Carla Quevedo: "Cuando escribo, puedo tomar la palabra y hablar de las cosas que me interesan"
“Yo siempre digo: ‘de profesión, actriz, y también escribo’. No me atrevo a etiquetarme como escritora porque me parece un montón. Pero mi vinculo con la escritura nace a partir de mi vínculo con la lectura: leo muchísimo y me relaciono con los libros desde que aprendí a leer”. Carla Quevedo tiene todo el derecho a no querer considerarse (por ahora) escritora, pero también razones obvias para empezar a creérselo.
Esas razones sobran, aunque sean dos: su primera novela, “Cómo me enamoré de Nicolas Cage”, y la reedición de su libro de poemas (y ópera prima) “Me peleé a gritos con el mánager del spa”, ambos editados en el transcurso de un año (de febrero a febrero) por Penguin Random House.
La dupla de libros demuestra que Carla es bastante más que una muy buena actriz con paso por Hollywood y participación en grandes producciones de cine y televisión local (“El secreto de sus ojos”, “El maestro”, “Monzón”, “Iosi, el espía arrepentido”; en Estados Unidos la excelente “Show Me A Hero”): tanto la novela como el poemario revelan una autora notable, capaz de abordar con gracia, profundidad y prosa ágil una historia semi biográfica, como de encontrar una voz poética que refleja los vaivenes de una vida sostenida entre dos (o más) mundos y dos idiomas distintos.

POEMAS DE OTRA
Aparecido a principios de febrero, “Me peleé a gritos con el mánager del spa” se escribió (reza la contratapa) entre Buenos Aires, Nueva York, Montevideo y Los Angeles. Y sus poemas parecen el rito de pasaje entre esos lugares donde Carla recaló buscando futuro y la manera de ser y permanecer bajo otros cielos y otros códigos.
De ahí que en el libro convivan los poemas que escribió en inglés, la lengua que habló durante una década (traducidos por ella misma al castellano) y los escritos en su propio idioma. El resultado es un grupo de poemas vivos, descarnados (“Yo sigo enferma de escuchar/lo que no me nombra”), con el yo y sus circunstancias muy presente pero también con una mirada sobre los otros (y sobre las cosas) lúcida y sin reservas.
Carla, que no por dedicarse a la escritura descuida su gran talento actoral (“En abril se estrena la segunda temporada de ‘Iosi’, y más adelante, también este año, una serie de Gabriel Medina muy divertida que se llama ‘Los mufas’”, informa) ni su participación en la sociedad propietaria de C.A.N.C.H.A, la pizzería cool y al paso de la esquima de Thames y Loyola, charló con El Planeta Urbano sobre el libro y su otro oficio: el de escribir.

- ¿Por qué decidiste en su momento publicar este libro con las versiones originales en inglés?
- Antes tenemos que explicarle a la gente, porque si leen que una chica que no solo es muy argentina sino también muy porteña escribe en inglés, está bien que me hagan la cruz (risas). Yo viví una década en los Estados Unidos, por lo cual el inglés era parte de mí; en un momento hasta soñaba en inglés, lo cual te da la pauta de que te has convertido en una persona absolutamente bilingüe.
Y la verdad que yo no me di cuenta de que escribía en inglés hasta que me convocó la editorial para publicar mi primer libro de poemas. Empecé a recolectar mis escritos y me di cuenta de que más de la mitad estaban en ese idioma, lo cual para mi también fue una sorpresa.
Después vino todo un análisis —por ahí con el diario del lunes— de por qué escribía en inglés. Y creo que tiene que ver con que en mi libro el idioma es un personaje más, que a mi me permitió ocultarme y explorar otras cosas. Yo me doy cuenta de que el inglés me ayudó a soltar la mano, a expresar cosas que por ahí, en español, al estar demasiado “cerca de casa” no me animaba a decirlas.
- ¿Creés que también te dio una voz poética más suelta?
- Yo creo que mi voz indefectiblemente es en español, pero el inglés me hizo pasarla por un tamiz que también le da una plasticidad al lenguaje. Pienso que si me hubiera largado a escribir directamente en español el resultado hubiera sido distinto. Mi voz es el resultado de ese pasaje. Es un poco como mi vida: pasé poco menos de la mitad de ella viviendo en Estados Unidos, con lo cual mi ser es resultado de esa mezcla, y mi escritura se ve afectada por ese pasaje de idiomas.

VIDA DE ESCRITORA
Carla cuenta que a los 6 años se robó un libro de la biblioteca de la escuela (“’El Mago de Oz’, me gustaba tanto que quería tenerlo en mi casa”) porque en los libros encontró un refugio, la posibilidad de vivir otras vidas y espiar otras historias distintas a las que estaban sucediendo en su casa y su circulo.
Así fue que empezó a escribir muy tempranamente. “Y casi sin quererlo” —reflexiona— “Ya en mi diario íntimo, a los los 7 años, cuento la historia de un noviazgo con un chico rubio y de ojos celestes que se llama Andrés. Es gracioso porque él no existió nunca, y yo hablo de mi novio durante páginas y páginas. Luego, de adolescente, empecé a escribir poesía. La narrativa vino después”.
- Y ahora sigue
- Cada vez más. Obviamente que yo trabajo de actriz y estoy muy contenta con la carrera que he ido formando, pero la verdad es que me doy cuenta de que en la escritura encuentro algo que es mucho más propio y que es mi voz. Cuando actúo, no soy más que una herramienta que cuenta las historias de otros; pero cuando escribo puedo tomar la palabra y hablar de las cosas que me interesan.
- ¿Y cómo encarás el oficio? ¿Tenés un método?
- Para mí, la escritura es súper caótica. De hecho escribo mucho andando, saco a pasear al perro y hay algo de estar en movimiento que me hace dictarle cosas en al teléfono, por ejemplo. Y también poco a poco fui aprendiendo el oficio de escribir.
Hay un momento donde se me arma la trama, casi siempre estando en movimiento, con más soltura; pero después viene el trabajo. Porque a veces se piensa que es todo muy bonito, pero la verdad es que son horas y horas de sentarse frente a la computadora a trabajar en el texto, y con eso sí soy bastante metódica y obsesiva (como con todo lo que hago): me pongo horarios de trabajo como si fuera un turno laboral.
- ¿Completás tu formación yendo a talleres?
- Siempre. Me parece muy importante, sobre todo porque una se nutre mucho de sus contemporáneos y de ver qué están escribiendo los otros; además, los textos siempre se enriquecen con la lectura de los demás. Este año voy a hacer el taller de narrativa Rafael Otegui (N de la R: el poeta y periodista que presentó el libro de Carla hace unos días en el Centro Cultural Recoleta); también asisto a un taller de poesía de Flor Monfort y Noe Vera. Siempre estoy en movimiento.

DEL ORIGEN AL FUTURO
- Esta en realidad es una reedición de “Me peleé a los gritos con el mánager del spa”. ¿Cómo te fue con la primera, editada en 2019?
- Fue un suceso medio inesperado para mí porque lo publiqué con Trópico, una editorial muy chiquita. Salimos con una tirada de 500 libros, que es chica para la industria editorial pero enorme para la poesía, y se agotó. Hicimos dos tiradas más y también se agotaron. Después llegó la pandemia, los chicos de Trópico se fueron a vivir al sur y yo comprendí que hasta ahí estaba bien. En general, los escritores quieren prender fuego su primer libro, como que es un desahogo enorme y después con el tiempo decís: “Está bien, fue lo que fue”, pero no querés que lo sigan imprimiendo (risas).
Y lo que sucedió fue que el año pasado edité mi primera novela, “Como me enamore de Nicolas Cage”, por Penguin Random House, y como la novela se descontroló, fue también un suceso inesperado y funcionó muy bien en el boca a boca (de hecho hace unos días me avisaron que está al salir una sexta edición), empezó a surgir la demanda por este primer libro, y ahí fue que Penguin me propuso reeditarlo.
- Suponemos que ahora están detrás de cualquier cosa que hayas escrito (risas)
- Ahora me tienen encerrada en un sótano escribiendo, me soltaron la correa por un ratito (se ríe). Sí, estoy trabajando en una próxima novela, que no sé cuándo saldrá ya que yo me tomo mis tiempos. La historia dirá cuánto necesita para madurar y para convertirse en novela. Por ahora no es más que páginas. Y no hay nada inédito: tengo cosas escritas por todos lados y siempre estoy escribiendo, pero una cosa es la escritura y otra cosas son los libros, ¿no?
Fotos: gentileza Penguin Random House