Supercharango: la usina de las buenas melodías
Aunque su fuerte es crear música para publicidades, series y películas, por sus estudios de grabación pasaron artistas como Sandro, Daniel Melero y Charly García. Así es la historia de Gianni Dusio, el fundador de la productora que hace veinte años lidera el mercado de la industria audiovisual con sus melodías y trata las canciones como una artesanía.
En el corazón de San Telmo, bajo el subsuelo de un edificio cualquiera, se esconde un pequeño mundo donde la música lo es todo. Podría ser Pepperland, la tierra de fantasía que inventaron los creadores de Yellow Submarine, la película de The Beatles, pero se trata de algo real: es el centro de operaciones de Supercharango, una usina que crea melodías para publicidades, películas y series. Eso de día, porque cuando baja el sol, se acercan los artistas a grabar sus discos.
Allí, cada canción es una artesanía trabajada al detalle, desde su composición hasta su grabación, sin importar su destino final. Para el equipo de esta productora, la música es un arte que merece cuidado y dedicación, más allá de que termine en el nuevo álbum de una banda, en una escena de acción o en el spot de alguna prestigiosa empresa de alimentos.
“Somos una boutique, no una fábrica de chorizos”, afirma con autoridad Gianni Dusio, uno de los directores y fundadores de Supercharango, en una de las salas de Madreselva, el otro estudio de grabación que tienen a unas cuadras de distancia, mientras suena un funk con mucho groove que realizaron para el comercial de un conocido banco. Es apenas un fragmento que otro hubiera armado con una computadora, pero ellos, exigentes al máximo, compusieron con instrumentos reales. Por algo, dice Dusio, son reconocidos como líderes en un mercado tan competitivo como es el de la industria audiovisual.

–¿Cómo nació este proyecto?
–Yo me dedico a la música desde chico, siempre toqué y tuve mis bandas. Con una, que se llamó Pura Sangre, tocamos en el circuito under de Buenos Aires un montón de tiempo. Hasta firmamos un contrato con BMG y nos produjo Mario Pergolini.
En paralelo, me puse a estudiar publicidad y entré a trabajar en una agencia, Graffiti. Ahí surgió la posibilidad de hacer una canción para Banco Nación. Yo le pedí a la agencia que me dejara componerla y lo que salió fue “Levanta, Pacha mía”. Tuvo un éxito bárbaro, no lo podía creer. Era un momento muy particular de la Argentina y yo quería que se levantara el país. Hubo mucho sentimiento para hacerla, no es que hicimos un jingle, y eso se nota. La canción se editó, vendió alrededor de treinta mil copias y fue disco de oro. PopArt la repartió en un montón de lugares y hoy muchos colegios izan la bandera con ella.
Así fue cómo confirmé que quería estar más conectado con la música, por eso renuncié a la agencia, me asocié con Fernando Buriasco, Anel Paz y Nicolás Díaz, que en ese momento era mi jefe, y fundamos Supercharango en abril de 2003 con un estudio muy chiquito en Caballito.
–¿Y cómo fueron esos primeros pasos en la industria?
–Al principio iba a una agencia de publicidad y preguntaba si me dejaban hacerles la música. Les decía: “Vos seguí contratando al mismo tipo que tenías antes, yo te hago una segunda opción. Si no te gusta, no me pagás nada, pero si la querés, me pagás lo mismo que al otro”. Así empezamos de a poquito a crecer. Hoy somos tres al mando, Fernando, Nicolás y yo.
–¿Cómo definen el trabajo que hacen?
–Nos especializamos en hacer música para cualquier tipo de contenido. Somos un equipo de alrededor de veinte productores y músicos que le ponemos mucho el ojo a que todo suene bien. Nuestro fuerte, el rubro por el que somos reconocidos, es la publicidad, pero también grabamos y componemos música para películas, series y documentales.
Hicimos la banda sonora de la segunda temporada de El presidente, producida por Gaumont y dirigida por Armando Bó, y de los especiales de Canal Encuentro La ruta de las especias y Sueños de independencia. También trabajamos en una película que se llama El dedo, que obtuvo un premio en la categoría Mejor Música Original en el Festival de Cine de Malasia.

–También reciben a muchos artistas que vienen a grabar su música.
–Nuestros estudios tienen un alto nivel discográfico, los armó Walters-Storyk, que es una compañía global que construyó estudios en todos lados. Hizo, por ejemplo, el de Jimi Hendrix y el de Fito Páez.
Todas las guitarras, los equipos y amplificadores que tenemos son de primera. Por eso vienen muchas bandas a grabar cuando terminamos la jornada laboral, y nosotros nos nutrimos de ellas.
–¿Qué diferencia hay entre componer un jingle y una canción pop?
–Para un proyecto musical, uno escribe en función de lo que le gusta y de lo que le sale tocar. No lo hacés para la gente, sino para vos mismo, aunque si les gusta a los demás está bárbaro. Componer es un ejercicio, yo lo hago desde que tengo 13 años y además estudié música.
Para una marca, en cambio, hay que ver cuál es el objetivo de la campaña publicitaria, si la música es protagonista y tiene que tener una idea que complemente el concepto de la campaña o si simplemente acompaña los momentos. Ahí estás componiendo en función de algo audiovisual donde también se juega el arte, la calidad, las ideas, un montón de aspectos que te diferencian de los demás.
El concepto del jingle clásico de AM es viejo, pero si una marca lo pide, se hace. Hay que tener talento para hacerlo, pero su secreto está en la repetición. Si escuchás un tema cuarenta y cinco millones de veces te va a parecer una cosa de locos. Las grandes marcas hoy lo que quieren no es un jingle sino una buena canción.

–¿Todos los instrumentos los graban ustedes?
–Por supuesto. Si el tipo de producción lo requiere, como es hacer un trap o algo más moderno, tenemos librerías de instrumentos y sonidos que combinamos para fabricar beats y bases electrónicas con la computadora. Pero, en general, grabamos todos los instrumentos nosotros. También tenemos un arreglador de cuerdas y cuando necesitamos voces, algún instrumento especial o una orquesta, los contratamos.
–¿Y cómo encaran la composición de música para series y películas?
–El proceso de composición y grabación es parecido al de una buena publicidad, se trabaja en función de lo que pide el director. La música le pone color a lo que está pasando, y si vos se lo cambiás, la escena es diferente. Es una parte muy relevante de la obra, por eso requiere de creatividad y de mucho trabajo en equipo.
–¿Cómo es la experiencia de grabar un álbum en Supercharango?
–Cualquier artista puede grabar acá con el equipo que tenemos. Sandro hizo sus últimos trabajos en nuestros estudios; Daniel Melero grabó un álbum donde colaboró Gustavo Cerati, y Charly García estuvo acá cuando participó de una canción de Turf.
Para nosotros, la parte discográfica no es un negocio, sino una manera de devolverle al arte lo que ganamos haciendo música para la industria audiovisual y publicitaria. Tenemos un acuerdo con PopArt para que vengan a grabar gratis las bandas nuevas del sello Géiser.

Por acá pasaron Ibiza Pareo, Juan Ingaramo e Indios, entre otros. Además, nosotros tenemos nuestros propios proyectos musicales y ensayamos y grabamos nuestro material en Supercharango. Nunca abandonamos la grabación de discos, y creo que ese perfil es el que sedujo a las agencias que optaron por volcar en la publicidad nuestro trabajo como músicos.
–¿Creés que por eso ganaron tantos premios?
–Está bueno mostrar algunos logros afuera para poder llevar la producción argentina al exterior, pero nosotros no los buscamos, sino que son el producto de nuestro trabajo. Ganamos Cannes Lions, New York Festival y Jerry Goldenberg, que te vota la misma industria, muchas veces compitiendo con productoras de los Estados Unidos, Australia y el Reino Unido, que tienen unos estudios tremendos.
Este oficio requiere ser músico y productor, saber de ingeniería de sonido, pero también de cine y publicidad. En definitiva, lo más lindo es cuando te sentás a componer, a tocar y a grabar. Es decir, a crear música con la mejor calidad posible, sin importar cuál sea su uso. A la música hay que cuidarla. Cuando uno tiene la suerte de vivir de ella, hay que trabajarla bien.
Fotos: Alejandro Calderone Caviglia