Tucumán y sus perlas de verano: conocé lo que ofrecen Tafí y los Valles Calchaquíes
Las alturas precordilleranas y las llanuras del sur; las sierras orientales; la imponencia de la Yunga. Todos los ambientes de Tucumán guardan un tesoro de agua y frescura para el alivio de los visitantes en verano. Pero existen sitios que ya son un clásico para quienes buscan en esta provincia las tardes y noches frescas en los meses más calurosos del año, con la maravilla de sus embalses, ríos y cascadas, que ofrecen un encantador remanso
La geografía de Tucumán, tierra de contrastes, es reducida. Un dato favorecedor, ya que en pocos minutos, en cortos tramos de ruta, se puede divisar desde la magia selvática de la Yunga hasta la aridez majestuosa de los Valles Calchaquíes; desde la fertilidad de sus planicies hasta la imponencia de sus altitudes en el Aconquija.

EN LA SENDA DEL TAFÍ
Cualquier visita a esta provincia del NOA no puede dejar de tocar uno de sus puntos turísticos más pintorescos y visitados, Tafí del Valle. Ascendiendo por la serpenteante ruta provincial 307 hacia el noroeste, y tras sortear las sierras centrales de la provincia, se llega al valle del Tafí, demarcado en su otro extremo por las Sierras Calchaquíes. Esta planicie más árida que deja atrás la exuberancia de la Yunga y nos sumerge en la imponencia de las sierras y bolsones, también nos sorprende con el refrescante milagro del agua.
A unos 15 kilómetros de Tafí del Valle se encuentra la maravillosa cascada de Los Alisos (60 metros de caída que derrama las aguas del río Los Alisos), a la que se accede luego de una travesía en vehículo al principio, y por senderos de a pie al final, reservado preferentemente para quienes estén dispuestos a una larga caminata de 3 horas por el maravilloso paisaje calchaquí. Aquellos que busquen sumar (todavía) más emociones, pueden practicar rappel o canyoning, por supuesto bajo la guía de los prestadores especialistas en la materia.

¿Más agua? Claro, la del dique La Angostura, un impresionante espejo que abre la puerta de los Valles Calchaquíes a quienes ingresan desde el sudeste por la ruta provincial 307. El lago forma parte de una reserva natural de 1.400 hectáreas, en cuyo extremo sur se encuentra la villa veraniega de El Mollar y al norte Tafí del Valle. Un reservorio acuático artificial que forma parte del sistema hídrico subterráneo de la Yunga y Chaqueño, por lo cual recibe una corriente migratoria de aves andinas que atraviesa Perú, Bolivia y Argentina. Deportes náuticos y pesca deportiva le agregan aún más encanto.
Otra cascada impactante en esta zona es la cascada El Remate. Ojo; sus aguas son frías, meterse es para valientes, incluso en verano. Está ubicada a menos de 10 kilómetros al sur de Amaicha del Valle y se llega un camino de tierra apto para autos, motos o bicicletas. Es un profundo cañón de piedra, donde casi no entran los rayos del sol, con saltos de agua cristalina y un maravilloso juego de sonidos que provocan el cauce y las caídas de agua al chocar con las paredes rocosas del río de Amaicha.
La reserva natural Los Sosa marca el final de esta parte del recorrido. Está ubicada en plena cuesta de acceso desde el centro de la provincia hacia los valles Calchaquíes, sobre la ruta provincial 307. Sus casi 900 hectáreas de superficie son atravesadas por el río Los Sosa, conformando un ecosistema donde habitan cientos de especies de aves, mamíferos y anfibios.

VALLES CALCHAQUÍES: HISTORIA ANCESTRAL
El tramo de la ruta nacional 40 que pisa Tucumán (solo 41 de sus más de 5 mil kilómetros) contiene la mayor concentración de sitios arqueológicos, emprendimientos productivos y parte de la Ruta del Vino, donde está la única bodega administrada por un pueblo comunitario: Los Amaicha. La cultura, la naturaleza y la aventura son las propuestas que ofrece un recorrido en verano por los Valles Calchaquíes.
La localidad de Amaicha del Valle es la que abre la puerta hacia la llamada “ruta escénica”. Se llega por la ruta 307, y el recorrido requiere atención ante la dificultad del camino de cornisa, que es adornado por la belleza de sus vistas. Son unos 50 kilómetros donde, a mitad del tramo, aparece un maravilloso mirador: el abra del Infiernillo (3.042 msnm). Luego se desciende por la cuesta de Los Cardones, donde cientos de cactus gigantes que parecen bajar del cerro en procesión acompañan hasta llegar al pueblo.

Cuando se ingresa por sus calles, en las antiguas casas se pueden apreciar los dinteles de madera de cardón sobre las puertas, y al llegar a la plaza hay un cartel que anuncia: 365 días de sol. Si bien en esta localidad se celebra el día de La Pachamama el primer día de agosto, también en cada mes de febrero se realiza el Festival a la Madre Tierra. Es en este festejo, en época de carnaval, cuando el pueblo se tiñe de color y costumbres ancestrales.
QUILMES, SAGRADA Y MAJESTUOSA
Menos de media hora separa Amaicha del sitio arqueológico de Quilmes, al pie del cerro Altos del Rey. Se llega por ruta provincial 307 en combinación con la 40. Luego, son 5 kilómetros de camino de ripio los que se cubren para llegar al Centro de Interpretación de la Ciudad Sagrada de Quilmes. Inaugurado hace 4 años, el espacio contiene cinco salas imperdibles.
Entre ellas, un auditorio con pantalla gigante donde se proyecta un audiovisual en el que participaron miembros de la comunidad Amaicha. En la segunda sala se extiende una “línea del tiempo” que narra los hechos de la historia en el mundo y la de los calchaquíes. A continuación se encuentra otro ambiente donde las audioguías acompañan al visitante con descripciones de la forma de vida calchaquí; y, en otra sala, se pueden observar piezas arqueológicas. Casi terminando el recorrido por el museo, otro recinto expone el valor de la tierra y la labor comunitaria para su explotación sustentable. Cierra el recorrido un ámbito dedicado al concepto del cosmos y la naturaleza de la cultura andina.

La Ciudad Sagrada de los Quilmes es uno de los sitios arqueológicos más importantes del Norte argentino. Muchos visitantes eligen recorrerlo a pie. También se puede reservar una visita guiada que parte desde Amaicha, en vehículos para cuatro u ocho personas, este sitio único.
Algunos aspectos de este lugar increíble que pueden descubrirse de mano de los expertos: la importancia de los bosques de algarrobas, de los cazadores recolectores de la prehistoria, del pueblo de Incalilla -el primer asentamiento en la zona-, los 50 años del inca, los 300 años de resistencia calchaquí.
Pero también qué representa el sitio, cómo fue reconstruido en 1977 y luego privatizado en los años 90, recuperándose en 2008, con un sistema de manejo compartido entre la comunidad Amaicha y el estado provincial.
El Pichao, Talapazo y Colalao del Valle son parte del universo rutero en estos valles calchaquíes tucumanos, donde el turismo rural, el turismo rural comunitario, la ruta del vino, los productores de nueces, dulces artesanales y cada comunidad, abren sus puertas para ofrecer momentos únicos plenos de cultura, historia y naturaleza.

Fuente y fotos: Tucumán Turismo (www.tucumanturismo.gob.ar)