La inclusión en bicicleta: perdió sus piernas en un accidente y creó su propia bici para seguir pedaleando con sus brazos
¿Puede una tragedia convertirse en algo positivo, en un motor de vida y de búsqueda del bienestar? No siempre, claro está. A veces, sin embargo, puede que sí. Fabián Pelleriti es testigo de ello. A los 19 años, lo atropelló un tren en la estación del partido de Morón. Le amputaron las dos piernas, arriba de la rodilla.
Entonces comenzó una doble lucha: sobrevivir, primero, para luego sentirse mejor consigo mismo. Así llegó a crear una bici impulsada por sus brazos, un tipo de ciclismo que practica hace ya 18 años y que lo depositó en el mundo del emprendedorismo de la mano de Rodamax, la empresa con la que busca difundir sus prototipos de bicicletas inclusivas.
La vida de un curioso
“Siempre fui curioso”, avisa Fabián. De su paso por un secundario con orientación industrial, extrajo la afición por “todo lo que era mecánico y radiocontrolado”. Hizo aeromodelismo, incursionó en la luthería. Construyó aviones a control remoto y violines. “Me gustaba hacer con las manos”, recuerda. La vida lo llevó hacia rubro comercial, donde hizo base en la joyería, también con un emprendimiento propio.
“Rodamax empieza a surgir por mi propia necesidad. Yo no quería solamente hacer prensa con la espalda hacia adelante, sino que quería hacer un movimiento más largo con todo el tronco. Hacer fuerza con lo que me queda de las piernas, tenerlas apoyadas bien y de esa forma fortalecerlas. Entonces comencé a diseñar bicicletas porque yo las necesitaba, no había en el país”, señala.
Hace dos años, decidió meterse un poco más en el mundo de los emprendedores, como para saber realmente cuáles eran las potencialidades de su proyecto. Durante unos concursos del Gobierno de la Ciudad, “Vos lo hacés”, conoció a Francisco Santolo, CEO y fundador de la Academia Scalabl, quien le recomendó que tomara algunas clases.
Lo primero que descubrió Fabián fue que el negocio de la joyería ya no lo seducía. “Me sedujo en el momento que venía bien, que criaba tres hijos, que pagaba todos mis gastos, pero invertía todo mi tiempo en algo que no me apasionaba”, reflexiona. Y sentencia: “Yo ahora invierto todo mi tiempo en algo que me apasiona y el día se me pasa volando. Es ir de laburar de lo que podés a lo que vos querés”.
En Scalabl aprendió el método, algo que, reconoce, carecía por completo. También identificó cuál era su verdadero aporte con Rodamax: “Yo estoy sentado en una silla de ruedas y si no tengo la ayuda técnica no me puedo mover. Esto (la bicicleta adaptada) termina siendo una ayuda técnica que favorece a la gente porque la sensación de caminar, de salir a rodar, es algo que te devuelve la libertad. Es algo que le hace mucho bien”.
El boca a boca
La difusión comenzó simplemente porque la gente lo veía en la calle, usando la bici. También por las carreras. Fabián hizo un curso de diseño 3D y creó sus propios prototipos adaptados. “Tengo un taller que es bien de emprendedor, en un garage, me siento Steve Jobs”, comenta, entre risas. Desde ahí salen los modelos de Rodamax, matizados siempre por el ojo de la experiencia de Fabián y los conocimientos que fue adquiriendo en la búsqueda de su propio bienestar: nuevas geometrías que nacieron de experimentar con las medidas y las vivencias. “¿No sé si viste alguna vez una nena que estaba feliz de andar en bicicleta? De ahí tengo el testimonio de la gente y su necesidad”, dice.
Rodamax también tiene sus cuentas en Facebook e Instagram en la que se difunden sus prototipos, además de los beneficios de practicar deporte, a pesar de las dificultades. “Mi sueño –cierra Fabián- es que haya cada vez más gente que pueda usar la bici y mejore su condición; son elementos que te devuelven la forma de moverte, te podés transportar con esto, te podés rehabilitar”.