho de que casi la mitad de la población mundial esté sumida en la pobreza.
Un uno por ciento acapara la riqueza de la mitad del planeta, y eso es un fracaso de la condición humana. Hay que barajar y dar de nuevo, si no, vamos hacia un proceso de autodestrucción. Seguramente necesitaremos varias generaciones para que eso ocurra, no llegaremos a ver esa tapa.
–¿Por qué vale la pena seguir haciendo periodismo?
–Porque a pesar de todo, este oficio nos permite el acceso a situaciones, a protagonistas de la historia, con sus mejores y peores cosas, todo eso sigue siendo maravilloso. Poder hablar con las personas que le embellecen la vida a mucha gente o también poder mostrar a aquellos que encarnan lo horroroso es fundamental. Nuestro trabajo, ejercido con honestidad, permite orientar en un mar de información donde cualquiera puede sentirse perdido, y tener esa posibilidad sigue siendo maravilloso.
Fotos: Alejandro Calderone Caviglia
Producción general: Gimena Bugallo
Coordinación: Camila Mariani
Makeup: @fatipmakeup
Pelo: @brizuela.makeup
Filmmaker: Chanas Scigliotti