"El amor después del amor": 5 grandes momentos de la biopic de Fito Páez en Netflix

La miniserie va desde los comienzos del artista rosarino hasta la salida del disco que lo catapultó al estrellato absoluto. Aquí, un repaso por algunas de sus escenas más significativas e impactantes.

Un piano para la eternidad (Episodio 1, “Cuando yo me vaya de aquí”)

Rodolfo (Martín “Campi” Campilongo) y Fito (Iván Hochman, que interpreta al artista en la adolescencia y adultez) llegan a la casa de la familia a bordo del Rambler que maneja el padre del futuro músico. Antes de que Fito meta la llave en la puerta, Rodolfo le pide que saque del baúl del auto una caja con expedientes.

Para sorpresa del todavía adolescente, allí está, envuelto con un enorme moño, el piano eléctrico que miraba embelesado cada sábado en la tienda de música de Rosario que visitaban juntos. “¡Viejo, sos lo más grande del universo, del sistema solar!”, lo abraza Fito. Es el permiso definitivo de un padre resistente al destino musical de su hijo, pero que entiende la imposibilidad de que un talento como el suyo no salga, tarde o temprano, a la luz.

Nací en el 63 (Episodio 3, "Canción sobre canción")

Fito graba “Del 63”, su primer disco. Se enfrenta a un enorme desafío: componer, producir, arreglar y buscar un sonido propio. La vara autoimpuesta es alta: viene de trabajar con Charly García, que además está presente en el estudio, como una sombra insoslayable. Las canciones son brillantes y Fito pone su ya temprana búsqueda de perfección en marcha para encontrarles el mejor ropaje. Pero hay puntualmente dos que lo obsesionan: “Cuervos en casa” y “Tres agujas”. Y ahí entra en escena el Charly que compone brillantemente Andy Chango.

Primero, para indicar que el hi-hat que a Páez y su entorno les parece brillante en el arreglo de batería en “Cuervos…” simplemente está de más. “Matá el hi-hat. Marito”, le ordena con suficiencia al ingeniero de sonido Mario Breuer. Tiene razón, claro, y Fito lo acepta, con admiración y respeto.

En el segundo momento, correspondiente a la brillante “Tres agujas”, se cambian los roles. Fito no está convencido de la parte del bajo y prueba cosas diferentes hasta que da en la tecla. Ahora es Charly el que escucha admirado el trabajo de aquel flaquito al que vio actuar con Baglietto y reclutó para su banda. Primero, una reverencia, después, el abrazo: el alumno aprendió la lección del maestro.

Primer Luna Park (Episodio 4, "Un cielo y un estado de coma")

1985 es un año extraordinario en la carrera de Fito. “Giros”, su segundo álbum, revela un artista completo, capaz de reunir en un disco todas las influencias musicales que arrastra desde la infancia: de los aires tangueros del tema que da nombre al disco hasta una baguala (“D. L. G”), pasando por una chacarera mid-tempo (“Yo vengo a ofrecer mi corazón”) y una irresistible balada pop (“11 y 6”).
A los 22 años, Páez ya tiene un rumbo artístico definido y puede decirse que es una de los grandes nombres del rock posdictadura.

Son tiempos de consagración pero también de zozobra familiar: la salud de su padre se resquebraja. Mientras tanto, le llega la primera gran oportunidad de su vida: tocar en el Luna Park. La conquista de aquella Buenos Aires tan lejana en su adolescencia (esa ciudad a la que Rodolfo tanto le temía) está a la vuelta de la esquina. Y un Luna lleno lo confirma.

Antes de que Fito salga escena y arranque el show con “Giros” frente un estadio enfervorizado, pide cospeles y llama a su casa en Rosario desde un teléfono público que está detrás del escenario. Nadie contesta. Una vez terminado el show, la sensación es agridulce: acaba de vivir una noche de gloria pero no sabe a ciencia cierta el estado de salud de su padre. La vida empieza a mostrarle luces y sombras, y estas últimas dominarán el final del episodio.

Fito y Luis (Episodio 5, "Parte del aire")

- ¿Vos sos vos?
- ¿Y vos, sos vos?

Fito camina por la calle Florida embargado por la tristeza, casi como en trance (es un capítulo donde se repasa la enfermedad y muerte de su madre). Lo saca de ese letargo Luis Alberto Spinetta (Julián Kartún), a quien no conocía en persona. Se produce el diálogo que abre este texto y la conexión es inmediata. “Un honor inmenso”, se sincera Páez.

El Flaco lo lleva a su casa, donde la dinámica familiar es la de cualquier hogar con matrimonio y tres hijos. Los bochincheros Dante, Catarina y Valentino conocen al “tío Fito” y le hacen dibujos. Pero Luis quiere saber más y le pregunta a Fito cómo es su familia. En un rapto de espontaneidad, le pide que esa misma noche salgan para Rosario: quiere conocer a Belia y Pepa, las “abuelas” de su nuevo amigo.

A la mañana siguiente, después de que las mujeres le revelan sus secretos para preparar ñoquis al autor de “Muchacha ojos de papel”, los músicos se acercan al piano donde Fito dio sus primeros pasos en la música, el que dejó su madre en herencia. Spinetta le pide que toque algo y Páez se niega. “¿Le vas a negar un tema a Luis?”, lo ablanda. Y Fito arranca con “Dejaste ver tu corazón”, temazo de “La La La”, el disco que harán juntos y saldrá a fines de 1986.

Te vi (Episodios 7 y 8, "Las sombras que aquí estuvieron" / "El amor después del amor")

Después de su noviazgo con Fabi Cantilo (gran papel de Micaela Riera), Fito lanza “Tercer mundo”, el álbum que de algún modo presagia el suceso que llegará con el disco siguiente. Son tiempos de excesos y búsqueda. “¿Ese es Fito Páez?” le pregunta una tal Cecilia a un amigo del músico, en medio de un lugar caótico desde cuyo escenario mínimo devuelven una genial performance Batato Barea, Humberto Tortonese y Alejandro Urdapilleta.

Tiempo después, en una fiesta, Fito y aquella Cecilia, que no es otra que Roth (Daryna Butryk), se conocen formalmente. Ambos saben de sus respectivos trabajos: el músico imita el cinematográfico acento castizo de la actriz y ella le dice que le gusta su música. “¿Llega a España?”, se asombra Fito. “A mí me llega”, contesta la Roth, antes de despedirse.

El segundo encuentro será el que sellará un destino conjunto. Es en Punta del Este, en 1991. Fito ya está con la cabeza en “El amor después del amor”. Rechazará incluso una gira por importantes países: el norte es ese disco que, presagia, “será una bomba”. Tras reencontrase con su manager, del que se había distanciado, concurre a una fiesta lujosa. Y allí está Cecilia. "No sé si eras un ángel o un rubí", escribirá Fito poco más tarde. Comienza otra historia.

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