Roger Waters: la historia del último idealista del rock

El ex cerebro de Pink Floyd llega a la Argentina con su gira despedida donde repasa lo mejor de su antigua banda y de su carrera solista. Como en cada presentación, se espera un espectáculo cargado de mensajes políticos y una puesta en escena de otro planeta.

“Si sos de los que dicen ‘amo a Pink Floyd, pero no soporto las ideas políticas de Roger’, harás bien en irte al carajo al bar ahora mismo”. Con esta contundente advertencia Roger Waters avisa a quienes vayan a verlo a los conciertos de su gira actual que se preparen para un show de alto voltaje político, como serán los que dará el 21 y el 22 de noviembre en el estadio de River.

Él es un artista que siempre ha expresado abiertamente sus ideas y con el tiempo ha logrado adaptar el repertorio de Pink Floyd a los mensajes que quería transmitir sobre el escenario. Ahora que ha decidido despedirse con el tour This Is Not a Drill, sale a decir todo lo que piensa sin filtros, pero acompañado de las mejores canciones de su carrera solista y, por supuesto, de su antigua banda.

A Waters los conflictos bélicos lo tocaron de cerca y eso tuvo consecuencias que lo marcaron de por vida: su padre murió en combate en la Segunda Guerra Mundial cuando él tenía cinco meses, mientras que su abuelo cayó en la Primera. Sus progenitores eran pacifistas, comunistas y antifascistas y él quedó signado por esos pensamientos. En su adolescencia, presidió la Campaña Anual para el Desarme Nuclear en su escuela, por lo que siempre en mayor o menor medida militó por lo que creía correcto. “En cuanto a política, mi plataforma es muy pequeña”, dijo a Rolling Stone, “se trata únicamente de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de París en 1948”.

La piedra basal

En la primera etapa de Pink Floyd, la música no reflejaba sus creencias, o al menos no eran tan evidentes. Syd Barrett, su líder, llevó al grupo hacia el rock psicodélico, que constituyó la banda sonora perfecta del Swinging London, la revolución cultural que vivió la juventud inglesa a fines de los 60.

Cuando Barrett fue despedido –el consumo de drogas le provocaron un colapso mental–, Waters empezó a tomar de a poco las riendas de la composición. Los álbumes de Pink Floyd de ese período de transición los muestran un tanto perdidos, tratando de encontrar su identidad, más allá de la alta calidad de la música, en especial en discos como Atom Heart Mother y Meddle. Este último marcó un punto de inflexión con la suite de 23 minutos “Echoes”, que anticipó el sonido grandilocuente que vendría en los siguientes trabajos.

Dark Side of The Moon mostraba una de las primeras obsesiones del músico: la alienación y la locura de la sociedad moderna frente a un mundo dominado por la tecnología, el dinero y las inseguridades. El LP fue un inesperado éxito comercial y catapultó a Pink Floyd al superestrellato, un lugar de privilegio en el que nunca se sintieron muy cómodos, en especial el bajista, que empezó a tener una relación cada vez más hostil con el público.

Su padre murió en combate en la Segunda Guerra Mundial cuando él tenía cinco meses, mientras que su abuelo cayó en la Primera. Sus progenitores eran pacifistas, comunistas y antifascistas y él quedó signado por esos pensamientos.

Tras Wish You Were Here, un álbum dedicado a Syd Barrett, Waters compuso Animals, inspirado en Rebelión en la granja, de George Orwell, donde expresó abiertamente sus ideas de izquierda al representar a los cerdos como la oligarquía, a los perros como empresarios depredadores y a las ovejas como el proletariado.

Fue durante la gira presentación de ese disco que nació el concepto de The Wall: tras escupir a un fan que le pedía canciones a los gritos desde el campo en medio de un concierto donde el público no paraba de murmurar, empezó a pensar en la idea de construir un muro que separara a la banda de la audiencia.

El concepto del LP doble, que fue llevado al cine por Alan Parker en 1982, cuenta la historia de Floyd, que al igual que Waters también perdió a su padre en la guerra, una estrella de rock a quien los golpes que le dio la vida –los miedos de su madre, un sistema educativo estricto y cruel, el engaño de su mujer–, lo llevaron a construir una pared en su mente, abstraerse del mundo y convertirse en una especie de dictador. En ese sentido, The Wall explora varias de las temáticas que siempre rondaron en su cabeza.

The final cut

Para ese momento, la tensión con los demás miembros de la banda era evidente, principalmente porque Waters había tomado casi todo el control creativo de Pink Floyd y no permitía a los demás intervenir.

Tras Wish You Were Here, un álbum dedicado a Syd Barrett, Waters compuso Animals, inspirado en Rebelión en la granja, de George Orwell, donde expresó abiertamente sus ideas de izquierda al representar a los cerdos como la oligarquía, a los perros como empresarios depredadores y a las ovejas como el proletariado.

La siguiente placa es prácticamente un proyecto solista con la intervención del resto de la banda. The Final Cut, realizado en memoria de su padre Eric Fletcher Waters, es un manifiesto antibélico inspirado en la Guerra de Malvinas, que se estaba desarrollando al momento de la grabación del disco. De hecho, Leopoldo Galtieri es mencionado en una canción, “Get Your Filthy Hands Off My Desert”. Faltaban 20 años para que visitara la Argentina por primera vez, pero con este álbum estableció su primera conexión.

Tras abandonar Pink Floyd, intentó un camino propio sin impedir que sus ex compañeros siguieran utilizando el nombre de la banda y mientras ellos siguieron llenando estadios, a él como solista le costó más despegar. Sus discos generaron poco interés, a excepción de Amused To Death (1992), pero representaban mejor sus ideas.

Tiempo después se alejaría de los escenarios por más de una década, pero antes marcó un hito en la historia del rock con uno de los conciertos más grandes de la historia. En 1990, a unos meses de la caída del Muro de Berlín, recreó el espectáculo de The Wall que había hecho con Pink Floyd en los 80 en un espacio que era “tierra de nadie” en la capital alemana. Levantó la pared y tocó el álbum en su totalidad con músicos invitados de Occidente y Oriente en un gesto de unión del que participaron estrellas como Joni Mitchell, Van Morrison, Scorpions, Bryan Adams, Cindy Lauper y Sinead O'Connor.

No llores por mí, Argentina

En 1999 Roger volvió a encarar una gira mundial, In The Flesh, donde repasó lo mejor de Pink Floyd y de su carrera solista. En el marco de ese tour llegó a la Argentina por primera vez, en 2002 y se presentó ante un estadio de Vélez colmado. El músico se encontró con una sociedad rota, atravesando una de sus peores crisis y enojado con su clase política y él, que fue uno de los pocos artistas internacionales que visitaron el país ese año, le dio a los fanáticos la posibilidad de escuchar los clásicos de una de las bandas insignia del rock en vivo.

The Final Cut, realizado en memoria de su padre Eric Fletcher Waters, es un manifiesto antibélico inspirado en la Guerra de Malvinas, que se estaba desarrollando al momento de la grabación del disco.

Su siguiente visita fue en 2007, donde recorrió el mundo tocando entero Dark Side of The Moon. Fueron dos conciertos memorables en River, con un sonido envolvente que nunca se había escuchado acá. Cinco años más tarde, llegó el récord: Waters volvió a llevar el espectáculo de The Wall a todo el mundo y en la Argentina se generó un furor inédito que derivó en nueve shows agotados en el Monumental (Coldplay recién lo superaría diez años después).

Durante su estadía, grabó un videoclip en la Villa 31 y entabló un vínculo con la organización cultural La Poderosa. Para ese momento, el famoso cerdo volador que suelta en los shows tenía escrito el interrogante “¿Dónde está Julio López?”. También empezó a colaborar con una causa muy noble, que fue la de identificar a los soldados argentinos caídos en Malvinas.

Como activista de los Derechos Humanos, hizo gestiones con el Gobierno británico, la Cruz Roja Internacional y la Asamblea Legislativa de las islas y gracias a él en 2017 se logró poner nombre y apellido a quienes hasta entonces se identificaba como Soldados argentinos solo conocidos por Dios.

Al año siguiente volvió al país para dar dos shows en el Estadio Único de La Plata y pudo conocer a las madres de los conscriptos, a quienes les dedicó “Mother”, uno de los clásicos de The Wall. También invitó a León Gieco a cantar “La Memoria” y mostró que sabía lo que sucedía en la Argentina al pedir justicia por Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.

En 2012 Waters volvió a llevar el espectáculo de The Wall a todo el mundo y en la Argentina se generó un furor inédito que derivó en nueve shows agotados en el Monumental (Coldplay recién lo superaría diez años después).

Los shows de noviembre en Sudamérica serían los últimos de la gira y, en teoría, de la carrera de Roger Waters, que decidió transmitir un mensaje que, como él mismo explicó, es “parte de un movimiento global de personas que se preocupan por los demás para lograr el cambio necesario". Así, las canciones de Pink Floyd, que son las que predominan en el show, cobran otro sentido. En un mundo convulsionado por la guerra, voces comprometidas son siempre valiosas, más aún en el marco de un show de primer nivel.

Fotografía de tapa: Kate Izor

Fotos: gentileza prensa y Sony Music

Agradecimientos: Cooking Vinyl

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